2010/02/28

MARIETTA SANTANA

En plena Parroquia Candelaria
MARIETTA SANTANA ES BIENVENIDA AL MUNDO
  • Hoy 29 de octubre cuando apenas son las 10 de la mañana, nace  bajo el signo escorpión en la Clínica Delgado Madrid, un nuevo miembro de esta familia que finalmente quedará conformada por siete hermanos: Luís Eduardo, Juan, Ricardo, Enrique , Virginia, Olga y por supuesto nuestra periodista, que es la mayor de las tres hembras.

“ Mi papá americanofilo, escuchó una opereta norteamericana que se llama Marietta y dijo cuando nazca mi primera hija se va a llamar Marietta. Cuando nací mi mamá dijo, que se llame como yo, Consuelo, entonces vino la abuela materna y le dijo: Consuelito acuérdate que todas las Consuelos de la familia han sufrido algún tipo de quemada en el cuerpo, protege a esa niña y ponle el nombre de María por delante. Suficiente para que mi padre me llamara Marietta toda la vida, y yo, me  firmo Marietta. Cuando pasaron por primera vez la lista en el María Auxiliadora y dijeron María Consuelo Santana, yo levanté la mano y aun hoy en día si me encuentro alguna compañera de la primaria me llaman María Consuelo y yo volteó. Los dos nombres son bellísimos y los llevo con muchísimo orgullo.

Yo formaba parte de la pandilla de los varones. Mi mamá recuerda que un día había una trifulca en la casa de al lado y lo único que vio fueron las dos crinejas mías, que daban saltos en el aire. Me agarró por ellas y descubrió que yo estaba practicando lucha libre, porque era  la moda en televisión. Siempre cargaba los bolsillos llenos de metras, jugaba trompo, perinola. Los varones eran compinches del asunto. Una vez se planteó una competencia en bicicleta con un vecino y ellos dijeron ‘Marietta te gana’, en lugar de salir ellos a competir. Me montaron en la bicicleta, me estrellé contra un poste y me hice una tronera en la rodilla. Ahí está la cicatriz. Me ponían de portero en los partidos de fútbol y me daban unos balonazos que me desinflaban. Finalmente empecé a jugar con mi hermana. Ella era la antitesis mía, era tranquila, sosegada, creaba situaciones en las que hacía hablar a las muñecas.

Las tres hermanas dormíamos en un cuarto, los hermanos en el otro. Al mayor le improvisaron uno, para que no estuvieran tan apretados. Papá y mamá en el suyo.  Papá trabajó con la Epson desde que se instaló en Venezuela, después fue la Creole Petróleo  Corporación, más tarde  Lagoven y finalmente PDVSA. El periodo más largo fue el de mamá Creole. Era nuestra seguridad en materia de salud, de vivienda, por eso mi papá pudo adquirir la casita, que después amplió. Aunque él no estudió llegó a ocupar cargos importantes, una gerencia de seguros, en geología, tesorería y finalmente lo jubilaron cuando cumplió 70 años en la empresa.

Siempre se arrepintió de no haber estudiado. Quizás por eso nos decía, estudien, porque yo no tengo bienes de fortuna y esa es la herencia que les voy a dar. La madre lo obligaba, pero su padre decía ‘bueno, si él no quiere, déjalo tranquilo’. Siempre fue un hombre muy inteligente, habla el inglés perfecto, muy lindo porque lo aprendió con los gringos en la petrolera. Se puso a estudiar con un grupo cuando contrataron a un profesor. Todos se retiraron y él quedó solo. Se le arrimaba a los gringos y les hablaba en inglés. Vino a conocer los Estados Unidos de cabo a rabo, después de adulto. Le gusta mucho el sistema de vida de los americanos.

Toda la primaria la hice en el María Auxiliadora de Altamira. No tengo recuerdos muy gratos. La directora del colegio la tenía cogida conmigo. Se la pasaba vigilándome y yo, no hacía nada. Era muy perseguidora. Ella decía que al recreo no se salía a hablar, que esas conversaciones en grupillos no traían nada bueno. Que el recreo era para jugar. Yo no tenía problemas porque me gustaba mucho jugar, sobre todo cuando el juego era un poco violento como quemado. Nos lanzábamos pelotazos espantosos, pero también jugaba voleibol. En el colegio no estaba instituido el deporte como una disciplina. Cuando pasaron a horario matutino en las tardes se quedaban muertos. No se implementaban actividades deportivas, teniendo las instalaciones. Yo por ejemplo, siempre pensé que me hubiera gustado ser corredora profesional pero sólo una vez por semana se daba una clase de gimnasia y por debajo de la falda teníamos que usar unos bombachos horrorosos para que no mostráramos nuestra ropa íntima.

Cuando uno se encontraba con las monjas en los pasillos tenías que decir: viva Jesús y ellas contestaban viva María. Nos reunían y nos llevaban a ver unas fulanas filminas, que eran unas diapositivas espantosas, aterradoras de lo que le sucedía a la gente que cometía pecado. Mi mamá no podía entrar en el colegio con un vestido sin mangas. Ellas nos decían que teníamos que bañarnos vestidas porque uno no se podía ver el cuerpo. Recuerdo que cuando ya estábamos más pavitas, tenía un grupo de amiguitas que descubrimos que la parte de abajo del colegio donde hoy en día está el Teatro María Auxiliadora, era un simple peladero.

 En los recreos nos escapábamos para allá a hablar boberías, con la buena suerte que un día me enfermo y me quedo en casa  y fue el día que ellas decidieron ir a descubrirnos. Se presentó la monja con todo su grupo y su gran frustración era que yo no estaba. Presionó y presionó a las compañeritas para que dijeran que yo las acompañaba. Total que me salvé porque ahí si es verdad que me hubieran botado, aunque de todas formas le dijo a mi mamá y a mi papá que no me quería  en el colegio. A veces me encuentro compañeras de primaria  y me duele que no me acuerdo sus nombres, no se quienes son.

Toda la secundaria la hice en el Cristo Rey de Altamira. Si no hubiese sido por estas monjas, yo hubiese renegado toda la vida, de ellas. Entré con todos aquellos temores de sentirme perseguida, acosada. Me encontré con que las niñas saludaban: “hola hermana”, y yo impactada, pensaba: “que horror”. Le decía a mi mamá que eran unas faltas de respeto. Encontré unas pedagogas, unas monjas modernas, acabaron con toda esa locura que traía yo en la cabeza del pecado, del infierno, del purgatorio. La directora en contraste, era una pedagoga, una mujer físicamente muy bella, la hermana Hernandorena. Al final ella cuelga los hábitos pero sigue haciendo su apostolado en los pueblos de Venezuela.  Uno se le acercaba diciéndole que había hecho algo malo y ella decía ‘pero por Dios, que malo ni que malo’.  Como éramos la primera promoción del colegio, ella nos quería y nos consentía, entonces yo fui mucho más tremenda, sin embargo siempre había la condescendencia, la conversación. Pedía nuestra versión sobre lo que pasaba. Todo era tan maravilloso, al punto que yo digo que si hubiera tenido hijas, las hubiera educado en colegio de monjas, pero esos de antes.

En la primaria manguarié mucho, pero en bachillerato me responsabilicé.  En tercer año mi papá me va a buscar el día del examen final de matemáticas y me monto en el carro y le digo, papá adivina cuánto saqué en el examen y mi papá me dice, veinte puntos. Yo grité ¿Y cómo lo sabes? Mi papá me contestó es que lo soñé. Yo me quedé mirándolo mientras pensaba que el pobrecito estaba sufriendo conmigo. Juan siempre fue muy inteligente, sobre todo para ese tipo de materias. Mi hermana Virginia siempre fue un “taco” y yo nunca fui muy estudiosa.  No hay nada más maravilloso que entender las matemáticas porque es la base para todo en la vida pero me fui por humanidades y creo que no me equivoqué, no por sacarle el cuerpo a la física o la química, sino porque era mi tendencia natural”.

De la niñez a la adolescencia
UN NUEVO MUNDO SE ABRE ANTE LOS OJOS
* Llegado el momento había que elegir. Marieta Santana se encuentra sin saber que hacer, con la claridad de que sólo hay un camino: estudiar. Aunque respondiendo al requisito lo más importante fue el descubrimiento de la vida.

“Yo soy producto de ese bachillerato con el que no sabes que hacer con tu vida. Una amiga que vivía en Miami y que estaba en ese momento en Venezuela me dice que porque no me voy. Allá no coseché nada especial, me movía entre latinos. Así que me vengo y comienzo Estudios Internacionales. Las estadísticas me cayeron de un mal que salí huyendo de ahí. Entro en la Católica a estudiar periodismo, me va muy bien, me gustaba mucho. Tenía un modelo que era mi vecino de enfrente, Chepino Gerbasi, me llamaba mucho la atención su trabajo. De repente entro en una crisis existencial, no me ubicaba allí, con la gente, con el ambiente. Había algo que no encajaba. Termino mi primer año con buenas notas y cuando voy a comenzar el segundo, ya no podía siquiera entrar a clase. Era un rechazo que para mi era muy angustioso y doloroso. Eso provocó un gran disgusto en mi casa, mi mamá no quería que yo estudiara en la Central porque mis hermanos participaron en la renovación universitaria. 

Un día estamos viendo televisión y vemos a mi hermano Juan tumbando una reja en medio de unas protestas. El inicia una huelga de hambre en la universidad por la renovación, al final, sale por sus pies y llega a la casa. Estábamos muy pendientes porque mi papá se sentó a hablar con él. Para mis padres aquello era fin de mundo, estaban muy mal. No estaban acostumbrados a eso. Habían educado a todos sus hijos en colegios privados, para darles una buena educación. Lo hacían con sacrificios, porque no les sobraba el dinero. Cuando nos levantamos encontramos a mi papá y a mi hermano frente a la misma mesa, hablando. El le pidió ayuda para irse a México a estudiar. Prometió que después del primer semestre él tendría las notas suficientes para solicitarle una beca a la Creole. Así hicieron. Mandó las primeras notas que eran brillantes, inmediatamente le otorgaron la beca y ya dejó de ser una carga. Se graduó en México, hizo post grado en Michingan y un doctorado.

Después de esa experiencia mi mamá me dijo que en la casa se estudiaba y que al que no le gustaba que se fuera. Yo me fui para casa de mi abuela, pero vivir con ella era terrible. No estaba acostumbrada a tener una muchacha joven en su casa. Al mes tuve que regresar pero fui a la Central.  Solicité mi equivalencia, arreglé mis papeles y entré en la universidad. Siempre digo que ese fue un momento maravilloso en mi vida. Es cuando empiezo a entrar en contacto con mi país. Fue un descubrimiento desde el primer día. Nosotros habíamos sido educados como en una cúpula para protegernos y darnos lo mejor. Yo estaba en un salón atiborrado de gente, no era como la Católica con mesitas, salones ventilados y claros. Que va, allí estábamos todos apretujados en un cuarto de una residencia que es donde funcionaba la escuela.  Recuerdo que llegó un profesor que nos dijo que en la medida que nos fuera nombrando nos identificáramos. Nombra al muchacho que está detrás de mí y después le dice ‘¿Su segundo apellido?’ El contesta, ‘no tengo profesor’. Yo me volteo y le digo ¿ Y tu por qué no tienes segundo apellido? ‘Porque soy hijo natural? Yo llegué asombrada a mi casa diciendo, mamá muérete que estudio con un hijo natural.

Me enamoré de la Universidad Central, la amo, la respeto profundamente. El primer año  viví mucho en ella, me gustaba estudiar allá, me instalaba en la biblioteca, la disfrutaba. Me encantaba pasear por todos los jardines. Amaba a mis compañeros de todas las clases sociales. Yo tenía una cacharrita que íbamos heredando desde el hermano mayor hasta mí, porque se me fundió. Yo no sabía que había que echarle agua  y aceite. La cacharrita iba igual a Altamira a darle la cola a un compañero que a Coche donde yo me paraba a la pata del cerro para que mi compañero se bajara porque tenía que subir.  El me decía ‘no me puedes llevar hasta arriba’. Yo me quedaba observando la situación mientras pensaba cómo había cambiado mi vida. Esos fueron años en que me desligué de mis compañeros de colegio. Era un mundo maravilloso.

Título que recae en sus hombros

 “LA REINA DE TAZÓN, LA QUE NUNCA HABÍA VISTO UN MUERTITO”

* Marietta se encuentra frente a frente con un mundo que la apasionaría para el resto de su vida. Había mucho que contar. Sus inquietudes de comunicadora están en plena efervescencia. El mejor camino es trabajar.


“De pronto me entró como un pánico porque ya había perdido un año en Miami, un año en estudios internacionales, un año en la Católica. Después tuve que esperar para entrar en la Central, estaba muy nerviosa. Empiezo a regar la voz entre los compañeros por si sabían de algún trabajo. Un día me dicen que Carmen Luisa Valdez, esposa del productor de televisión Luís Valdez, había dicho que en Radio Caracas estaban buscando gente. Hablo con ella y le había ofrecido el trabajo a Marlene Rivero. Casi le ruego, le dije que yo lo necesitaba. Ella me contestó que la llamara a las 3 de la tarde que si a esa hora Marlene no había llamado me daría la oportunidad. Así fue, me mandó a llamar a Eladio Lares quien me atiende después de una cuarta llamada y me dice que vaya el día siguiente que era un sábado. Me emperifollo y estando allá comienzan a salir todos los hombres del departamento, me miraban y regresaban para la oficina de Eladio.  Cuando entro me dice que él lo que quiere es que los cargos de oficinistas los puedan desempeñar periodistas y  estudiantes de comunicación. Era un buen proyecto. Así que lo que había era la recepción que la había ocupado gente de muy bajos estratos.

El lunes yo estuve allí puntualísima. Eladio decía que eso era una receptoría de noticias, que no era ninguna recepción. El nos exigía mucho. Cuando sucedía algo nos decía que teníamos que conseguir por teléfono la información porque el necesitaba empezar a transmitir mientras llegaba lo demás. Éramos responsables del telex, teníamos que saber si la información que llegaba era importante. Yo trabajaba de 3 de la tarde a 10 de la noche y mi padre siempre estaba allí esperándome para llevarme hasta la casa. Después tuve que trabajar de 4 de la tarde a 11  de la noche y ya no sabía si salía a esa hora, porque si el noticiero por béisbol o por cualquier otra cosa salía en la madrugada, uno se quedaba y mi padre allí esperándome. A pesar de que tenía trabajo al día siguiente. Es que cuando le dije a mi mamá que había conseguido el trabajo, ella se alegró tanto que me dijo, ‘no te preocupes, yo te llevo y tu papá te recoge’. Tuve mucho apoyo.  Hasta que pude comprar mi carrito.

A su vez me parecía un mundo tan áspero. Yo me quedaba asombrada cuando oía que los periodistas decían ‘que caliche de día, ni un muertito hoy’. Yo me quedaba impactada y me decía pero que gente es ésta, cómo desean encontrar un muerto. Un día surgió la oportunidad, botaron a un reportero. Luis García Mora que era uno de mis jefes dijo ‘Marieta vamos a probarte a ver si puedes hacer eso’.  Me armé de valor. El micrófono me bailaba en la mano, casi no lo podía sostener pero el camarógrafo y el asistente se portaron conmigo como de oro. Me mandaron un domingo a entrevistar a un psiquiatra Mauro Villegas, Eladio vio la entrevista  y dijo, ‘está muy bien pero ahora te encomiendo que traigas a la gente que te va a sustituir en la recepción’.

Me empezaron a dar fuentes ligeras como para entrenarme. Posteriormente me aflojaron sucesos. Aquilino Mata me bautizó como “la reina de Tazón, la que nunca había visto un muertito”.  Iba todo pegado. Es que todos los accidentes de Tazón que ocurrían casi siempre de madrugada me tocaban a mi, porque yo era la que entraba más temprano para poderme ir a la universidad.

Eran unos reportajes sangrientos, accidentes espantosos, pero eran pruebas. Yo recuerdo todo con mucha intensidad. El primer accidente en Tazón, muy feo, ocurrió porque una gandola que venía bajando cargada de sacos de azúcar, atravesó la isla y se llevó a un autobús que venía subiendo y a una familia que venía más atrás. Todo eso fue a tener al barranco. Yo que estaba muy pava iba a trabajar con unas faldas muy lindas a media pierna y unas sandalias altas totalmente descubiertas. El día que ocurre ese primer evento he tenido que lanzarme por aquel barranco con aquella falda y aquellas sandalias. Había muertos por todas partes, miembros desprendidos. Yo temblaba. Lo único que se me ocurrió era mirar la cámara y no bajar la vista.. Estructuré el comentario y respiré profundo. Hasta ese día usé las faldas y las sandalias. Me mandé a hacer botas hasta la rodilla y empecé a usar las bragas de aviador. Mis padres no se imaginaban como una mujer que dormía con las luces encendidas porque le tenía pánico a la oscuridad, podía hacer eso. Se impresionaban mucho con lo que hacía. Estaban muy orgullosos, ellos decían que yo había dejado de ser su hija para ellos convertirse en los papás de Marietta Santana, de lo cual se han sentido orgullosos toda la vida”.

Se impone nuevo estilo
EL GRAN RETO ES LA BÚSQUEDA DE LA NOTICIA
*Marieta Santana supera cualquier temor personal para llegar a la raíz de la información. Los ojos del país comienzan a fijarse en su figura. Sus ojos se detienen en todo lo que la rodea.

“Con mis bragas ya no pasé más trabajo, no me importaba si me tenía que revolcar, si me tenía que ensuciar. Con esas bragas conocí otra parte de mi país. Subí mucho cerro, hasta donde llegaban los carros y de allí a pie, para arriba.  La única forma de llegar a donde pasaban las cosas. A mi no se me olvida nunca la miseria de esas viviendas. Arriba hace mucho frío y las familias duermen en total promiscuidad, apurruñados en una sola cama.

Tengo fotos muy bellas de esos momentos en que yo estaba escribiendo y preparando la información. Los mismos camarógrafos las sacaban. Fotos en que se ve la verdadera ciudad. La confrontación con lo que es mi país se lo debo a eso.  Yo me sentía como un quijote, porque nunca había una respuesta eficaz por parte de los organismos que podían tenerla. Uno pone en pantalla cosas contundentes. Las denuncias en la pantalla del televisor se crecen, se ponen al descubierto y no había una respuesta. Eso siempre me frustró un poco.

Mis reportajes siempre los estaban esperando porque sabían que podía ocurrir cualquier cosa. Tenía un estilo muy particular y natural de tocar los temas. En esa época había más improvisación, yo entiendo que ahora hay más técnica. Yo veo el trabajo de los muchachos hoy en día, pasan por maquillaje, tienen que salir peinados y maquillados a la calle, yo no, yo iba con la cara lavada y  mi permanente. Me encantaba eso.

Un día muy temprano me mandan a cubrir algo en la gobernación, como jefe de prensa estaba Asdrúbal Zurita y me vaciló. Me trató como algunos periodistas de mucha trayectoria tratan a los que están comenzando. Yo llegué muy humildemente y el no me atendió. Cuando voy saliendo de la gobernación, me aborda una mujer en la calle y me dice, tu trabajas en Radio Caracas Televisión, yo tengo información muy importante que le interesa a RCTV. A mi me temblaron las piernas y le dije que en todo caso eso no era conmigo, porque nombró a Nihaus que estaba secuestrado. Tome este número telefónico y solicite a Adelso Sandoval y él le dirá que hacer. Cuando regreso al mediodía al canal, todo el mundo daba carreras. Era un alboroto horroroso y cuando pregunto que está pasando me dicen que los plagiarios hicieron contacto con nosotros.  Le digo a Adelso no me digas que la mujer de verdad te llamó, porque esa mujer me abordó en la plaza Bolívar esta mañana. Llega Eladio Lares y sugiere que hay que ir en vivo al mediodía, que tenemos que narrar todo lo que pasó, mientras Eladio, nos preguntaba. Al terminar el noticiero entra un abogado y nos dice: La Disip los está esperando en la puerta. Ahí casi me muero. Yo decidí que ni llamaba a mi casa. Nos pasaban de un cuarto a otro y nos volvían a hacer las mismas preguntas, nos mandaban a contar la misma historia y vuelta…Nos mandaron a pedir comida a un restaurante chino, almorzamos y seguimos declara que declara. No nos dejaban ver a Adelso y a mí. A eso de las 7 o las 8 de la noche nos dejan ir. Cuando llegamos a Radio Caracas, era peor el maremagnun que había adentro. Estaba Peter Bottome montado sobre la gran mesa que estaba en la sala de periodistas, en el sótano, tirándose un discurso y comunicándole a la gente que nos habían cerrado por tres días, yo pensé acabo de conseguir mi trabajito y ya me van a botar. Yo sentía que todo era mi responsabilidad”.

Buscando la noticia
LA GUERRA NO ES UN JUEGO DE NIÑOS

*Marietta Santana, se amarra las botas y recorre Nicaragua en plena guerra. Venezuela se conecta con los acontecimientos, gracias a su pericia. Los días se empatan con las noches mientras las necesidades de la información la sostienen, aun en medio de las balas.

 “Comienzan los conflictos en Nicaragua.  Matan a Pedro Joaquín Chamorro y yo me empiezo a interesar mucho por la historia de ese país porque matan a un periodista. Le empiezo a decir a Luís García Mora que pusiera un reportero en Nicaragua, porque eso se estaba poniendo feo. CNN no existía, si tu no mandabas tu periodista no existía la información. Mandan a Ernesto Fagundez, y a los pocos días se devuelve. Yo seguía detrás de Luís, obsesionada con Nicaragua. ‘Pues prepara tus papeles y en 24 horas te me vas’. Yo estaba aterrada. Llegar a Nicaragua significaba casi 24 horas bajando y subiendo de aviones. Otra vez estaba ante la disyuntiva, o lo tomas o lo dejas. Momento de oportunidad porque si te hechas para atrás te fregaste.

Se trabajaba muy precariamente, iba con un camarógrafo y un asistente. Un palo de luces elaborado por ellos mismos, en madera y se filmaba, era cine. Nosotros vivíamos obsesionados con el tubazo. Llevábamos dos tortas de película, una montada y otra de repuesto. Todo lo demás iba en equipaje. Yo botaba mucha película y en Radio Caracas lo sabían porque me entusiasmaba con todo. Junto con nosotros iba en el avión Ernesto Cardenal.  Llegamos con huelga general, no se conseguía nada y nos encontramos con que habían devuelto nuestro equipaje a Venezuela en uno de los transbordos. No teníamos ni ropa, ni película, ni nada. Nos quedaban 200 pies de película. Se me desarrolla una alergia espantosa porque todo el centro de Managua era una gran nube de polvo que se levantaba permanentemente de la zona que se había desplomado cuando el terremoto.  Lo único que conseguimos fue unas franelas baratas.  En la noche lavábamos la ropa interior pero la gran angustia era que estábamos sin película.  Recuerdo que llegaba una camioneta de uno de esos grandes noticieros y a nosotros se nos salía la baba cuando abrían las puertas de atrás, porque allí había de todo.

Conozco allá a Jesús Eduardo Brando y Luís Aguilera, periodistas de El Nacional. Ellos viéndome tan polla me adoptan. Decidieron protegerme de alguna forma. El Hotel Intercontinental estaba lleno de corresponsales hombres, la única mujer era yo.  Después de un día dando vueltas por Nicaragua, tratando de conseguir la información y de descargar mi angustia llego al hotel y me está esperando Luís en la puerta para decirme que Somoza nos iba a recibir en ese momento.  Trae tu película, trae todo que nos vamos para el bunker. Yo solamente me volteo y miro a mi camarógrafo quien me dice que ya me entendió.  El fue, pidió la llave del cuarto de otros colegas de televisión y sacó la película que necesitábamos. El bunker quedaba justo al lado del hotel Intercontinental, yo estaba en la puerta, muriéndome. Pensando que estaba muerta como periodista si no podía hacer aquella entrevista. Cuando llega el camarógrafo y me dice, ‘estamos listos’, yo respiré. En medio de la entrevista se nos acabó la película, el sacó la nueva, la cambió, montó el chasis y los del canal de televisión nos miraban y se burlaban de nosotros porque ellos creían que estábamos haciendo un paro. Ellos sabían que no teníamos película. Mi camarógrafo rodaba y yo entrevistaba. Recuerdo que le dije: General porque usted no se va, si el pueblo lo único que quiere es que usted se vaya. Me brincaron los asesores de prensa y me dijeron que no fuera tan grosera. Después me dijeron que me tomara una foto con él y yo me negué porque no me iba a tomar fotos con esbirros. Pero ese tipo como cualquier dictador era un encanto.
Regresamos para el hotel y le dije al asistente que saliera de inmediato para Venezuela, vuelta atrás en lo que significaba aquellos viajes. A veces, se perdían los materiales porque uno se los confiaba a los pilotos de los aviones, pero esto era muy importante. Aquello saldría 48 horas después, y era un impacto.  En lo que llegó la película de Venezuela, la devolvimos de donde la habíamos sacado y después cuando ellos un día se quedaron sin película y nos pidieron, Utrera les dijo: ‘como no hermano, yo te la regalo’. Quedamos tabla.  En esas circunstancias uno es capaz de hacer cualquier cosa por tener la noticia.

Después, me tocó entrevistar al hijo de Somoza que era malo y sanguinario. La gente lo odiaba más que al propio dictador. Hoy en día nadie sabe dar razón de donde se encuentra. También entrevisté a Tomás Borges. Yo confieso que estaba asustada, me encerraba en la noche en la habitación y les decía a los muchachos que estuvieran pendientes de mí.

            En la primera oportunidad que estuvimos en Nicaragua, se decreta el toque de queda y nosotros nos metemos en la universidad. Me recordaba la Universidad Central. A la puerta principal le pasaba por un lado un río embaulado. Había actos y concentraciones nocturnas pero dentro de la universidad todo estaba perfecto, hasta que los estudiantes inventan salirse con las manifestaciones a la calle. No habían pasado dos minutos cuando nos cayó la Guardia Nacional de Somoza a plomo limpio y nosotros en el medio. Por buena suerte mi mamá me mandó un par de zapatos de goma, porque yo jamás había corrido como correteé esa noche. Cuando llega la Guardia Nacional y empieza a echar plomo el camarógrafo me dice ‘lánzate para abajo’. Me lancé por el embaulamiento, en la parte de cemento, me agarré la medalla y empecé a rezar: virgen santísima sácame de esto, ayúdame. A todas estas el camarógrafo por no abandonar su cámara allí donde estaba, se tiro en el piso. Tenía rodando la cámara, captando todo. Después que se fue el contingente de la Guardia Nacional él también se lanzó para abajo y me dijo ‘corre Marieta, corre y no pares de correr’. Era lo único que me decía, atrás sólo oíamos los tiros.

Salimos, yo no sé por donde. Nos dieron una cola y nos llevaron hasta donde teníamos el carro. Las situaciones con el toque de queda eran muy espeluznantes porque te pueden matar, están en su derecho. Esa noche llegamos al hotel y le habían caído a plomo al carro de un corresponsal extranjero, ese hombre se salvó de puro milagro.

Un día fuimos a hacer un recorrido a la provincia. Ya eran los últimos días de Somoza. Este  estaba destruyendo a Nicaragua. Había bombardeado todas las ciudades más bellas, Granada, Basalla, ciudades espectaculares, donde se paseaba  a los turistas con carros, en coche tirados por caballos, por calles integradas unas a las otras y adoquinadas. Cuando pasé en una segunda oportunidad todo estaba completamente destruido.

En una segunda oportunidad me mandan a Nicaragua, pero entro por Costa rica. Era presidente Rodrigo Carazzo. Llego de noche y nos vamos al Palacio de Gobierno porque quiero conseguir una entrevista con el presidente, porque el día siguiente estoy saliendo para Nicaragua. Carazzo nos recibe y cuando entro a su despacho, el se asombra de que era una mujer. Me atiende muy galante, encantador y me dice, ‘me dijeron que ustedes pretenden ir a Nicaragua, yo no lo autorizo. Si ustedes entran en Nicaragua están muertos’. Nos dice que todos los periodistas estaban pegados en la frontera pero en Costa Rica. Salimos de inmediato para allá en un viaje realmente espectacular. Era tanto el miedo que tenía,  que me iba al cuarto del equipo técnico. Les tocaba la puerta y les decía: se me ponen visibles que voy a pasar. Voy a dormir aquí.  Tu quédate en tu cama, no te preocupes que voy a dormir al lado tuyo, es que tengo mucho miedo.

Se corre la voz que el Comandante Zero estaba en la frontera y me empiezo a mover para conseguir una entrevista. Una mañana me estoy desayunando y se me acerca un contacto que yo había movido y me dice: ‘Este es el momento’. Salimos corriendo como locos y nos conduce a la última hilera de cabañas del hotel donde estábamos, en el mayor misterio. Tocan la puerta, dice una contraseña y nos hacen pasar. Allí estaba Zero. Yo no lo podía creer. A toda estas empieza a fallar la cámara, se le revientan unos dientes a la polea y me pide el camarógrafo que hiciera luces con una mano y con la otra empujara la polea. Así hicimos la entrevista. Ese hombre emanaba una gran energía. Yo le dije que quería ir a la montaña donde entrenaban a los rebeldes y me dijo que me iba a llevar pero que tenía que buscar ropa adecuada.

Una noche, estamos en una de las cabañas donde se reunían los periodistas en la frontera. Estaba Doris Francia, Paúl del Río y se me acerca un tipo que me dice ‘joven, allá afuera hay alguien que quiere hablar con usted’. Todo era muy estresante. Todos me miraron y cuando salí era Zero montado en un jeep para decirme, ‘estamos listos, pasado mañana podemos subir’. En ese momento Venezuela le retira el apoyo a la revolución y la orden fue salir.

Después hubo un tercer viaje, dentro de ese año y medio que duró la guerra civil. Yo le había dicho a Luís que me tenía que mandar porque quería ver el final de aquello. Fue realmente emocionantísimo.  Estábamos en Costa Rica cuando se dice que triunfó la revolución, cada periodista busca irse como puede. Junto con otros periodistas alquilamos un avioncito de la segunda guerra mundial.  Yo estaba aterrada sin entender como los demás estaban tan tranquilos. Cuando mis compañeros me ven aparecer con mi maleta, donde llevaba todas mis comodidades me dijeron que estaba loca, que nadie sabía a donde íbamos a llegar en Nicaragua y  que cómo me iba a aparecer yo con aquella maleta. Ellos andaban casi de mochileros. Cuando llegamos al hotel Intercontinental casi me matan.  Yo estaba en una muy buena habitación, con todas mis comodidades. Claro, comíamos chayota de desayuno, almuerzo y cena. Nos quedamos sin un centavo. En el momento en que triunfa la revolución ellos logran parar el saqueo en algunos lugares. El Intercontinental lo protegieron, porque era donde nos hospedábamos todos.

Después se descubrieron cosas como el cementerio oculto de víctimas de la dictadura en  la playa que estaba detrás de una especie de Palacio de Bellas Artes, frente con frente de la Asamblea. A esa playa no tenía acceso el pueblo. Toda la orilla estaba sembrada de cadáveres. Las personas que tenían familiares desaparecidos las llevaban allí para ver si podían reconocerlos.

Una cosa feísima. Algunos habían sido quemados vivos.  Filmamos una mujer que cuando montó el pie al borde del hueco donde la habían metido para salir, la quemaron.  Después en mi casa no la pude ver, entendí que la televisión es demasiado dura. Después apareció otro cementerio.

Luís Herrera organiza un charter en el que viajan sus ministros para dar asesoría al nuevo gobierno de Nicaragua. Luís García Mora se colea en ese avión y se va a llevarnos los reales. Luís decía que yo era como una malandra, que cuando vi los reales que nos había llevado dije que no alcanzaban.  Me lo llevé al mercado negro que eran las embajadas. Estaban atestadas de nicaragüenses somosistas que querían salir, ellos te compraban los dólares”.

 

Cobertura a toda prueba

APARICION DE NIHAUS ACAPARA LAS NOTICIAS
  • Marietta Santana defiende a capa y espada su derecho a informar. Ni las distancias, ni las carencias son motivos suficientes para cumplir con el gran reto de la inmediatez y la veracidad. Si de golpes se trata  golpes dará, pero el espectador jamás será abandonado.


Cuando apareció Nihaus, yo estaba cubriendo el acto de juramentación del Ministro de la  Defensa que era Rangel Burgoin. Llego a las 8 de la noche al canal y me dice Luís García Mora ‘te vas para Bolívar’, apareció Nihaus. Yo digo que voy para la casa a recoger mis cosas.  Y él me dice: ‘No. Te vas ya, por el lío con la PTJ en que nos metió Celso Pacheco, no hay avión para RCTV y te tienes que ir por carretera, te vas con lo que tienes’.  No había caja chica y era un viernes a las 8 de la noche. Nosotros como buenos limpios no cargábamos un centavo encima  y así salimos para Bolívar. Toda la noche viajando. Cuando medio me despertaba, les decía ‘están corriendo mucho’, y ellos me decían ‘tranquila Marieta, duérmete’.  Amaneciendo estábamos llegando. Ahí me pasó de todo, Venevisión tenía un reportero que se llamaba Rosales que llegó en el avión privado de Gustavo Cisneros. Cuando se bajó ya estaba borracho y eso quedó filmado. Los compañeros lo iban a matar cuando vieron eso aquí en Caracas. Entonces llega Octavio Lepage y todos nos tiramos a entrevistarlo porque la declaración del Ministro de Interiores era importantísima. Para sacarme a mí del grupo de periodistas que estaban entrevistando me clavó el codo en las costillas y me dobló.

¡ Así es la vaina! Yo agarré y le enrollé un cable en el pie, no se medio mató de milagro porque iba a toda velocidad. Se me quedó mirando y le dije: lo que es igual no es trampa.  Yo tenía un morado en las costillas. Estuvimos en Bolívar cuatro días y tres noches, sin ropa, sin dinero, sin nada. Nos metimos en el hotel Bolívar que era lo mejorcito para aquel momento, casi  una cueva donde salían cucarachas, arañas y de todo. Tenía que lavar la ropa interior y ponerla a secar en el bombillo para que amaneciera seca. Un día me amaneció el panty con un hueco porque se me quemó, pero  regresamos felices a Caracas. Habíamos hecho una cobertura espectacular”.

Como principio de vida
LOS PERIODISTAS NO SE CANSAN
·         Marietta Santana y los profesionales aparecen y desaparecen, los principios que conducen a destacarse como buenos profesionales continúan siendo los mismos. En más de una oportunidad su voz intenta orientar a quienes se inician en el oficio.

“Yo disfrutaba mi trabajo. Los camarógrafos me odiaban porque yo era como los scouts, siempre lista. Terminaba de trabajar a las 5 de la tarde porque tenía permiso para salir mas temprano por los estudios, entonces caía un rayo y yo estaba ahí para pararlo. Ellos creían que se iban a su casa y yo decía, yo lo hago, vamos para allá muchachos. Me querían ahorcar. Eso le falta a los muchachos hoy en día. Siempre están viendo el reloj, el cuanto hay pa´eso, o el ese no es mi trabajo. Yo no sabía cuanto me iban a pagar, yo no preguntaba. Era pasión por lo que estaba haciendo. Siempre le puse corazón y no tenia conciencia del peligro.

Cuando oigo a los periodistas quejándose me digo pero Dios mío qué es eso. Hace poco conocí a una periodista en uno de esos operativos, en un evento de elecciones. Eran como las 8 de la noche y ella estaba desde las 6 de la mañana, entonces, llama a la vicepresidenta del canal y le dice que ella se quiere ir para su casa porque está cansada. Yo le dije tu eres loca o qué es lo que tienes en la cabeza. Te voy a decir una cosa, empieza a analizar si esto es lo que tu quieres para tu vida, tu no puedes llamar a una vicepresidenta de un canal, que está bajo presión, a decirle que estas cansada y que te quieres ir para tu casa. ¿Qué es eso que está cansada?  Los periodistas no se cansan.

Otra cosa es que desprecian los cargos menores. Yo empecé por abajo y me daba tanto orgullo haber estado sentada en esa recepción. Mi trabajo me permitió entrar en el medio y crecer. Así le dije a Samuel Belilty cuando entra en Radio Caracas, venía de la Embajada de Israel y le dicen que tiene que ir de asistente a Puerta Cerrada.  Me dijo: ‘mira mi currículo, cómo se te ocurre que yo voy a hacer ese programa’. Lo único que le dije fue mira chamo la puerta está abierta, entra y después ves como te mueves aquí adentro. Fue asistente de producción y al poquito tiempo entró en prensa que es lo que el quería. Hoy en día lo entrevistan y recuerda aquel día. Dice  ‘me bajó las ínfulas en aquel momento, como la entiendo hoy en día’”.

En una decisión personal

SE CONFUNDE LA NOTICIA

  • Las fallidas experiencias personales regresan a Marietta Santana al ejercicio de la profesión con más fuerza que nunca. Se abren las puertas y será la televisión y el público venezolano los grandes beneficiados.


“Tuve un novio en mis tiempos de reportera que era un muchacho camarógrafo, del mismo departamento que yo, con el que peleaba muchísimo. Para su trabajo era muy preciosista y delicado. Era camarógrafo que no propiamente reportero grafico, de una empresa del grupo que se llamó Paramaconi. Una productora de cine y televisión que dirigía Cesar Bolívar. Era su discípulo y de Román Chalbaud. Me enamoré de ese muchacho, pero a mi me tocaba trabajar  todo el día y estudiar de noche. Al salir de la universidad casi no dormía, no descansaba nada.  Todo  iba muy bien pero pasan cosas, como mujer, maduras. Todas esas experiencias me hicieron crecer muy rápidamente, fueron una cantidad de años en que no volví a saber de mis compañeras de colegio, ni de nada.  Rompí la relación con ese muchacho de oro, él no se lo esperaba.

En ese momento comienza una censura férrea por parte de Luís Herrera Campins. Yo llego un día a Radio Caracas y me dicen que se acabaron las denuncias. Tenía dos fuentes Comunicaciones y Relaciones Interiores que estaban diagonales en Carmelitas. En Relaciones Interiores conocí a un tipo, que andaba buscando una oportunidad del Gobierno. Era uno de estos seductores de profesión que al mismo tiempo resultó un tipo muy manipulador, para quien la televisión es un antro de prostitutas y maricos.  Me decía ‘que haces trabajando ahí, salte de esa vaina’. Total un tipo vivo, un gran machista, mujeriego, un gran bebedor. La relación se convirtió en un infierno, yo no la sabia manejar, para mi yo estaba totalmente fuera de control. Todo el tiempo era una violencia verbal, un minimizarte, una humillación. Después que me dejó sin trabajo, me pidió todo el dinero con que sabía que me habían liquidado en Radio Caracas, para usarlo. Era un gran manipulador. Era horrible, un personaje nefasto, inclusive usaba mi carro y un día llegó y me dijo que se lo habían robado.  Afortunadamente una mañana dije: esta vaina se acabó. Lo que yo no dejaba era de cuidarme. Mantenía mi rutina de ejercicio todos los días. Entonces me levanté, hice mi rutina de ejercicios, me emperifollé, me fui a hablar con Eladio Lares y le dije, necesito trabajar. Eladio cuando lo necesité estuvo ahí, fue un gran apoyo. Era pleno viernes negro y estaban votando gente de Radio Caracas a patadas. Me dijo hay una oportunidad, Radio Caracas está cumpliendo treinta años, Guillermo González  va a crear un programa que se va a llamar Estudio 30, que era un E entertaiment, él necesita una periodista que le coordine reportaje, y le dije: ese es mi trabajo.

Estoy  poco tiempo.  Contratan a Abraham Pulido para la producción de todo el programa de la mañana. Le dice a Radio Caracas, que quiere trabajar conmigo, cuando él pasa a Promociones , me deja a mí la producción general de la mañana. A todas estas yo en producciones estoy haciendo mis pininos y tengo que apoyarme mucho en la gente que sabe. Luego, Nelson Bocaranda que conducía a Puerta Cerrada renuncia después de un año y nueve meses. Era el gobierno de Jaime Lusinchi y le hacen una oferta muy buena del canal 8. Entonces, yo heredo la responsabilidad de A Puerta Cerrada”.

Primer talk show de la televisión
EJEMPLO VENEZOLANO PARA LA COMUNICACIÓN CONTEMPORÁNEA
*Marietta Santana sirve de referencia para conocidas animadoras y periodistas en todo el continente. La noticia puede partir de un show en el que se ventilan tragedias que atañen a todos

“Sigo siendo la misma reportera que actuaba en la calle, lo único que  ahora soy una reportera dentro de cuatro paredes en contacto con mi misma gente, con las comunidades, con los profesionales, con la gente común y corriente, con la gente de a pie que viene a comunicarme sus cosas al estudio. Es la base de todo lo que he hecho en mi oficio de reportera, saber llegarle a  la gente donde le quiero llegar, buscar que me comunique lo que yo ando buscando.  La credibilidad  es una de las cosas mas difíciles, que te da la gente.

A mi me ha pasado algo hermosísimo en relación con A Puerta Cerrada, porque no ha sido ni uno, ni dos ni tres casos, ya han sido varios casos.  La cantidad de personas que me para de repente es impresionante. Una mujer que desde una acera en Las Mercedes, me dice: ‘Gracias a ti estoy viva. Después de un programa tuyo sobre cáncer de mama, al día siguiente sentí una necesidad imperiosa de examinarme me hice una mamografía y me encontraron un cáncer incipiente, me operaron y aquí estoy diez años después’. Cuando me dicen algo así se me aflojan las piernas. Yo digo que es impresionante, niños, hijas que me van a agradecer.  Es una satisfacción que nunca logré como reportera.

Programas  especulativos, de dietas, gente que entonces le da la vuelta a la cuadra, estudiantes como los de una universidad en los Dos Caminos, que buscan solucionar problemas de matricula, o Yerson, un ex convicto que es un caso emblemático. Un día me dicen que está llamando por teléfono un tipo que está escapado del reten de Catia. En una siguiente llamada me dicen que si nosotros no lo ayudamos el se va a quitar la vida en pantalla. Contesto que no va a venir a montarme ese show. No voy a tener a una persona que se va a matar en cámara. Eso puede servirle a otro en otra parte del mundo, a mi no. Finalmente se presentó y llevó una hojilla de las viejas. Cuando terminó el programa dijo ‘mira lo que pasé y no te distes cuenta’. Afortunadamente todo nos salio bien.

Yerson pidió que estuviera Walter Márquez en el programa y Eladio Lares no quería políticos en  A Puerta Cerrada. Bueno, pero lo que es la providencia, el entrevistado de Dhamelyz Diaz esa mañana era precisamente él. Lo comprometimos a que se quedara y le explicamos el caso. Eladio Lares empezó a ver el programa pero desde su oficina, y llamó y dijo métanlo. Es un drama de la vida real y la gente lo ve comiéndose las uñas. Con ese muchacho, la gente se desagarró cuando contó como fue violado y los horrores que le hicieron en los sótanos de la Disip. Fue dramático. El diputado se comprometió a darle licencia para que pasara el fin de semana con su familia, y  el lunes personalmente lo buscaría para entregarlo. Durante el programa llovieron las llamadas de abogados ofreciendo sus servicios.

Claro, también pasaban otras cosas. Recuerdo un A puerta cerrada cuando estaba Antonio Ledezma de alcalde o de gobernador, a raíz de una denuncia sobre los hospitales. Yo abrí el programa diciendo señores este programa ya parece un disco rayado. Estos programas de la crisis hospitalaria ya me cansé de hacerlos.  ¿Cómo es posible que estemos aquí hablando de la misma necedad que tengo 20 años hablando?  ¿Cuál es el motivo que esto no se pueda resolver? Los médicos dijeron que no volvían a sentarse conmigo en un programa. Aquella gente se sintió tan ofendida que las quejas le llegaron a Peter Bottome y a Marcel Granier.

Me gustan mucho los temas de salud, siento gran curiosidad, por los avances de la ciencia sobre todo de la medicina. El  Dr. Humberto Acosta que es un magnifico ginecólogo- oncólogo y a parte de eso es profesor universitario, me decía: ‘tu no tienes idea del poder que tienes. Nosotros venimos a estos programas porque tu hablas de cáncer de útero, de cáncer de mama y al día siguiente tenemos los hospitales públicos llenos de mujeres buscando diagnostico y sigue pasando, los especialistas que van a La Tele me dicen lo mismo”.

Retiro por la puerta grande
LOS ESPECTADORES  SE QUEDAN HUERFANOS
* La ausencia de Marietta Santana, deja a la televisión sin un espacio en el que el público exponga los diversos problemas que surgen en su vida diaria. La televisión venezolana se frivoliza, mientras se imponen criterios que sacan del aire a grandes y reconocidas profesionales.

“Ellos  matan sus propios productos exitosos. De repente caen en el pánico de que otros canales de televisión están manejando otro estilo de programación, otras cosas. Creen que tienen que imitar eso. Se frivolizó totalmente las mañanas en los canales de televisión. Mi productora que yo la tenía desde que era una simple pasante, ya había tocado techo y se le abren otras oportunidades. No es tan fácil conseguir un productor exitoso y comienza el tanteo, ponen uno, ponen otro. Al final se traen un gerente de la industria básica, que jamás en su vida había trabajado en lo que era la televisión. Lo ponen como gerente de servicio de producción y de repente le entregan la responsabilidad de mi programa. El es un hombre con unos criterios muy personales y muy farandulero por cierto.  Convierte A Puerta Cerrada en un show farandulero. Terminan las vacaciones y yo pienso que A Puerta Cerrada va a volver a coger su línea de siempre, pero no es así. Paralelamente yo venía de una situación familiar muy traumática, con la muerte de un hermano. Yo estaba en esos días que no aguantaba nada, estaba muy deprimida, no tenía ánimo de luchar por nada.  En canal se hacen de la vista gorda, porque lo que quieren es que su gerente les de resultado. Le dan luz verde para que haga y deshaga. Tanto como para destruir un programa que fue exitosisimo durante trece años consecutivos. Entonces yo me agoto, ni siquiera podía entrar a Radio Caracas porque inmediatamente me deprimía. Parece mentira. En aquel sitio donde yo me había sentido tan bien, que era tan familiar para mi, tan grato, con tantas experiencias y tanta gente querida. Después, típico de esos sitios donde se pierde el tacto para tratar a la gente, deciden sacar el programa del aire y ni siquiera me lo avisan. Un día llego y me dicen, hoy es el día del último programa.

Entro en esa etapa donde se suponía que tenía que hacer otras cosas, pero ya no tenía las fuerzas. Se me plantea un proyecto para la noche, con una productora y fue una experiencia terrible. Creo que a eso contribuía mucho mi estado de ánimo. Tenía mucho que ver con lo de mi hermano que tuvo un gran impacto en toda mi familia. Yo dije salga sapo o salga rana me tengo que ir de aquí.  No voy a entrar en conflicto con esta gente, fueron 21 años trabajando y no voy a tener un conflicto ahora. Yo mejor me voy por la puerta grande y así lo hice.  No sé si fue una decisión bien tomada, pero por las circunstancias, creo que en ese momento no podía hacer otra cosa.

Hice un intento con la gente de Venevisión,  porque cuando sacan a Napoleón del aire con en esa forma tan atropellante de tratar a la gente, recibo una llamada de Joaquín Rivera que me dice ‘mañana tienes que estar aquí, es de vida o muerte, es urgente’. Llaman a Alba Cecilia, a Sergio y a mí. Y a los tres nos la hicieron igualita. Con Alba Cecilia y Sergio llegan a un acuerdo y le dicen ‘mañana firmamos el contrato’. Eso fue horrible.  Como ellos optaron por renunciar había que castigarlos y tenían que esperar seis meses.  Ellos no perdonan la gente que renuncia, los desprecian. Perdonan más a la gente que botan. Es una locura la que se les mete en la cabeza. Yo esperé seis meses sin trabajar, porque sabía que nadie me iba a dar trabajo. Lo cierto es que en Venevisión me ofrecen villas y castillas.  Me presentan a todos sus directores, sus gerentes, me hacen un recorrido por el canal, pero de repente caí en la trampa. Me dicen que como estamos entrando en periodo de vacaciones estrenar un programa en ese momento no es lo adecuado. Mientras tanto, se plantea que les gustaría que hiciera unos reportajitos que son un proyecto de fulana de tal. Entonces me dije déjame calármela si lo que quiero es entrar.  Dicho y hecho, termino la serie de especiales y me dejaron en el aire. Se volvieron a traer a Napoleón Bravo. Reconozco algo, uno sabe como son ellos, lo que está mal es que uno no se sepa manejar con eso.

Si te hubieses manejado, no tendrías la sensación que toda la vida te especularon. Estando yo muy conciente de la fuerza y del peso especifico que tengo, me llamaban una vez al año y me decían ‘saliste excelente en tu evaluación, por lo tanto te haces merecedora de doscientos mil bolívares de aumento’. Yo me iba y decía: que vamos hacer ellos son así. En otras partes del mundo los  niveles de fama y de éxito, tienen un precio y un precio muy alto.  Sin ir más lejos, puedes ser una Cristina Saralegui que su éxito y su fama se le retribuye.  Si vamos mas allá, te ves como una Ophra Winfreid que es la mujer mejor pagada del espectáculo en el mundo.  Hablamos de millones y millones de dólares. Eso no sucede aquí. Aquí todo va para el bolsillo de los dueños de los canales. Quizás por eso, es que ahora se ve con horror, todo el proyecto de lo productores nacionales independientes, sin entrar a dilucidar si es bueno o si es malo. Allí se establecen consideraciones que tiene que ver con esto.

Desde el punto de vista laboral yo era la reportera estrella.  En un momento dado hasta me  llamaron para decirme que iban a hacer una telenovela basada en mi vida. Me dijeron que  me iba a entrevistar con un grupo para  hacerme unas preguntas y surge Mabel Valdez reportera que lo hizo Marina Baura. Después le dieron el desarrollo típico de telenovela.
Es una situación muy injusta. En Radio Caracas, ellos mismos decían que la mañana era un horario muy productivo. Prácticamente su presupuesto era nulo pero los cuñeros estaban abarrotados. Tanto en el horario de Dhamelyz Díaz, como en el horario de A Puerta Cerrada, o en el del Magazine.  En otras palabras todo era ganancia, aunque las tarifas fueran mas económicas que en el prime time”.

Regresa Marietta Santana
AL RESCATE DE UNA MEJOR TELEVISIÓN
* Aun cuando podía estar retirándose, reconocida y homenajeada, comienza prácticamente desde cero. No sabe hasta cuando estará en La Tele o en la radio, pero acepta que tiene un nuevo reto por delante.

“Enza Carbone quien tiene un pequeño circuito de radio, me estaba buscando. Hablamos. Dije, yo nunca he hecho radio pero tremenda oportunidad que me permitan este ensayo y error. Al año de estar ahí, me encuentro con Gracia Elena Candela, que estaba en proyecto de encargarse de la vicepresidenta de La Tele y me  dijo que necesitaba que la acompañara en el proyecto. Voy a una primera visita a La Tele y me impacta. Era prácticamente piedra sobre piedra, el pasillo principal era de tierra, caminábamos sobre escombros. Me dije, Dios mío esto es volver a empezar.    Casi me remonto a la Radio Caracas Televisión de cuando yo comencé, que era una televisora familiar. Un detalle muy importante para darme la energía que necesitaba, es que lo único que veía era pura cara conocida, gente que trabajó conmigo por años en RCTV, camarógrafos, directores, luminitos, técnicos, todo el mundo. Eso me generó una gran confianza para volverme a parar frente a las cámaras. El ambiente de trabajo se hizo muy agradable desde el primer día. Claro, mucha de esa gente se ha ido porque tuvimos una crisis fuerte. Ahora estamos muy bien.  En la Gerencia General, está un profesional como Andrés Bagra que viene de RCTV. Era la mano derecha de Eladio Lares, se fue para E Entertaiment y de ahí cayó en La Tele. 

Es una lucha a diario, tu aporte para un proyecto que esta ahí, en el que mucha gente cree y tu eres parte de él y quieres impulsarlo. Uno se compromete y dice, vamos a echarle pichón.  Vamos a sacar esto adelante porque es otra fuente de trabajo para mucha gente. Es otra gran oportunidad. La Tele tiene los mejor estudios de televisión que hay el país. Porque fueron hechos por Hernán Pérez Belisario para eso, para hacer novelas. Tiene una parrilla de luz espectacular, altísima. Nadie debería quedar mal iluminado. La Tele es un proyecto bonito, en donde yo me siento bien, me gusta. Los dueños son gente joven, moderna, una pareja muy exitosa. Fernando es el dueño de las Vallas Vepaco, es muy dinámico y también tiene mucha fe en su proyecto de televisión. De verdad que estamos empeñados en sacarlo adelante. Siento mucho respeto, admiración y apoyo, desde todo punto de vista. De toda la gerencia y de todo el personal. Sienten que para ellos el prestigio de las imágenes que tiene ahí es más importante porque de una u otra forma sienten que nos necesitan. Yo creo que lo que yo hago, todavía no la hace nadie como lo hago yo. Creo que eso es lo que me da la posibilidad de poder seguir comunicándome con la gente. Vuelvo a sentir el feed back que es muy bueno.  Eso se había perdido en la televisión. Hay  cosas muy satisfactorias cuando vas por la calle y se te acerca un adulto contemporáneo, igual que un adulto de juventud prolongada o un adolescente. Te mueres de la risa cuando los muchachos te reconocen, te celebran, te tratan con el mismo cariño, con el mismo respeto y sabes que te están viendo. Eso es satisfactorio. Sabes que estás haciendo algo que está bien hecho. Preferiría hacerlo cada día mejor. No he llegado todavía a un nivel donde yo esté satisfecha, porque cuando no falla una cosa falla la otra. Sobre todo en canal como La Tele, pero poquito a poco. Estamos celebrando que ya tenemos una móvil propia, ahora hay que buscar la microondas y así vamos.

Cada vez le doy menos importancia a la fama. El reconocimiento no me molesta porque hay gente muy cariñosa y hay gente que te sabe abordar, respeta tu espacio, no te atropella y eventualmente me he dado cuenta que no soy monedita de plata, porque afortunadamente en muy contadas oportunidades me he encontrado con alguien que no me soporta y eso es muy humano también. Esa gente te agrede y tu no sabes que es lo que está pasando porque tienen mucha violencia, mucha rabia y la pagan con uno de alguna forma. La gran mayoría de las veces es gente que te adora, que te quiere, que le encanta el trabajo, que lo expresa de una forma bellísima, pero no siempre estás dispuesto. Eso de firmar autógrafos, de que te besen, que se acerquen a tocarte, esa es la parte que no va con mi personalidad, porque no soy zalamera, a excepción de los niños que me encanta que se me acerquen. No me gustaba encontrarme con gente en la puerta del canal que me pidiera autógrafos, y les decía pero mira ahí va un artista, corre, pero me sentían a mi como parte de ese espectáculo, porque yo digo que la noticia como parte del medio en que yo trabajo hay que elaborarla como un show.

A estas alturas de mi vida yo no quisiera estar haciendo ni radio ni televisión. A estas alturas me imaginé haciendo más bien mi vida. Haciendo algo que me produjera mucha satisfacción como ser humano.  Por ejemplo, aunque no me gustan los aviones me gustaría viajar, sin ínfulas de llegar a hoteles cinco estrellas, no, mezclarme con la gente. Conocer los sitios, las costumbres,  los países asiáticos, orientales, ese tipo de cultura.  Me gustaría tener el tiempo y el recurso para hacer eso. Pero hay que trabajar, no hay mas remedio.

Hoy en día, cuando mis padres tienen 60 años juntos. Ellos han sido mis principales admiradores, orgullosos hasta la pared de enfrente. Recuerdo que cuando A puerta Cerrada empezó a llegar por cable a Miami, mi mamá que estaba allá, comenzó a decir ‘yo tengo una hija en Venezuela que se llama Marieta Santana’ y cuando le contestaban que me conocían, mi mamá se ponía orgullosísima. Siempre los que me han apoyado, me han impulsado y me han aplaudido son ellos. Tengo trece sobrinos, de ellos tres sobrinas ya graduadas en comunicación y una terminando la carrera.












* Marieta Santana ya no trabaja en LA TELE y regresó a Radio Caracas Televisión Internacional con su programa A PUERTA CERRADA


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