2010/02/28

MARIA ELENA GIUSTI

ORGULLO ZULIANO



El Zulia está al occidente de Venezuela. Tierra mágica, caliente, rodeada de leyendas. Allí todo se hace inconfundible, color aquí, brillo más allá y vuelta a un color inesperado que hace única la combinación que nadie se atrevería hacer en cualquier otro lugar del país.
La voz del origen:  “ Mis padres son Luis Eduardo Giusti López Y Betty Cecilia Lugo González. Tengo dos hermanos Luis Eduardo y Claudia Cristina Giusti Lugo, ambos casados y cada uno con un hijo varón. Yo tengo un hijo Carlos Eduardo Figo Giusti. Viví los primeros años de mi vida en Lagunillas porque mi papá estaba trabajando allá. Después viví en Maracaibo como hasta los nueve o diez años”.
Con un sol fuerte reverberando a la orilla de su majestuoso lago, el mismo cuyas aguas dan vida a ese espacio que sobrevive a los avatares del tiempo, las desidias y las historias y del cual se supone se desprende el nombre de nuestra patria. En la ciudad de Maracaibo, capital del estado nació el 13 de noviembre de 1968, María Elena Giusti, nuestra sin igual campeona de nado sincronizado. Cualquiera diría al escucharla hablar que los zulianos son tan regionalistas que ni los años fuera del país, ni el haber aprendido otros idiomas han podido borrar el inconfundible sonsonete que los identifica al hablar. El mismo tonillo que a lo mejor ha contribuido a que se identifiquen como uno de los estados más musicales de nuestro país.
Mientras más se estudia más se aprende: “Estudié gimnasia y ballet mientras realizaba mis estudios de primaria. El colegio tenía deportes como voleibol, básquet pero yo estaba más interesada por la danza y la gimnasia que era donde tenía más habilidades”.
Con en nacimiento de la Giusti les nació otra estrella a los zulianos, le dieron a Venezuela otro motivo de orgullo, sobre todo en un área tan difícil como el deporte. A la hora de hacer lista sobre los innumerables aportes que ha hecho la región al desarrollo del país, no faltará la mención  a una campeona que en su momento llenó las páginas de nuestros periódicos quienes contaron sobre las glorias que nos brindaba en las importantes competencias en que participó.
De un primer contacto hacia el camino de la vida: “Nos vinimos a Caracas por dos años. Estudié entre 5 grado y 1 año de bachillerato y no hice nada de deporte. Luego regresé a Maracaibo, retomé el ballet y tuve relación con el nado sincronizado. Había un grupo donde yo iba y me gustó porque se parecía mucho al ballet. En esa época también hacía tenis. El ballet clásico me ayudó de manera muy importante para comenzar en el nado sincronizado el 16 de junio de 1982, porque da flexibilidad y extensión, lo cual se utiliza mucho”.
EL PASO DEFINITIVO HACIA EL DEPORTE
No se descubre de la noche a la mañana el camino que deseamos seguir. María Eugenia decidió seguir el camino al deporte. Una entrega que exige.  Una rutina que responde al entrenamiento constante. Una decisión que pone de por medio al cuerpo, el cual debe responder con una entrega total en una lucha que significa la búsqueda de objetivos específicos e incluso la búsqueda del poder en un ámbito donde el competir marca el encuentro constante.
Siempre existe una batuta: “Mi primer entrenador fue Francisco Gutiérrez, quien hoy es juez de nado sincronizado de la Federación Internacional de Natación Amateur. El ha seguido conmigo, se ha mantenido involucrado dentro del nado sincronizado. Ahora está allí mucho más como mi amigo, como un hermano mayor”.
Moverse en ese mundo que parece tan ajeno a quienes  no forman parte de él, significa mucho más que el reto mismo de sobresalir, significa casarse con una actividad que formará parte inequívoca del día a día, significa una forma de vida y la toma de decisiones acertadas en el momento adecuado.
La exigencia hace la diferencia: “Hay una relación extraña. Yo recuerdo como atleta que tenía una relación amor-odio con mi entrenador. La mayoría de las veces la detestaba, pero en ocasiones en que estábamos un poquito más alejadas de momentos como el de la piscina, sentía que me caía bien, que podía conversar con ella. En la piscina la odiaba, y no dudo que hoy tengo atletas así. Hay una relación de amistad que no es amistad, porque confías algunas cosas en tu entrenador, pero realmente no es tu amigo. Es como una autoridad, pero necesitas hablarle de algunas cosas que te afectan. Es una cosa extraña”.

El deporte es mucho más que una carrera que se emprende en la búsqueda del triunfo. Es sacrificio, disciplina, constancia. Significa también ponerse en las manos de otros quienes indicarán el camino a seguir, con lo cual se lucha contra la arrogancia  y se consolida lo que debe ser entendido como un trabajo en equipo.

La realidad está en el trabajo continuo:   Comencé a entrenar sábado y domingo. En principio fue como una cosa muy buena, como hacer un lindo show, como un espectáculo para complacer a los padres y luego en una oportunidad en que tuvimos una exhibición vino el entrenador  Lucca  Di Maestro, que lo trajo  desde Italia, el Instituto Nacional de Deportes del Zulia. Observó, buscando atletas para unos juegos juveniles de la época y entre las que escogió estaba yo. Empezamos a entrenar para los juegos juveniles del año 83. Ya ahí hubo como una transición en la que yo estuve como tres años con Francisco y tres años y medio con Lucca. Estando con él tuve más exposición a nivel nacional.

A veces gloria y corona de laureles. A veces soledad y anonimato. El deporte es mucho más que un reto, es una exigencia del cuerpo y del espíritu que se abre paso entre grandes zancadas, golpes certeros, brazadas, armonías y desarmonías.  Escudriñar en la vida de un deportista nos lleva a pensar que hay que nacer para ello y que a su vez hay que saber casi preñados de certezas el momento en que debe hacerse la gloriosa retirada, sin arrepentimientos, ni nostalgias

Entrenamiento o destino: Cuando fui escogida para esta selección con Lucca fuimos a competencias nacionales. De esta forma el deporte se hizo más una disciplina, no era un hobby,  era algo mucho más formal. A partir de allí tuve como mucha suerte, porque yo no era una de las mejores a nivel nacional. En esa época las líderes eran las de Táchira. Hubo un chequeo para un campeonato internacional, un sudamericano que iba a ser en el Zulia. Si hubiesen venido todas, yo hubiese quedado fuera de la selección, pero las del Táchira no vinieron al chequeo y yo quedé. Fui por suerte a ese campeonato que fue mi primera participación internacional en Brasil y quedé muy bien.

DESTINO IRREMEDIABLE
De forma constante hay por allí un esfuerzo, un torneo, una competencia, un triunfo que merece algo más que las líneas habituales. Entre tanto se definen los espacios continúa escribiéndose una historia en la que con fuerza sorprendente se destacan los deportes relacionados con el agua, a través de los cuales se ha conseguido una figuración de relevancia.
Un camino de suerte: “Ya mucho más adelante cuando estaba ubicada como la número 6 en el mundo, fui a las Olimpiadas y quedé novena. Quedé mal para mí. Eso significaba que para el año siguiente yo no calificaba para ningún campeonato, porque tenía que estar dentro de las 8 primeras. Cuando ya tenía eso asumido y me había dicho que tenía que empezar a entrenar para otras cosas, me llamaron 10 días antes de una competencia para decirme que una de las atletas no podía ir, que si yo podía hacerlo. Eso fue pura suerte. No tuvo que ver nada conmigo, ni con mis entrenamientos.  Me presenté y salí bien, quedé nuevamente como sexta. Yo creo que esos dos momentos de mi carrera fueron muy cruciales para avanzar”.

En los últimos años por hacer honor a quien honor merece, podríamos decir que hemos visto ondear nuestra bandera en pabellones tan importantes como Barcelona, España, República Dominicana, Atenas, Canadá, México y Estados Unidos. Puede que sea la influencia de nuestra ubicación geográfica y ese sol casi permanente que nos invita a establecer una importante conexión con el agua lo que ha hecho  que la natación, el nado sincronizado, el polo acuático, los saltos ornamentales o clavados y las competencias de aguas abiertas sean el camino elegido por tantos nombres que siempre serán parte de nuestra historia.

El camino de lo que no se ve: “Este es un deporte subjetivo. Una vez que te destacas, los jueces te ven con otros ojos. Las puntuaciones cambian, y realmente una va mejorando porque vas aprendiendo. En cada competencia uno ve otras cosas que luego aplicas, como me pasó a mí en ese campeonato. Este es un deporte de apreciación. No es de toque, no es de tiempo, no es de marcas específicas, ni de distancias.  Nada de eso. Se trata de decir, bueno, aquí está mi rutina, ellos la ven y dicen que les parece. Al ser subjetivo se presta a preferencias, porque este es de mi estado o porque es de mi grupo, le voy a poner más. No solamente porque te ven mejor técnicamente, sino porque ya fuiste a un campeonato internacional te dan más puntuación”.
Luis Villarroel, Ramón Fumadó, Ricardo Montenegro, Leonardo Rodríguez, Arlene Semeco, María Carolina Rivera, Diana López, Ximena Vilar, María Rodríguez, Erwin Maldonado, Oswaldo Quevedo, Luis Rojas, Albert Subirats, Raymond Rosal, María Cecilia García, Geraldine Narváez, Nineth Martínez, Alejandra Amaya, Irene Valls, Verónica Sánchez, Cinthia Bell, Greisi Gómez, Egleen Martínez, Rita Elena Rubino. Xomar Vilar, Andreína Díaz, Selene Reg, Jesvia Alvarado, Yessenia Bastardo, Stephanie Rivero, Rocío Galue, Carol Cáliz, Fabiola Godoy, Serginel Maza, Amelia Aldana, Thais Suárez, Gregory Aguilar Cerrando, Danny Chocrón, Rolando Salas, Ibelis Rivera y Oriana Galindo, son solo algunos de nuestros más destacados representantes en las diversas especialidades, que están estrechamente relacionadas con el agua y en las que tratar de mencionar a todos aquellos que han logrado una participación más que activa o destacada de alguna forma sería pretender llenar un sin fin de páginas. Allí tendría que figurar María Elena casi de forma inevitable como quien descubre que hay un camino trazado para el cual hay que estar preparado y comenzar a recorrerlo sin dilaciones.
La evaluación marca una diferencia. “La gente entiende que hay deportes de apreciación y deportes de marcas y de tiempo. Simplemente son distintos. En principio había la discusión de si el nado sincronizado era un deporte o un arte.  La diferencia está en que el arte uno lo ve, lo contempla, no es una competencia. Uno no participa en contra de alguien, ni siquiera de uno mismo simplemente es para agradar. Un deporte no, implica la competición por medallas, puntuaciones, etc.”

MÁS ALLÁ DE LA FRONTERA
El deporte siempre ha sido un reto a tal extremo que se convirtió en la gran bandera de la Grecia más lejana, quien nos deja el legado más importante para la historia de la humanidad en dichas lides, como lo son las Olimpiadas. Pero no hay duda que el desarrollo en el campo deportivo toma forma en cada país según sus niveles de desarrollo. Las grandes potencias económicas se han caracterizado también por ser potencias deportivas, al punto de convertir el área en especializaciones universitarias, periódicos especializados y canales de televisión.
El triunfo está afuera. Ana Micarela una atleta venezolana que estaba en estados Unidos entrenando y que era la máxima exponente del nado sincronizado vino a Venezuela a entrenar con nosotros para un juego centroamericano, en ese momento yo era la número uno del país y ella me sugirió que me fuera si quería seguir con el nado y mejorar. En enero de 1987 me fui a Estados Unidos a entrenar, allí estuve 8 años en Ohio State University. Realicé mi carrera, entrené para las Olimpiadas, realicé un postgrado. Fue el auge de mi carrera deportiva. En ese tiempo tuve varias entrenadoras importantes, como Mary Jo Ruggieri, Holly Vargo Brown  y Linai Vaz De Negri. Regresé en diciembre de 1994 para ir a los Sudamericanos. Esa fue mi última competencia en el año 1995.

En los países del tercer mundo, en unos más que otros el deporte forma parte de uno de los tantos problemas que se enquistan en unos pueblos que aun no encuentran su camino en un sin fin de cosas. La falta de respaldo económico, la falta de instalaciones o el poco mantenimiento de las mismas, forma parte de un día a día en el cual la escapatoria se vislumbra a través de las individualidades que a fuerza de empeño y de talento descuellan.
Decisiones irrevocables.  “Mi papá era el que más metía la puyita de que me fuera. El entendía, mientras yo pensaba calladita qué significaba eso, otro país, otro idioma. Finalmente fue una decisión en familia, en la que yo no estaba obligada, sino que había más bien un apoyo incondicional, donde se me decía que si me quería venir no había problema.  Yo nunca podría decir que mis padres me obligaron a hacer nada, que tomaran decisiones por mí. Nada de eso. Siempre estuvieron ahí. Yo a veces llegaba de los entrenamientos y decía que me quería salir, entonces mi mamá me decía que me saliera. Después que tenía aquella respuesta me decía a mi misma que no lo podía hacer. Me tiraban la pelota a mí para que yo tomara las decisiones que tenía que tomar. Me ayudaron, primero en dejarme tomar mis propias decisiones. Eso es muy importante. Me ayudaron también porque ellos fueron fuertes, no estuvieron con eso de que me extrañaban. Siempre entendiendo que lo que yo hacía era importante para mi. Mi decisión en 1994, cuando me venía de Estados Unidos y ya había ido al último mundial y la decisión de ir al Panamericano, la hablé con ellos. En esta última, estaba mi esposo, lo hablamos los cuatro.  Siempre todo en familia, con mucho apoyo y eso tengo que decir que se los agradezco enormemente. Yo veo padres que son fanáticos de lo que están haciendo los hijos, estos se obstinan porque no solamente tienen entrenador en el campo, sino en la casa, no sirve así. Hay otros que no les importa. Ellos siempre fueron el nivel perfecto de apoyo”.
Venezuela no se escapa de esa historia de vaivenes en medio de la cual se han destacado valiosos hombres y mujeres que en diversas disciplinas nos han permitido vivir nuestros momentos de gloria. El boxeo, el atletismo, la natación, han servido de marco para inscribir en la historia deportiva del país, valiosos nombres que con el tiempo parecemos olvidar pero que están allí. En algún lugar, en la memoria de unos, en las historias de otros.
Entre la espada y la pared: Es como un shock.  Cuando me fui a Estados Unidos yo tenía 18 años y dejé a mi mamá, mis hermanos, mi casa, mi país, por lograr mi objetivo. Se producen sentimientos encontrados en esos momentos porque uno sabe que tiene un objetivo. A esa edad la gente sale con sus amigos, vienen y van. Yo entrenaba todos los días y hay momentos en que a pesar de que es una decisión de uno piensa: Caray, que fastidio. Puede significar dejar a un lado otras cosas que también son importantes. Es como un tira y encoge.  Ahora entiendo que eso que yo decidí me dio otras satisfacciones que los demás no tienen. Hay una mezcla de emociones encontradas porque uno está queriendo hacer las cosas propias de la edad, pero a la vez entendiendo que si no entrenas lo suficiente, que si no estás las 5 horas que tienes que estar en la piscina, no vas a lograr lo que quieres. Entonces uno tiene que pensar que habrá tiempo para otras cosas y las vas dejando. No quemas etapas y al finalizar vuelves atrás. Tienes 30 años y quieres salir. Pero bien, yo no me puedo imaginar la vida sin eso.  Además eso de estar fuera, vivir en otro país, aprender otros idiomas, estrellarme con tantas cosas que en ese momento fueron difíciles, todo eso me hizo crecer y ser más fuerte. Me dio instrumentos para la vida.

María Elena está allí como un ejemplo que ella amarra no sólo a su preparación y sus condiciones, sino a las circunstancias que rodean esas posibilidades de desarrollo. Mientras cuenta pareciera que cuida mucho de las palabras, tratando siempre de hacer un claro equilibrio entre las personas que menciona a lo largo de su historia.

Para todo habrá un tiempo: No tenía muchos amigos, no es que no los quería tener, sino que yo no salía. Mientras los demás iban a fiestas o conciertos yo me tenía que parar a las seis a entrenar. Esos grupos estuvieron siempre juntos. Después de todos estos años, me he conseguido con gente de esa época que hemos sido amigos ahora. Es como retomar un poco lo que no hubo en el momento. Ahora yo puedo y ellos nunca cerraron las puertas. Claro tengo amigos contados quienes realmente me quieren.  Yo tengo satisfacciones y ellos tienen otras distintas.

Más allá de la ventana en que quizás en más de una oportunidad vio como se alejaban los demás, había algo que seguramente muy pocos entendían, pero que con el paso tomó forma y se volvió una realidad, no sólo para aquella joven cargada de empeño, sino para todos los que la rodeaban.

País y deportista en un solo cuerpo: “Yo siempre tuve apoyo nunca tuve problemas, en cuanto a competencias, pasajes, etc. El país siempre estuvo ahí. En ese momento en que me voy yo era la primera figura del nado, fui a muchas competencias directo desde donde vivía. Siempre salía algo por el periódico, siempre había apoyo no solamente de la prensa, sino del Instituto Nacional de Deporte, de mi Federación. Yo me fui y estaba logrando mis objetivos, mis metas, aquí se quedó un poco de gente que a lo mejor pasaron por problemas, pasaron mucho trabajo por lo que se pasa siempre que es que en general, no llega el presupuesto, o que pasaron los papeles de aquí para allá. Todos esos problemas que ahora como entrenadora, los paso. Mis atletas los pasan”.

PREPARANDO EL MAÑANA
El camino para muchos está afuera y una vez que han logrado trasponer las fronteras no ven la vuelta atrás. Otros han llenado sus cabezas de laureles y han visto relucir los metales que les distinguen sobre su pecho para iniciar con ello el camino hacia la autodestrucción, por la falta de educación, preparación y claridad de objetivos. Entre tanto en nuestro país, las primeras páginas solo reseñan los grandes triunfos y poco es el resto del espacio.  No contamos con un seguimiento del día a día, o con la reseña que nos plante frente a aquel que trabaja de sol a sol por conseguir el éxito.  Algo que nos acerque a esos hombres y mujeres que permiten ondear nuestra bandera en señal de lo que somos capaces, a pesar de tantas ausencias.
No dejes para mañana: “Este es un deporte amateur, no paga. No se hace dinero para nada. Yo nunca recibí un centavo, jamás me pagaron por hacer esto que me gustaba. Lo hice por convicción, por pasión y no me arrepiento que haya sido así. Ahora, el Estado les da una beca, si ganan medallas de oro les dan cosas como carro y casa. Eso yo jamás lo vi. Lo hacia porque realmente sentía que quería hacerlo, no por una recompensa como no fuera la de la medalla.  Por eso es que estudié paralelamente una licenciatura en Educación Física. La idea era al regresar, hacer una carrera como entrenadora, como profesora, que es lo que estoy haciendo ahora. Estudié 4 años y medio y después hice un post grado en administración y mercadeo deportivo. Yo sabía que no podría durar como atleta todos los años que me gustarían”.
En María Eugenia encontramos la respuesta de quien se había forjado desde muy pequeña. Allí está esa mujer que destaca en 3 juegos Panamericanos, en los cuales obtiene medallas en dos oportunidades, bronce y plata o su participación en los campeonatos mundiales en que clasificó en los puestos quinto y sexto. María Elena es también historia de los juegos Olímpicos de Seúl en 1988 y Barcelona en 1992, en los cuales ocupa el decimotercero y el noveno puesto respectivamente.
Un solo granito no hace…: “En Estados Unidos es muy fácil. Allá funciona todo porque el gobierno no subsidia el deporte. Se ocupa la empresa privada. Aquí no funciona igual, tenemos el Instituto Nacional de Deporte que su objetivo es subsidiar y no funciona del todo. Sobre todo en deportes como el mío, porque en otros como fútbol o básquet, ellos tienen patrocinantes y no hay problemas. Aquí todo es más difícil sobre todo en deportes. Habrá uno que otro patrocinante pero no hay esa cultura de las empresas de ayudar el deporte. En Canadá lo ayudan ambos. Tienen como una cosa paralela entre el Estado y la empresa privada.  Hay mucha más información que funciona dentro del país”.
Pero más importante aún parece ser la claridad hacia el mañana. Es por ello que cada momento vale por sí mismo, en la búsqueda irremediable no sólo del triunfo sino de la seguridad. Se graduó en Educación Física en Ohio State University, no conforme con eso, emprende un nuevo reto y en el año 1994 culmina su post grado en la misma universidad.  Con el recibimiento de su título estaba construyendo su futuro, una vez más. En ese momento complemento total de sus triunfos porque todo el tiempo que duraron sus estudios integró el equipo de nado sincronizado de la universidad, representando de forma alterna a Venezuela en todas las competencias en las que nuestro país requería de su participación.

UN RETIRO A TIEMPO

Hay quien dice que no hay nada más importante que saber cual es el momento preciso para emprender la retirada y hay carreras, especialmente en el deporte en el que el mismo nivel de exigencia al que se somete el cuerpo, acortan el tiempo. No se trata de canas ni de arrugas, se trata de un rendimiento que enfrenta al hombre a los límites de sus capacidades. No se trata de una máquina en quien se remplazan mecanismos. Se trata de un cuerpo sometido a una exigencia constante. Se trata además de unos objetivos que deben estar claros, porque se definen en si mismos a través de sus reconocimientos.

Una decisión a tiempo: “Tenía trece años nadando cuando decidí que era el momento de retirarme. Con las razones más validas que eran que de ahí para adelante no me iban a dejar seguir. Llegué a ocupar el número 5 en el mundo, por encima de mí estaban Rusia, Japón, Estados Unidos y Canadá. Países que han tenido una trayectoria y una historia. ¿Cómo va a venir una venezolana a romper este esquema? Creo que así hubiera sido. Estaba segura que iba a ser muy difícil para mí como atleta. Yo podía mejorar pero ellas también. Técnicamente yo podía lograr ser mejor que algunas de ellas pero la parte de los jueces no lo iba a permitir. Tomo la decisión de retirarme en 1994 en el campeonato mundial. En marzo venían los juegos Panamericanos, me plantee que tenía posibilidades de ganarlos y decidí después de algo muy pensado y planificado continuar hasta esos juegos. Fui a los Panamericanos, me retiré y nunca más nadé después de eso. Me sentía en mi mejor momento que fue precisamente lo que yo quería. Yo no quise hacer un retiro gradual.
Hoy la Giusti tiene más de 10 años retirada pero es sin duda un ejemplo no superado aún en su categoría. En el año 1992  la vimos portar el fuego centroamericano, entrando con él al estadio olímpico José Encarnación "Pachencho" Romero de Maracaibo en la inauguración de los XVIII Juegos Centroamericanos y del Caribe,  honor que compartió con Arquímedes Herrera, Rafael Vidal, Rafael Romero y Pedro Gamarro. En ese momento quizá ya vislumbraba que sus apariciones públicas irían disminuyendo y comienza el proceso de la pregunta continua.
Castillos y glorias, no. “Lamentablemente uno no puede vivir de haber llegado a campeón del mundo, o puede vivir hasta ciertos momentos. Después uno tiene que entender que quema ciertas etapas y que tienes que vivir con otras cosas. Esa gente que ha pretendido ser lo mejor en su momento y después vivir de la fama y la gloria se estrella. Por eso hay que tener una profesión, una carrera. Yo planifiqué de manera que no fuera a caer en una cosa de esas.  Esos son momentos de la vida de uno que van a quedar con uno. La gente te aplaude y después se le olvida. Los recuerdos son de uno y de nuestra familia. No puedo negar que a veces cuando las muchachas están en competencia me encantaría estar ahí, pero eso no me llena de tristeza, ni nada de eso. Pasé mi etapa, cumplí con todos los objetivos, alcancé mis metas, fui feliz. Pasé mucho trabajo pero no por eso en los momentos que lograba mis objetivos dejé de ser feliz. Tuve mis derrotas como todo el mundo y ya eso pasó. Hoy tengo mi hijo, tengo un trabajo. Cumplí con ese momento de mi vida y ya tengo otro y así seguirán pasando otras etapas”.
Sin duda no son decisiones fáciles, porque significaba a muy corta edad, pasar la página, sin embargo, una vez tomadas María Eugenia insiste que para ella no hay vuelta atrás. Su seguridad refuerza no sólo sus decisiones, sino que abre nuevas puertas que permitirán traspasar sus limites hacia un nuevo camino, en el cual como es ley de vida habrán nuevos objetivos planteados, nuevos retos sobre los cuales trabajar y objetivos que cumplir. Más allá del triunfo personal, empieza también a vislumbrarse un compromiso y la necesidad de retornar vía la enseñanza, lo recibido.
De vuelta a la realidad: “Cuando regresé de Estados Unidos graduada de ambas carreras comencé como entrenadora en el Zulia. Terminé en marzo y en mayo comencé a trabajar. Allí estuve 9 años. Después trabajé dos años en el colegio internacional en Maracaibo que se llama Escuela Bella Vista. Luego me mudé a Caracas donde hago ambas cosas en el Colegio Internacional y en el Sport Center Los Naranjos donde entreno un grupo”.

DESDE LA ORILLA
María Elena emprende el reto de ser entrenadora con la misma energía con que transitó por el camino anterior. Con una fuerza inusitada hace de cada hora un compromiso en el que pone todo por transmitir, dialogar y concretar junto a quienes les toca la responsabilidad en medio del agua. Es así como también ha logrado destacarse como entrenadora, posición desde la cual ya ha logrado participar en los juegos centroamericanos, el campeonato centro americano, en los juegos Panamericanos, en el Junior World Championships,  en el World Championships y en los juegos Olímpicos del 2000. 
Una nueva visión: “Era como raro porque yo como atleta tenía el control me lanzaba a la piscina y sabía lo que tenía que hacer. Si me salía mal era yo, como entrenadora no y eso para mi fue muy difícil, superar el que las niñas se van a lanzar al agua y yo no sé lo que van a hacer y el estrés. Una cosa es entrenarlas y hacer lo mejor pero después son ellas las que se van a lanzar. Mi primer año en ese sentido fue terrible”.

Hay entrenadores quienes descubren a alguien con talento y se entregan en alma, vida y corazón a la preparación de esa promesa. Este es un trabajo que implica, riesgos, sacrificios y sobre todo tiempo.

No es de la noche a la mañana: “Tengo muy poco tiempo por lo que realmente no me puedo dedicar a hacer escuela. Me encantaría cuando llega una muchacha nueva, empezar a trabajarla. Se empieza a cultivar, hay que explicarles que no es un deporte donde se va a ascender fácilmente. Es difícil, no es como la natación que a los tres o cuatro meses ya estás nadando, ya estás pateando, paseando los brazos. Este deporte no es así, es un deporte de mucha repetición. He tenido muchas niñas que se cansan, se fastidian, porque pensaron que podían hacerlo rápidamente. Hay que hablarles sobre lo que es difícil, que les va a encantar, que van a aprender de las otras y ponerles pequeñas pruebas que se conviertan en incentivos ya que las practicas son aburridas. Hay que estimularlas compitiendo, que monten un solo con lo que han visto, para poder incentivarlas”.
En ese trabajo diario la presencia del entrenador forma parte de un lazo indisoluble entre el que dirige, supervisa, evalúa y el que hace.
Historias que se repiten: “Cuando comencé era una dictadora, ahora soy más democrática. En principio era muy estricta porque venía de un sistema muy estricto y fue lo que traté de implementar aquí, horarios, que llegaran a tiempo, los entrenamientos. Yo era muy fuerte, pero después, la cultura en sí lo arrastra a uno. Un día te llega una cinco minutos tarde, después otro día a lo mejor soy yo la que no puede llegar a la hora, así que la cosa se va relajando un poco. Por otra parte oigo más las opiniones de las muchachas. Digo siempre que vamos a hacer las cosas en conjunto, a lo mejor me paso porque hay cosas que yo debería decidir. Es así porque lo decido yo y punto. Creo que ese no es el camino porque este deporte en especial es un deporte creativo. Si yo estoy armando una rutina con una música creo que no les puedo decir lo que yo voy a hacer, porque yo no la voy a nadar, la van a nadar ellas. Además nueve cabezas trabajan mejor que una sola. Por eso la opinión dentro del nado es muy importante. No se trata de que piensan de mí, sino de lo que es el deporte en sí. Las coreografías, los entrenamientos”.

En el nado sincronizado  se observa a simple vista la necesidad de un trabajo en equipo. Si falla una será más que suficiente para haber terminado con el trabajo de las demás.

Preparando el camino: “El trabajo se empieza desde cero, primero hacemos lo que se llama una tormenta de ideas, escuchamos música, se define que escuchamos. Hay un trabajo teórico primero. Le buscas los conteos a la música, definimos que se puede hacer, un salto, una acrobacia, etc. Decidimos probar cosas. El entrenamiento es diferente al principio que cuando estas muy cerca de una competencia. Hay momentos es que es entrenamiento de resistencia, se hace natación. Después eso se va acortando mientras vas aumentando objetivos más específicos del deporte en sí. Se aumenta el tiempo bajo el agua, se empieza a agarrar resistencia pulmonar para mantenerse abajo, haciendo brazos, piernas. Aumenta el trabajo en las rutinas definidas con las que vas a competir. A su vez, tengo padres muy colaboradores. Están encima de mí para que yo haga las cosas. ¿Mandaste el fax, mandaste el mail? Eso me alegra porque es muy importante tener el apoyo de ellos para lograr las cosas”.

El entrenamiento en el nado sincronizado es muy importante. Tanto la técnica como la creatividad son evaluadas y tomadas en cuenta en cualquier competición.

Formando el relevo: “Trabajé con dos atletas que logramos que clasificaran para las olimpiadas en el 2000. Ese momento de estar allá, con dos atletas que había preparado yo y en Venezuela, fue muy importante para mi. Lo logramos con mucho trabajo. Enfrentamos muchos obstáculos para que nos llevaran al pre Olímpico. Después de haber clasificado no sabíamos si nos querían llevar. Para mi como entrenadora ir a los Olímpicos fue mi mayor orgullo por todo lo que hicimos. Después de eso creo que la mayor satisfacción es cuando las muchachas se lanzan al agua y  lo hacen bien, excelente. No importa el resultado. Que ellas salgan y yo les diga que lo hicieron excelente así queden de ultimas, es la mayor satisfacción. Que ellas se sientan bien, es lo más importante”.
María Elena se refiere a Jenny Castro y Virginia Ruiz quienes como las dos nadadoras más destacadas del país conforman un equipo.  No incidió para nada la obvia  diferencia de estatura que existía entre ambas y que podría haberlo complicado todo.  Este se convirtió en el primer dueto que asistiría en la historia de la natación venezolana a unos Juegos Olímpicos. Allí estaba María Elena Giusti, desde la orilla, entrenadora exigente y emocionada, apostándolo todo al éxito de sus pupilas quienes vencieron paso a paso el clasificatorio y el viaje a Sydney, sede del premundial. Quizá por su memoria corría el recuerdo de cuando ella hiciera dueto con María de Los Angeles Henríquez. El triunfo de Castro y Ruiz no se hizo esperar.
Una nueva vida: “Virginia vive en Maracaibo. Es visitador médico. Le va muy bien. Además ella es contadora y Jenny Castro es economista. Ella y su esposo tienen dos tiendas deportivas. Una en Mérida y otra en Puerto Ordaz y les va excelente. Cada quien se retiró de manera distinta. Aunque tuvieron contratiempos en los equipos nacionales donde estaban y ambas se retiraron por eso, no porque en el fondo realmente lo quisieran, pero lograron entender que se acabó y que tienen otras cosas que pueden hacer. Van a vivir ahora, a desarrollar sus carreras. No creo que estén nostálgicas en volver, ni mucho menos. Eso fue importante, porque no quedaron en el limbo”.

UN DEPORTE LLAMATIVO

Fuerza, potencia, capacidad respiratoria, gracia, flexibilidad, elegancia, disciplina, belleza toman forma todas juntas en medio del agua. Con unos cuerpos que servirán como el mejor instrumento de expresión imaginable. Muchos lo ven como un ballet dentro del agua con lo cual se duplica su valor combinando el arte y el deporte, dos de las disciplinas más exigentes en su preparación.

La primera competencia de nado sincronizado se realizó en 1890 en Berlín y entra por primera vez el año de 1948 en los Juegos Olímpicos como deporte de exhibición y así se mantuvo hasta 1968. Por primera vez se entregan medallas de reconocimiento en sus tres categorías de bronce, plata y oro en el año 1984.

Entre lo llamativo y lo fuerte: “Llama la atención porque es un deporte desconocido y es vistoso. Es extraño para la gente entender que estamos en una piscina y logramos sincronizarnos una con la otra. Se preguntan como se hace para estar tan exactas. Ahora se conoce más el nado sincronizado y tenemos un mayor número de atletas. Se ha extendido a nivel nacional aun cuando no existe el apoyo en todos los estados. En Miranda, Distrito Capital y Aragua lo hay porque es donde el deporte se ha desarrollado más”.

El nado sincronizado se puede practicar en solos, dúos o en equipo de ocho nadadoras, las coreografías están acompañadas con música y duran entre dos y cuatro minutos. Para calificar el nado sincronizado se emplea un puntaje que va del cero al diez, considerado ésta como la máxima calificación recibida. Toda participante presenta tres rutinas: una técnica, una libre y una final que generalmente es libre también.

En la variedad está la fortaleza.  En el nado sincronizado los entrenamientos incluyen muchas otras áreas, incluyen pesas, natación, flexibilidad que también hacen los gimnastas. Algunas niñas practican acrobacias, porque necesitan hacerlas en el agua. Se cultiva el físico de la persona para poder hacer estas cosas. Lo mismo podría decirse sobre la danza, pero ella es espectáculo, el nado sincronizado no, es una competencia.

Se podría perfectamente considerar como un deporte joven que ha sido de gran atractivo en nuestro país, en el cual se ha ido extendiendo su práctica hasta el punto que ya destacan los equipos conformados en diversas regiones, en las cuales niñas y jóvenes practican llenas de entusiasmo. Destacan los equipos conformados en el Club Flamingo Diez de Monagas, el Centro Italo de Caracas, el  Albatros Sincro Club, Premier del Zulia, el Centro Español de Maturín, el Club Deportes Acuáticos CIVO de Anzoátegui, el Centro de Natación Carabobo, el  Lago La Salina de  Zulia y el Centro Italo de Miranda.

Imponiéndose lo femenino: “No hay varones en el nado sincronizado. Es un deporte totalmente femenino. En Estados Unidos y en Francia hay uno que otro. En Estados Unidos hay uno muy relevante que ha estado en selecciones nacionales, pero no puede competir en campeonatos mundiales o en Olimpiadas. La Federación Internacional de Deporte Amateur no lo ha permito todavía. Yo he visto a ese muchacho formando pareja con una muchacha y han logrado rutinas magnificas, rutinas que son impresionantes, con ellos ves las cosas que pueden hacerse y la emoción que le traen al deporte. Ellos logran atraer la atención de todos con su pasión. El se llama Bill May y está en el Circo del Sol en Las Vegas”.

EL PRESENTE ES LO MEJOR

Nada de ausencias o nostalgias, porque todo tiene su tiempo y su espacio en la agenda de María Elena Giusti, al punto que nos preguntamos hasta donde puede ser completamente cierta dicha afirmación. Los dobleces parecen no formar parte de sus reflexiones actuales porque se muestra lo suficientemente segura frente a lo que significa el triunfo y el éxito, sus ventajas y desventajas y lo efímero que puede ser todo, si nos quedamos colgados de las fantasías que arrojan tales situaciones.

Hoy por hoy. “Desde las 7 y 30 de la mañana hasta las 4 de la tarde estoy en el colegio. A las 4 de la tarde me voy al Club y estoy hasta las 8 de la noche en la piscina, no tengo tiempo para nada. De bromita veo a mi hijo.  Yo no me meto al agua, no me lanzo, no hago los entrenamientos pero estoy ahí. Estoy realizada no solamente como atleta, sino como entrenadora, como mamá. Me encantaría poderle dedicar mas tiempo a mi hijo y ayudarlo más. Haber tenido un hijo, lo bello que está, ya para mi es un logro. Yo no he sido una mamá de estarle diciendo a mi hijo lo que hice. Yo creo que esas cosas más bien dañan a los niños, porque entonces empiezan a pensar que ellos tienen que ser mejor que uno y comienzan a hacer cosas y si no las hacen, comienzan a sentirse mal. A él más bien le encanta la música, cantar, le gusta la natación. Yo traté de que hiciera otros deportes y no pude. El se enterará algún día cuando sea maduro y lo pueda tomar como algo normal”.

Con una voz suave pero firme precisa cada una de sus frases. En su narración parecieran quedar al margen los sentimientos y se percibe un orden en el cual no es nada fácil, llegar a las emociones. La carrera de la Giusti se forja con un trabajo diario y la participación en una serie de competencias de eso sí que no hay duda, por eso su  nombre se encuentra hoy en día  en el Salón de la Fama, ese en el cual se encuentran los nombres más relevantes de la natación Venezolana, nadadores, dirigentes, jueces, árbitros y entrenadores quienes han alcanzado lugares de excelencia que deben ser reconocidos como tales y entre los cuales se encuentran Alfonso Victoria, María Simona, Ramón Artigas, Anneliesse Rockembach, Teodoro Capriles  (Hijo), Rafael Vidal, Alberto Mestre, Ramón Volcán, Ileana Morales, Ricardo Vera, Esther Carriles, Laura Varela, María Mercedes Carriles, Maria Hung, José Alberto Umaña, Elida Párraga de Alvárez, Manuel Marín Lizarralde, Diego Jiménez y  Roberto Hauswedell.

El reconocimiento, una respuesta: “Creo que sí significo algo para mi país, he sido reconocida dentro del deporte. Siento que puedo ser lo que he sido para muchos niños, un modelo a seguir. Una de las razones por la que me dediqué a esta carrera como entrenadora fue precisamente por eso, porque tenía ese compromiso, con el país, con el deporte. Tanto me dio a mi el deporte que yo quería siempre retribuir. Estar en el Salón de la Fama es un reconocimiento a la carrera, al sacrificio. Estoy en el Salón de la Fama de la Asociación y también estoy en el Salón de la Fama de la Universidad en Estados Unidos. Honor que me dieron el año pasado.  Esas son las cosas que te hacen pensar. La gente de verdad, lo recuerda a uno y ve realmente lo que uno hizo. Con mucho orgullo he recibido esos dos reconocimientos”.

Sin embargo, en medio de tantas seguridades el futuro desconcierta y entre risas y un silencio prolongado se trata de alcanzar una respuesta. María Eugenia es muy joven, demasiado joven para estar hablando de retiradas, sin embargo pareciera que lo que queda más claro es un camino definido por objetivos, donde cada vez que se alcanza uno de ellos, lo que se está es definiendo un nuevo triunfo. Por ahora sus expectativas están puestas en Greisy Gómez y Verónica Sánchez.

Del futuro no se habla. “Por ahora creo que mi meta como entrenadora es el ciclo olímpico 2008. De ahí en adelante no sé. Estoy muy corta de tiempo, estoy tratando de ver como manejo las dos cosas entre el colegio y el nado para que todo salga bien y no le falte a ninguno de los dos. Tengo dos muchachas que son excelentes que creo que tienen el talento suficiente. Voy a tratar de concentrarme en el trabajo que tengo que hacer con ellas. Después no sé”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bella historia la de María Elena. Sin duda un ejemplo a seguir.

Anónimo dijo...

Es mi profesora de gimnasia ahora en el colegio CIC de Caracas!!!