2010/02/28

ISOLDA SALVATIERRA

A TIEMPO COMPLETO


Estas historias de lucha política tienen sonido a rumor. A esos rumores que se deslizaban temblorosamente de rincón en rincón, recorriendo zaguanes, corredores y anteportones, hasta quedarse prendidos del corazón, casi como que si colgaran de un hilo. Son muchas las voces que una y otra vez han contado la historia, esa misma que de tanto repetirse unos cuantos comenzaron a hacer suya. Lo cierto es que eran muy pocas las casas donde no hubiera alguien luchando de una manera o de otra para salir de la dictadura. Eran también unas cuantas las casas donde las mujeres hicieron suya la lucha, por encima de los silencios, por encima del “niña de eso no se habla” o de la casi prohibición a opinar, porque las voces débiles no tenían derecho a ser escuchadas.

La mujer venezolana se ha mostrado siempre valiente, en sus luchas personales, como madre y también en la política. Una larga lista de nombres se ganó el derecho a que ellas y sus descendientes pudieran gritarles al mundo que éramos libres. Una de esas luchadoras pertinaces  ha sido sin duda Isolda  Heredia de Salvatierra, para quien la tarea desarrollada desde distintos escenarios ha sido consecuente con sus vivencias y principios.

“Vengo de un hogar conformado por Elena Concha de Heredia, quien nació en un hato en Toruno y Cipriano Heredia Cesar en Santa Rosa, ambas poblaciones del estado Barinas. Mi madre forma parte de una familia muy numerosa. Mi abuelo nunca quiso que ella ni mi tía salieran del hato, tenían una maestra allí y creo que no deben haber pasado del cuarto grado. Luego la dejó ir con una tía a Barinitas. Allí estudió como hasta sexto grado pero de allí volvió al hato. Los varones si tuvieron la oportunidad de salir y fueron a Mérida donde estudiaron, sobre todo los mayores. Eso creó en mamá, un deseo insatisfecho de haber salido a estudiar fuera.

Nazco por circunstancias en San Felipe en el estado Yaracuy, porque papá en ese momento trabajaba allá. Nací en la casa con un médico que fue después mi padrino de confirmación el Dr. Manuel Morales Mora y una comadrona. Eran las 5 y 30 de la tarde y en ese momento estaban escuchando en la radio Nacional la opera Tristan e Isolda. Mi nombre vino de allí. Mi segundo nombre Elena, es por mi madre. Muy chiquita me llevan a Barinas. Siendo yo la mayor y la única hembra, hizo que papa y mamá fueran locura conmigo. Papá era locura con las niñitas lo cual hizo que yo fuera muy consentida y que él hiciera lo que yo quería. Mamá ponía los limites y las normas, además siempre le preocupó mi educación”.

La educación de las niñas se bordaba sobre sabanas blancas. Más que leer o escribir, el rumbo se marcaba en medio de los olores del guiso bien preparado, lo cual ya era una garantía para cualquier pretendiente. No había que perder mucho tiempo, ni descuidarse en la preparación de lo que deberían ser las verdaderas responsabilidades. Para la lucha, traer el dinero a la casa, y estudiar  tanto en colegios como en universidades era suficiente con que lo hicieran los varones.

“Yo empiezo a estudiar en la Escuela Andrés Valera. Esta escuela era de niñas con las típicas y tradicionales costumbres de esas maestras. Yo era zurda y resulta que me hicieron escribir con la derecha en primer grado y luego aprendí a comer con la derecha, pero todo lo demás, incluyendo el hacer fuerza lo hago hasta hoy en día con la izquierda. Dicen que eso traía grandes frustraciones, yo no lo sé. Creo que si tuviera alguna dificultad podría escribir algo con la izquierda. Después de eso abrieron el Grupo escolar Estado guarico y se fusionaron las dos escuelas, la de varones y la de hembras. Empecé a estudiar cuarto grado allí. A papá no le gustó, él estaba horrorizado de que su niñita mimada estudiara con varones. Mamá decidió que yo iba a estudiar fuera en un colegio de monjas. En 5 grado me internaron en el San José de Tarbes. Los dos primeros años fueron muy impactantes en mi vida, marcaron mucho de lo que yo fui a futuro. Me costó horrores adaptarme, me hacía falta mi casa, era una niña que tendría unos diez años. En 6 grado me tocó una monja muy dura, me hizo sufrir muchísimo, me hizo llorar. Me revisaba la correspondencia y encontró una donde yo decía que no me acostumbraba y me castigó. Me quitó salidas y me hizo esas cosas que te marcan muchísimo. Casi hubo conflicto entre papá y mamá por lo del internado. Gracias a Dios mamá fue rígida y no me sacó. Eso hizo una diferencia en las oportunidades que yo tuve en mi vida.

Recuerdo con mucho amor a la monja que era mi maestra guía. Me marcó mucho en mi vocación social. Nos enseñó que había niñitos y niñitas que no tenían que comer, que había que ser caritativo, por lo que empezamos a trabajar con los niños de Brisas del Paraíso. Les dábamos clases para la primera comunión, les reuníamos comida. Allí empecé a valorar lo que es la igualdad y lo que es la equidad, que fueron valores muy significativos para mí toda la vida. Después tuvimos un cura el padre Genaro Aguirre, quien era el guía espiritual, quien también influyó en el ocuparnos de los demás, en el servir. Estudié allí hasta cuarto año de bachillerato. 

Teníamos los mejores profesores, los que eran del Pedagógico y del Liceo Aplicación como Eduardo Crema, mi profesor de literatura, Abel Malmillana de Educación artística, Facundo Camero que fue de física, Sansón que fue de química. Eran los mejores en ese momento y eso le dio a uno, una gran formación.

Pero siempre hay quien no se conforma y ve más allá del horizonte inmediato. Uno más ancho y retador. Dos corazones y dos ansiedades se fundían en uno solo. Atrás comenzaba a quedar el llano con sus grandes extensiones en las que se perdía la vista buscando siempre más allá de lo que la vista misma permitía ver. La ciudad era el único espacio valido para cultivar en la hija, los sueños de una madre atada a aquella inmensidad.

“Después de graduarme me inscribieron en la Católica, en el pre-universitario que era el Colegio san Ignacio en la esquina de Mijares a Jesuitas. Empecé con las monjas que tenían la residencia allí. Mis padres no lo entendían porque ellos estaban acostumbrados a que no saliera. Tenía un representante que era quien me buscaba y me llevaba. Fue un proceso empezarme a liberar que las monjas me dejaran salir los domingos. Que me dejaran ir al cine, a ir, incluso a la playa un domingo. Eso hizo que ellos pensaran que esas monjas eran muy liberales con respecto a las otras. Allí conocí todo el mundo de muchachos y muchachas que terminaron siendo mis compañeros.

Me pasaron a la universidad central porque tenía una prima que era monja que era Teresiana. Ellas eran muy estrictas y tenían la residencia de la Universidad. No me dejaban salir, no me dejaban quedar afuera, aunque yo tuviera representante en Caracas. Eso también fue un gran cambio en mi vida, las monjas eran muy rígidas pero era el año 1956 ó 1957, con todo ese movimiento en contra de Pérez Jiménez . Yo estudié primer año de economía y allí estaba gente tan connotada como Régulo Hernández, Rómulo Henríquez, Oscar Vitoria, Adicea Castillo, Judith Valencia. Estudiaban derecho, Américo Martín, Jesús Carmona y todos ellos estaban metidos en la resistencia. Sobre todo Regulo y Romulito que eran muy amigos míos leían sus libros de Marx y yo  me empecé a vincular con ellos. Una vez la monja me descubrió los libros que eran considerados subversivos. Llamó a mi mamá por teléfono y le dijo que ella no respondía por mi, porque yo estaba asistiendo a reuniones con amigos comunistas y que a ella le daba temor que la seguridad nacional pudiera estarme siguiendo, que ella no podía responder incluso si en la residencia había alguien de la Seguridad. Aquello los aterró y me cambiaron para la Católica.

Ese año vino Stroessner. Tomamos el Aula Magna, hicimos las primeras manifestaciones de la universidad. Mis exámenes finales del primer año fueron muy traumáticos, porque fue cuando empezaron a hacer presos a los muchachos que estudiaban conmigo. Íbamos a presentar examen oral y cuando llamaron a Romulito, éste no aparecía. Me dijeron no preguntes por él, porque se lo llevó la seguridad Nacional, después te contamos. Aquello me marcó de tal manera que yo no contesté ninguna de las tres preguntas y había sacado como 18 en el escrito. Ezequiel Portaflores era el secretario de la universidad, me decía, ‘¿Que pasa señorita Heredia si usted sacó una nota tan buena, como es posible que no se acuerde?’. Allí estaba también el profesor Rizquez que era el Decano. El me preguntaba qué me pasaba. Me dio lechina saliendo de allí y no pude seguir presentado. Me fui para Barinas”.

Isolda había cambiado el bordado por la universidad. Había cambiado el guiso por la ciudad. Sus hermanos hacían su camino. Cada uno se destacaría a su manera. Uno de ellos, metido también en la política llegó con el tiempo a ser el secretario privado de Luis Herrera Campins en su campaña para la presidencia de la Republica.  Manuel Heredia llega a la Federación Nacional de Ganaderos, definido por su hermana como un hombre con carisma y liderazgo.  Víctor fue dirigente regional de ganaderos y del colegio de abogados. Mientras sus hijos crecían evidentemente inquietos y participativos la madre estaba allí, organizando siempre, e identificando sus propias inquietudes hasta involucrarse en la lucha que diera el frente femenino de COPEI en Barinas. Detrás de aquel portón se gestó una familia llena de inquietudes. Una familia luchadora y participativa cuyos miembros iban abriendo camino para la generación por venir.

“Regresé a la Católica y a la residencia de monjas que a ellos les parecían liberales. El rector era Pedro Pablo Barnola y el secretario era Pío Bello. Los grupos se estaban reuniendo también allí, todos los muchachos eran social cristianos.  Ya yo los conocía de mi anterior estadía, así que empecé a reunirme con aquellos y con estos. Comenzamos a armar nuestros grupos de resistencia, a planificar la toma de la universidad para el 21 de noviembre. Creo que habíamos tres mujeres en esa toma del patio de la universidad, donde quemamos la esfera y la bandera nacional. Un fotógrafo nos tomó fotos y el padre Barnola le quitó la cámara y el rollo. Por eso no nos llevaron. Ese día cerraron la universidad.

Después hubo una toma, donde estaban Raúl Allegret y Rafael Martínez, en la que repartimos material subversivo. Se sacaban los volantes en esténcil enfrente de la casa de Pérez Jiménez . Esa vez también estuvimos a punto de que nos agarraran”.

La ciudad obviamente se había presentado ante los ojos de aquella llanera, como un centro en el cual se gestaba la fortaleza indescriptible que abriría paso a la llegada de la libertad. Jamás se podrían imaginar aquellos padres, las andadas de su hija en la capital. Pero conforme pasaban los días mayor era el desafío, había llegado el momento a unas mujeres que estaban totalmente comprometidas con sus ideales. Ellas estaban allí abrazadas a sus sueños. Dispuestas a asumir el rol que les tocara. Isolda en el centro. En la lucha no había diferencias.

“El 28 de noviembre de 1957 es la toma de la Catedral.  Las mujeres se vistieron de negro y ese día se llevaron detenida a Isabel Carmona y a Adicea Castillo. Mi misión era abrir la puerta de la Catedral y cuando veníamos bajando hacia la Plaza Bolivar, Bernardo Level, Eduardo Fernández  y yo, nos empezó a seguir la Seguridad Nacional. Entonces, nos dispersamos. Yo me metí en un local que era el Rincón Musical y me quedé viendo música. Esperé que pasara una hora y me fui a la residencia. Me estaban siguiendo y me perdieron de vista pasando la avenida Urdaneta. La casa de la residencia estaba en Mijares. Cuando yo llegué estaba blanca. La hermana Mercedes me pregunta ¿Qué te pasa Isolda? y le conté. Llamó a papá y le dijo que me viniera a buscar. Sin embargo, ese mismo día habían escondido ahí a Tomás Rodríguez, vestido de monaguillo”.

En cada acción los jóvenes se jugaban la vida. El mañana se presentaba como una palabra a punto de desaparecer en cualquier momento, en plena calle o tras las rejas. Allí estaban todas las sensaciones mezcladas. El reto y la responsabilidad haciendo nido sin compasión alguna. A pesar del miedo y del saber con claridad el riesgo que se corría. No dejarse agarrar por la Seguridad Nacional formaba parte del abrir los ojos para dar la bienvenida al nuevo día o del deslizarse entre las sombras cuando el cansancio dominaba.  Aquella muchacha sentía que la sangre le hervía en las venas y aunque de momento la sujetaran, detrás del olor del café de la casa paterna, la lucha, la vocación social y política, ya habían sido profundamente plantadas.

“Me quedé en Barinas. Papá estaba muy nervioso. A él la Seguridad lo tenía señalado, porque fue uno de los presos de Juan Vicente Gómez. Era fundador de COPEI. A pesar de que en ese momento el presidente del estado que era el Dr. García Monzan había sido su amigo desde la juventud y sus hijos eran mis amigos. La hija estaba en la residencia y sabía en lo que yo me había metido, pero nunca dijo nada. Comenzó la huelga general aquí en Caracas. En Barinas nos empezamos a reunir un grupo de estudiantes. El día que habíamos decidido que íbamos a huelga general como a las 2 o 3 de la mañana cayó Pérez Jiménez.  Ese día realicé mi primera intervención pública cuando tomamos la gobernación. Comenzaron a hablar los que habían salido porque estaban presos, los estudiantes perseguidos. Cuando me di cuenta yo estaba hablando detrás del micrófono. En mi casa no sabían de mí, aparecí a las cuatro de la tarde. Era la primera vez que me escapaba de verdad para algo semejante. Papá estaba orgullosísimo y mi mamá aterrada”.

Por algo se dice que hijo de gato caza ratón. No sólo las llegadas del joven dirigente Rafael Caldera a su casa, dejaban huella, la lucha permanente de un padre que siempre defendió sus ideales, sin haber aceptado nunca algún cargo público hacían ejemplo.  Así creció esa niña que veía entrar y salir a los más importantes dirigentes y que presenció desde muy pequeña la gran confrontación que existía entre AD y COPEI en esos pueblos. Era tanto aquello que las paredes de su casa soportaron los golpes de las piedras que tiraban los transeúntes como ofensa a Caldera cuando los visitaba. No olvida que una vez las amenazas llegaron a manifestarse en un arma de fuego la cual divisaron claramente a través del postigo del anteportón. ¿Se podía entonces, arrancarle esa pasión? Como un torrente desbocado buscaba su destino. La ciudad en plena ebullición la reclamaba.

“Me vine el 26 de enero para Caracas. Papá me vino a traer ya claro de cual era mi inquietud. Me meten en el directorio regional de Caracas. En 1959 se realiza la primera convención en Mérida y me eligen en la primera directiva de la JRC, éramos dos mujeres y once hombres. Allí conozco a Rafucho (Rafael Salvatierra) con quien trabajo mucho en las campañas. El decía que las mujeres no debían meterse en política y yo siempre le discutía. Así fue como terminó enamorándose de mí.  Me llama a hablar en la convención que se estaba realizando en el Teatro del Llano en Mérida y dije que yo asumía ese cargo convencida de que la política era para hombres y para mujeres y que a las mujeres no las corrompía la política”. 

La ciudad la amarró para siempre. Descubrió el amor y junto a él la ardua tarea de formar un hogar, sin abandonar sus ideales. Había que robarle el tiempo al tiempo para conjugar dos mundos. Había que pactar y encontrar condiciones negociables para no errar. Isolda siempre hablaba de primera por cuestiones de horario. Dichas sus palabras debía emprender la retirada rumbo a la residencia, donde la esperaba una familia en pleno proceso de formación, pero los pactos no siempre prevén la mirada de los demás. Comenzaron las presiones de los compañeros quienes cuestionaban en manos de quien estaba el poder. Las inquietudes hicieron lo suyo y finalmente aquella mujer de voz grave y nuevas ideas  tuvo que dejar la política por amor, ¿Por cuánto tiempo? ¿Habría alguien capaz de pensar que ella se quedaría de brazos cruzados.

“Me metí mucho con el padre Velas en Fe y alegría en la escuela del Barrio Unión de Petare hasta que me gradué. Todo el trabajo social que realicé me hizo entender que la política era para servirle al que nada tenía. Creo que eso hizo mi diferencia con muchos otros políticos muy insensibles. Me casé pero mi casa era un hogar político. Yo los recibía, los atendía, les ssrvía comida, pero me sentaba y hablaba con ellos. A él le horrorizaba que yo me volviera a meter en política. Tuve mi primera hija y la segunda. Me desenvolví como dirigente gremial porque me metí en el colegio de economistas como secretaria de organización y trabajaba en el Instituto de Productividad. Nos fuimos a Estados Unidos, él se fue con una beca. Renuncié a todo.  Por año y medio fui esposa, madre y ama de casa. Creo que eso nos consolida mucho, porque además de compartir las mismas ideas nos dio la oportunidad de estar solos, de consolidarnos con muy escasos recursos, sabiendo que estábamos construyendo para futuro. Eso hizo que sigamos juntos. Cuando gana Caldera las elecciones él estaba terminando el master y lo llaman. Se viene a trabajar”.

Isolda decide poner fin al pacto. Había llegado el momento en que ella también tenía que trabajar. No se trataba de quedar al resguardo de las nuevas oportunidades que se le presentaban a su marido, quien no veía necesidad de que ella volviera al trabajo. Pero el reto era personal. Toda la preparación obtenida no había sido una lucha librada para generar un título que quedara colgado a una pared. Regresa al Instituto de Productividad, sin ocupar cargos de alta responsabilidad. Condición que aceptó como parte de su regreso. Fue jefa de Programas, cargo con el que empieza a diseñar políticas públicas. La decisión de hacerse sentir coincide con la incorporación evidente de la mujer en el manejo de los destinos  del país, entre ellas se destacan  Haydee Castillo como ministra, Mercedes Pulido en Desarrollo de la Comunidad en Cordiplan y Maritza Izaguirre en Desarrollo Social. Distintos escenarios se abrían para generar el espacio que permitiría actividades de orden social. Entre otras cosas habría que salvar las unidades de producción que había fundado Carola Ravell y que hoy en día se conocen como microempresas.  En ese momento se realiza un diagnostico para darles asistencia técnica, capacitación, financiamiento. Se hizo una alianza estratégica y fue tan exitoso que permitió la permanencia de unas cuantas hasta el día de hoy.

“Eso nos hizo ver el ejercicio del poder de una manera distinta, insistiendo en una gran preocupación por el desarrollo social. Eso marcó mi ruta en toda esa época. Finalizando ese programa estaba Juan José Bolinaga de presidente del INOS. Nos pide  a Rafucho y a mi que él necesitaba una persona más o menos con mi perfil para atender los requerimientos de los sindicatos y de la gente que él no tenía tiempo de escuchar.  Así fui  su asesora y después secretaria general del INOS. Fue la primera vez que una mujer y no ingeniero estaba en ese cargo. Los sindicatos eran adecos, es decir que eran de oposición, pero yo me llevaba de maravilla con ellos. Mimita Corredor llevaba lo que era el programa de Relaciones con la Comunidad que era atender las necesidades de las comunidades en torno a aguas negras. Teníamos que preocuparnos realmente de los problemas de la gente. Bolinaga fue un visionario. Dejó todos los planos que trajo de Coplanar que era para visualizar todas las necesidades de agua de Caracas por lo menos hasta el 2010 ó 2015 y el plan de Inversiones hasta el año 2000. Allí comencé a darme cuenta de lo difícil que es cuando no se tiene mayoría en el Congreso. Te asignaban los recursos en función de que tu pudieras o no hacer las obras y allí a él lo maltrataron muchísimo, en el sentido de negarle los recursos. Aquí no se tenía visión de futuro, no se creía en planificación a largo plazo. Eso hizo que se cometieran tantos errores desde el punto de vista político y de la falta de entendimiento en negociaciones que no eran a favor de un grupo político, sino a favor de la población. Yo me pongo a pensar en lo del agua y lo veo, cuando habían planes tan definidos. Además era lo que debería haberse hecho para evitar todos los males que surgieron. No había capacidad de negociación porque no se entendía, ni se podía ver más allá del período constitucional y quien veía un poco más allá lo tildaban de loco. Eso me hizo pensar mucho a futuro, Juan José me marcó mucho en eso”.

El objetivo social convertido en un norte permitió a unos cuantos de los integrantes del equipo de gobierno entender que la posición que detentaban les permitía acceder a ciertas cuotas de poder que se presentaban como una ventaja. Sin embargo, el verdadero reto está en la capacidad de negociación política. Ese es el reto para llevar los proyectos a la práctica en países como Venezuela. Cuando terminó el gobierno de Caldera. Isolda ya tenía cuatro niñas y aunque estaba frente a una familia que crecía sin parar, la experiencia confirmaba en ella una importante vocación de funcionario público.  Para no perder la costumbre de estar donde la necesitaran no dudó en responder al llamado de Maritza Izaguirre y del Padre Pernaud para ir a trabajar a la Universidad Católica Andrés Bello. Fue así como empezó a dar clases y como llegó a asistente de Guido Arnal, rector de la universidad. Finalmente deja dicho cargo por falta de tiempo. Isolda como siempre sin darse el tiempo para la tranquilidad atiende sus compromisos en la empresa consultora que compartía con Maritza Izaguirre y Mercedes Pulido. Con la llegada del Presidente Luis Herrera al gobierno de Venezuela se produce un cambio generacional en los partidos políticos y en el país. Eso hizo que entrara en el gobierno gente muy joven, entre los cuales se destaca Luis Ugueto como ministro de Hacienda.

“A Juan José Bolinaga lo nombran asesor, creo que para ese momento ya le había dado un infarto y no quiso aceptar más nada. Me llama y me dice que le están pidiendo la evaluación de la deuda externa, era un trabajo delicado y al mismo tiempo temporal. Trabajamos juntos con Pablo Ceballos y se produce aquel famoso informe Bolinaga, ‘me dejan una Venezuela hipotecada’. Allí aprendí otra cosa, que en el gobierno de Carlos Andrés Pérez que fue una de las épocas de mayor auge con lo del petróleo que subió de 3 a 14 doláres no hubo control alguno del gasto público. Cada quien gastaba a su saber y entender y fue cuando endeudaron al país. Se evaluó el Plan IV de Sidor, lo que fue Corpomercadeo, los famosos autobuses de Diego Arria, las deudas de las gobernaciones, aquello dio como 120 mil millones de bolívares. Eso era  una cifra exorbitante que sacamos de la nada, además sabíamos que habían deudas ocultas que no se podían detectar. Eso me sirvió de experiencia, de la necesidad del control de gestión de un gobierno, porque uno no entendía que un país tan próspero estuviera endeudado como estaba”.

Isolda es llamada de nuevo para formar parte de un equipo de gobierno que tenía un gran reto por delante. De inmediato es nombrada  asesora del  Banco Industrial con el fin de evitar que éste autorizara el pago de deudas que no estuvieran honradas por el Ministerio de Hacienda. Para ese momento se tenía claro que el banco era como un tonel sin fondo de los organismos gubernamentales. Las deudas de las instituciones eran muy grandes y a su vez el banco estaba fuertemente endeudado con el exterior.  En ese período se crea el ministerio de Participación de la Mujer en el Desarrollo y Mercedes Pulido de Briceño es nombrada ministra. Ella llegaba con una experiencia muy importante que traía de Francia donde se había producido una revolución importante en la defensa de los derechos de la mujer desde el año 1968 hasta 1978.  Como era de esperarse Isolda pasa a ser asesora económica  ad honoren del recién creado ministerio que sólo disponía de  un millón y medio de bolívares de presupuesto mensual.

“Aquel dinero sólo con lo cual sólo alcanzaba para pagar a la ministra, su secretara y un asistente. Así que empezamos a trabajar y comienza a presentarse lo de la reforma del Código Civil para lograr la igualdad de derechos civiles en el matrimonio y la igualdad de los hijos. Empezamos a pelear en eso desde el año 1979. Estaban en la lucha grupos como la FEVA, dirigentes sindicales y de la educación como Argelia Laya y  Eumelia Hernandez. Se hace un llamado para unir toda la fuerza de las mujeres.  Todo el mundo pensaba que eso no iba a salir. Sin embargo, ya había gente en la Corte Suprema de Justicia que creía que dicha reforma debía hacerse, como la Dra. Elena Fierro, así como la gente en el Instituto de Derecho Privado de la Universidad Central como Benito Sansó y Hanna Bisto. Todos nos empezaron a acompañar en el proceso y comienza a prepararse el proyecto de reforma del Código Civil, liderizado por  Mercedes porque en el parlamento no habían mujeres que pudieran llevar adelante una bandera de ese tipo.

Hicimos las primeras manifestaciones desde la Plaza Candelaria hasta el Congreso.  Movilizamos a su presidente, solicitamos que nombraran una comisión y nos encontramos con unos diputados machistas en la izquierda, derecha y centro. Se concluyó que teníamos que tener una estrategia de eso que hoy llaman lobby, en el Parlamento. Nos teníamos que instalar allí si queríamos avanzar. Otro proyecto fue el de la Chata Mariani, quien también venía de París. Logramos avanzar y con la muerte de Sansó, a quien mata un carro en Trinidad se nos cae un punto de apoyo tan importante  como el del Instituto de Derecho Privado, aunque seguimos contando con Hanna Bisto”. 

Isolda se vuelve una apasionada de la lucha en defensa de los derechos de la mujer, quienes la rodeaban no podían esperar menos. De institución en institución y de comisión en comisión aporta sus conocimientos en pro de una serie de reformas, para las cuales hubo que saltar más de un obstáculo. En el caso de las reformas del Código Civil las reuniones se producían semanalmente con el objeto de estudiar y discutir artículo por artículo, era un trabajo muy largo. Ante su extensión la reforma se limitó a unos puntos fundamentales, como la administración conjunta de bienes, la fijación conjunta del domicilio conyugal y  la igualdad de los hijos naturales y legítimos. Después de muchas críticas se logró la promulgación por parte del presidente Luis Herrera.

“Uno de los sectores que se opuso fue el sector bancario que decía que los haríamos quebrar porque íbamos a administrar conjuntamente los bienes. Recuerdo que con Muci Abrahan tuvimos discusiones terribles. Tuvimos la ventaja que un abogado como Ramón Duque Corredor quien era el Consultor Jurídico en Miraflores en ese momento, hizo que le rebatieran cuando él empezó a atacar tan fuertemente. El gran logro se obtiene en el año 1982. Uno de los que estaba en contra al principio y después se vuelve uno de los grandes defensores fue Douglas Dáger”.

Otra de las mujeres venezolanas cuya lucha ha sido permanente y desde diversos ámbitos es Mercedes Pulido. En más de una oportunidad ella e Isolda han caminado juntas, buscando respuestas concretas a las batallas emprendidas. Mercedes elegida como representante de Venezuela en la Comisión de la Mujer en la CEPAL, venía la Conferencia Mundial de la Mujer en Copenhague y la Conferencia Interamericana de Mujeres. Allí se encuentra con la necesidad de integrar al país más activamente en unos espacios donde la multiplicidad de voces e idiomas buscan hacer frente a una serie de injusticias que se evidencian desde la agresión, pasando por la violencia sexual hasta la discriminación laboral.  Mercedes llama a Isolda y le plantea ser representante en la Comisión interamericana. Cuando recibe esta propuesta, Isolda ya tiene 5 hijos y el menor sólo contaba con 4 años. Una vez más se divide entre la familia y la necesidad de responder al llamado que de forma insistente le hace la sociedad. Durante dos años, de 1980 a 1982, se convierte en la delegada titular de Venezuela ante la Comisión Interamericana de Mujeres. Su presencia se hace sentir y en la primera reunión que se produce en Santo Domingo en la República Dominicana sale electa en el Comité directivo.

“Ahí empieza otra etapa de mi vida que es todo lo relacionado con la defensa de los derechos de la mujer, después de formar parte de la delegación de Copenhague. Termino mi periodo en 1984. Habíamos logrado un cambio en la Comisión Interamericana, se comenzaron a crear las oficinas de la mujer, comenzamos a hablar con el Banco Interamericano de Desarrollo, se empieza a hablar y se funda a nivel internacional el Banco de la Mujer. Se empiezan a financiar proyectos de microempresas de mujeres en países con menores niveles de desarrollo, sobre todo con mayor población de mujeres indígenas como Ecuador, Perú y Bolivia. Me tocó poner en marcha proyectos como esos en el altiplano boliviano donde se logró que se hiciera una cooperativa de mujeres.  Por primera se produjeron legumbres y a su vez producían queso para autoabastecimiento, hacían harina de trigo,  igual que en Ecuador”.

Venezuela ya había logrado su participación en el año 1983 de la Convención para la eliminación de todo tipo de discriminación en contra de la mujer. La experiencia acumulada a lo largo de estos años y los diversos logros, hacen que  Isolda de Salvatierra se comprometa de por vida  en defensa no sólo de los derechos civiles, sino de los derechos políticos, económicos, y sociales.  Se produce la transición del gobierno de Luis Herrera Campins al de Jaime Lusinchi y eliminan el Ministerio para la Participación de la Mujer en el Desarrollo para crear la Oficina de la Mujer en el Ministerio de la Juventud. La directora fue Virginia Olivo. A pesar de los cambios políticos Isolda es confirmada como delegada y forma parte de una comisión asesora en donde estaban Argelia Laya, Mercedes Pulido, Eumelia Hernández, Sonia Sgambatti e Ixora Rojas quienes comienzan a trabajar teniendo como prioridad aumentar el número de mujeres en el Congreso para el siguiente periodo constitucional.

“En el año 84 dejé de ser presidenta de la Comisión Interamericana de Mujeres, en ese momento era secretaria de Profesionales y Técnicos de COPEI en Miranda. La generación de 1958 estaba tomando el poder. Eduardo Fernández había sido nombrado secretario general y terminé siendo electa secretaria, con lo cual comienzo de nuevo a meterme en la política. Era un trabajo muy técnico, para elaborar informes y programas de gobierno. Era algo de compromiso con lo que debíamos hacer. Ese mismo año el 1984, logro ser concejal del Distrito Sucre, me tocó ser la única mujer de una fracción de cinco y donde además éramos oposición en minoría, porque el Concejo estaba en manos de Acción Democratica.  Allí estaban Orlando Elbbitar, Said Raidan, Carmen Sofia Leoni, Carmen de Pacannins, Ana Coello. Ese es el momento en que Carmen Sofía es nombrada presidenta de la Comisión de Educación y Cultura. Asumo la jefatura de la fracción porque los otros tres no se aceptaban como jefes. Yo les decía mis búfalos. Eran Enrique Mendoza, Félix Rodríguez y Antonio Clemente. Los tres jefes indios toda la vida de Miranda y de COPEI. Duré los cinco años de jefe de fracción.

Hice una relación extraordinaria con Carmen Sofía, con Carmen de Pacannis con Marcano Coello que estaba de Concejal por el MAS, con Humberto D´Ascoli que estaba de Concejal por Acción Democrática. Era jefe de fracción y después fue presidente del Consejo. Me nombraron presidenta de la Comisión de Contraloría. Empecé a hacer control de gestión con las asociaciones de vecinos de los barrios yo iba y me metía por todo Petare. Me dediqué a averiguar si hacían las obras o no. Los contratos que eran mayores a un millón de bolívares se discutían en la Cámara, dos economistas trabajaban como asesoras y estudiaban minuciosamente cada contrato, antes de ser aprobados y después se hacía control de gestión. Hicimos otra cosa buenísima en Fe y Alegría de Petare, para ese momento estaba el Padre Jiménez. Carmen de Pacannis y yo logramos, que por el Concejo se les asignaran los recursos para que terminaran las escuelas en Medina Angarita, en el barrio Kennedy, en José Félix Rivas y en La Bombilla”. Se terminaron todas las obras en ese periodo nuestro. Trabajamos mucho con los vecinos, con Ligia de Gerbasi. Ellos estaban acostumbrados a enfrentarse al Concejo, no a que los concejales los escucharan.  Trabajamos por ejemplo en lo del monstruo de Los Palos Grandes que llevamos al Tribunal Supremo de Justicia y nos dijeron que no teníamos razón porque no teníamos interés particular en el asunto y por eso lo perdimos. Después José Luis Rodríguez, Enrique y yo nos metimos en la demanda en contra del Cementerio del Este, por la prorroga del contrato de condominio, contra Kauffman y también nos dijeron lo mismo. El doctorado que no hice en Harvard lo hice allí”.

Por breves instantes una mirada atrás, a aquellos pueblos de sus orígenes, le permite recordar sus inquietudes juveniles, donde los conceptos de justicia y equidad formaban parte de un sueño. El ideario para un país que estaba por construirse. Casi 25 años después, a pesar de muchos logros y unas cuantas frustraciones, Isolda veía en las mujeres la posibilidad de conciliar divergencias en función de un objetivo, porque cuando se trata del bien social debían quedar atrás las diferencias políticas. Argelia Laya connotada dirigente del MAS le dejó la misión de construir la Casa de la Mujer de Petare. Un proyecto que caía en la Comisión de Educación y Cultura, la cual presidía Carmen Sofía Leoni, representante de Acción Democrática.  “Carmen Sofía y yo hicimos alianza para lograr la Casa de la Mujer, la cual inauguró Argelia con Humberto D´ascoli. Eso funcionó entre nosotras más allá de lo que eran los intereses políticos. El pluralismo si se entiende como funciona, es en función de los intereses de la gente y no de los intereses particulares de cada quien. Esa experiencia nos permite a las mujeres negociar y creamos la Asociación de Mujeres Democráticas Unidas. Redactamos un documento que llevamos al Consejo Supremo Electora, pidiéndoles que solicitaran a los partidos políticos mayor participación de las mujeres en las planchas tanto a nivel del Parlamento como de la Asamblea Legislativa y de los Concejos Municipales. Ese mismo documento se lo llevamos a Leandro Mora que era el presidente del Congreso. El nos recibió, caminamos desde Parque Central hasta el Consejo Supremo Electoral y después hasta las puertas del Congreso. Allí íbamos todas las fuerzas. Eso hizo que se abrieran los ojos y logramos que aumentarán de un 5% que había en 1984 a un 10, 5% en 1989. En ese mismo periodo tuvimos que dar peleas muy fuertes para que nos dieran unos espacios que fueran significativos. Argelia era la secretaria del MAS en Miranda y con todo y eso, ella cedió su puesto para que Pompeyo Márquez fuera el primero y ella la segunda.  Yo tenía una lucha de más de diez años, era sumamente activa y el candidato era Eduardo Fernández.  Nos tiraron una convención y llegué de segunda. Había dos electos por unanimidad José Antonio Pérez Díaz para el Congreso y Freddy Delgado para diputado. Me correspondería el tercer o el cuarto puesto. Habían 6 diputados por Miranda y decidieron en Comité Regional que  yo iba de séptima. Me voy de vacaciones con los niñitos a Margarita porque era pleno agosto y me bajan al puesto 10. Leí la lista en El Mundo. Cuando llegué a mi casa le dije a Rafucho  ‘tu no sabes nada de esto, pero te voy a participar que en la elección salí de segunda, el puesto 10 no sale y yo tengo un trabajo político bueno y eficiente que he hecho hasta este momento. Así que renuncio. No voy’. Nadie tenía la culpa de nada. Dije que iba a renunciar públicamente. Yo había hablado con todos los secretarios generales del partido pidiéndoles que respetaran a las mujeres que salieran por sus liderazgos propios.  Pedí una audiencia oficial con el candidato y le cuento lo que pasó en Miranda y el me contesta que lo que pasa es que todos confiaban que yo iba a ser la cabeza de la lista de concejales en Petare. Es verdad que tenía un trabajo hecho, reconocido, pero había otra gente que quería ser concejal para quien yo estaba siendo un tapón, como lo estaban siendo otros que debían permitir que los que se estaban preparando subieran. También le manifesté que no sabía que para llegar al Congreso después de todos mis méritos y de mi currículo, lo tuviera que hablar con él”.

Aquel dicho popular de que en casa de herrero cuchillo de palo, se puso abiertamente de manifiesto en todos los partidos políticos. Las mujeres que venían luchando desde los inicios de la democracia en los diversos partidos políticos tuvieron que pelear sus posiciones. Se desconocía abiertamente la trayectoria de cada una, quienes tuvieron que negociar tratando de defender los puestos que les correspondían. Isolda reacciona solicitando una audiencia a Eduardo Fernández. En esa conversación le recordó al dirigente y amigo personal, todo el trabajo realizado por las mujeres. En ese mismo proceso estaban sacando  a Haydee Castillo de la lista como diputada por el estado Yaracuy, para meter a Juan José Caldera.

A las 6 de la mañana, dos días después, la llamó Pedro Cardier quien era presidente del partido en Monagas. ¿Casualidad? Puede ser, lo cierto es que él manifestaba no tener mujeres en la lista de dicho estado y le comunica a  Isolda que además  le querían meter  personas designadas por el Comité Nacional. Las mujeres con que contaban iban de concejales y para la Asamblea Legislativa.  Le solicitan ir en segundo lugar en la plancha. Solicitud refrendada el  mismo día  por José Antonio Adreani que era el secretario general e iba de primero en la plancha.

“Esa tarde había reunión de la Comisión Política, Sonia Sgambatti, Argelia Laya y yo.  Sonia acababa de salir del poder judicial y aspiraba ir de senadora por Miranda pero la bajaron para el tercer o cuarto puesto. Argelia me incentiva a aceptar por Monagas, aun cuando no me parecía legitimo.  Finalmente asumí el reto y salí electa.

Se creo la Comisión Bicameral de los Derechos de la Mujer. Salió Mercedes Pulido por Caracas, Ixora Rojas por el Zulia, Argelia Laya, Sonia Sgambatti, María Guzman, Milagros González. La Comisión fue importantísima. Se creó de nuevo la Comisión Asesora de la Presidencia de la República. Cuando Carlos Andrés Pérez nombraron a Aura Loreto de Rangel como ministra de La Mujer y nos llamó a todas a integrar las comisiones. Empezamos a hablar de la modificación de la Ley del Trabajo en el capítulo de protección a la mujer.  Rafael Caldera era presidente de esa comisión en el Senado y en el año 1993 se terminó aprobando la Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer. Esa comisión la presidió Ixora Rojas. Logramos que dentro de esa ley se incluyera la creación del Instituto Nacional de La Mujer. Evangelina García Prince fue la presidenta del Consejo nacional de la Mujer. Allí figuraron derechos como los de la mujer rural, los de la mujer de la tercera edad, el derecho a la no violencia. Finalmente la ley del derecho a la no violencia no se implementó, porque se produjo esa transición en la cual estaba Ramón J. Velásquez”.

El año 1995 marca un hito porque fue convocada la Cuarta Conferencia Mundial de Beijing. Las mujeres venezolanas se preparan a nivel nacional, como estaba sucediendo con todas las mujeres a nivel de América Latina. La propuesta era lograr una serie de acuerdos que constituyeran una plataforma de acción para un decenio.  Es así como se logra llevar un documento, producto de la unión de las mujeres del parlamento, de las ONG y del gobierno. Dicho documento consistía en  un diagnostico de los derechos de la mujer en Venezuela.  Antes de que fuera presentado en Beijing, se llevó a Mar del Plata a la conferencia convocada por la CEPAL en Naciones Unidas. En ese momento Isolda es nombrada vicepresidenta de la Comisión Bicameral de los Derechos de la Mujer cuya presidenta era Lilia Arvelo Alemán

“Esa fue una de las mejores experiencias en cuanto a alianzas políticas. Pusimos como objetivo central el luchar por conquistar nuevos derechos para la mujer en Venezuela.  Que esos acuerdos que se convertían en acuerdos de gobiernos los traeríamos para que nos permitieran legislar en esa materia aquí en Venezuela. Fuimos una comisión de 35 mujeres. Las de las ONG, fueron a Hairut un pueblo cercano a Beijing porque los chinos no admitieron que ellas estuvieran en la cercanías de lo que iba a ser la conferencia internacional. Ellos son muy rígidos en sus normas y efectivamente estaban separadas.  En esa conferencia había como 35 mil mujeres del mundo,  lo que convirtió ese encuentro en algo apoteósico. Allí me tocó ser representante del Parlamento Latinoamericano. Para el momento hubo una gran crítica sobre el número de mujeres que íbamos a viajar.  La verdad es que respaldadas por el país sólo fueron tres por el congreso y yo por el Parlamento.

Allí hubo 8 áreas prioritarias de trabajo, luchar la mayor participación política de la mujer  en la toma de decisiones, la participación en las políticas públicas, la participación en los poderes legislativo, ejecutivo y judicial y en tratar de incidir también para que las mujeres logren mejores posiciones en la empresa privada. También se logró el derecho a la no violencia y la lucha contra la pobreza. Un estudio que había echo la CEPAL daba como resultado que la pobreza tiene cara de mujer.  Así que había que lograr la participación de la mujer en el empleo, la igualdad de salarios y tratar de implementar políticas públicas para hacer de esto verdaderos logros”.

Regresaron de Beijín. Isolda asumió la responsabilidad de una sub comisión de la Comisión  especial de la Comisión Bicameral de los derechos de la Mujer que empezó a legislar en contra de la violencia intrafamiliar y el hostigamiento sexual. Esto fue un esfuerzo conjunto entre la FEVAP cuya presidenta era Lisbeth Guevara, CIFEM, AVESA, PLAFAM y el  Centro de Estudios de La Mujer. Se presentó el proyecto en noviembre de 1995 con la asesoría permanente de las representantes de dichas asociaciones, que alimentaban por su experiencia diaria la parte legislativa. Lograron recoger más de 20 mil firmas en Venezuela, hacer foros en todos los estados y presentar el proyecto de ley, el cual ya habían convenido en cambiarle el nombre.

“Lo de hostigamiento sexual había causado mucha roncha en los propios parlamentarios. Además Venezuela había ratificado también la Convención Belén Do Pará, en la que se consagraba la violencia como delito y el compromiso de los Estados de legislar de manera especial. Venezuela además hizo muchos esfuerzos a través de la Comisión Interamericana de Mujeres, en ese momento la delegada era Ana Lucinda García Maldonado.  Yo creo en la participación y soñaba con legislar participativamente. Tuvimos que saltar muchos obstáculos con nuestras propias fracciones políticas, con los opuestos. Nos preguntaban que qué nos traíamos las mujeres. En noviembre de 1996 nos recibió Ramón Guillermo Aveledo quien era el presidente de la Cámara de Diputados y se le entregó, pero había la gran discusión de que como era una comisión bicameral no tenía una comisión especifica en cada una de las cámaras y decidieron mandarla al Senado, a la Comisión de Política Interior, lo que hizo que esto se convirtiera en un proyecto de ley más,  aún cuando era más importante cualquier otra.

En el año 1997, ya es presidente del Congreso y del Senado Pedro Pablo Aguilar. Comenzamos nuestro trabajo de lobby Lilia Arvelo y yo, para lograr que pasara a diputados, lo cual era un proceso complicadísimo y burocrático. Logramos apoyo internacional de la UNICEF, apoyos de otras ONG, la asesoría de una experta internacional Silvia Loly, e hicimos dos seminarios para sensibilizar a nivel latinoamericano, porque prácticamente todos los demás países habían legislado.  Eso nos permitió evaluar experiencias aunque no pudimos lograr una unidad especializada en materia de atención en los casos judiciales, como existen por ejemplo en Perú donde hay comisarías de la mujer, con gente especializada para recibir los casos.  Lo cierto es que los últimos en aprobar fueron Venezuela y México.  Era agosto de 1998.  Cuando se aprueba la Ley contra la violencia de la mujer y de la familia, por unanimidad, nos invitan por primera vez a Miraflores para su promulgación, no solamente habló María Guzman que era del Consejo Nacional de la Mujer, sino que nos dieron la palabra a nosotros también. Esa es la única vez que he hablado en Miraflores”.

La Ley estuvo vigente desde el año 1999. Con el cambio de gobierno las mujeres ejercen una gran presión a fin de que no se elimine el Consejo Nacional de la Mujer y le proponen al presidente Hugo Chávez nombrar al frente del mismo a una mujer comprometida como era María León.

“La nombraron y allí está, pero solo pudimos trabajar en la Constituyente en el artículo 21 de la Ley, sobre la igualdad y la no discriminación. Allí hubo un esfuerzo conjunto de las ONG, el Parlamento y el Consejo Nacional de la Mujer que luego fue el Instituto Nacional de la Mujer.

También se dio una lucha muy dura por alcanzar mayores cuotas de participación política, artículo que se logró acordar entre todas las fuerzas. Allí estaba como vocera Leslis Páez  del PPT, a quien se logró sensibilizar,  porque al principio ella decía que las diferencias no eran reales, porque ella había logrado participar en política y la habían llamado por sus propios méritos. Se logró que se incorporara por lo menos la cuota del 30% de mujeres en las listas electorales, la cual fue aplicada en las elecciones de 1998. Fue muy fuerte volver a ratificar el espíritu machista de todos los partidos políticos y de los parlamentarios, más cuando se trata de perder o ceder cuotas de poder. Tanto AD como el MAS tienen en sus estatutos una participación del 25% lo cual no se cumple. En este país hay mujeres con fuerza, capacidades y valores para representar a cualquiera de las fuerzas políticas con mayor dignidad que cualquier otro. Es falta de costumbre de que las mujeres participemos de la toma de decisiones. Ya para las elecciones del 2000, tuvimos que dar una nueva pelea.

En marzo de 2000 iba a haber elecciones de concejales, el Consejo Nacional Electoral saca una resolución administrativa en la cual daba instrucciones a las juntas regionales para que se obviara el requisito del 30% de mujeres en las listas electorales para aceptar las planchas. En abril   a Sonia Sgambatti, quien es concejal principal del municipio Baruta, Acción Democrática no le permite  presidir la plancha que le correspondía por mérito político y le impusieron que fuera primero el secretario general del partido, después otro y ella de tercera. Ella decide no aceptar y se lanzó por su cuenta pero a la vez introdujo un recurso ante el Consejo Nacional Electoral el cual no lo resuelve, sino que lo somete a consideración de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia. Esa sala decidió con el  magistrado Octavio Sisco, que el artículo 21 era inconstitucional. Sisco había sido consultor jurídico de la Federación de Asociaciones de Vecinos del estado Miranda, había dado la pelea con nosotros desde el congreso como consultor jurídico de las asociaciones de vecinos de los Rosales, San Pedro y toda esa zona por la construcción del terminal de La Bandera”.

Declarar como inconstitucional el artículo 21, resultó de un impacto muy grande para todas las mujeres que habían trabajado juntas en defensa de los derechos de la mujer. Es así como  acuden al Instituto Nacional de la Mujer y a la Defensoría de los Derechos de la Mujer, pero convertido el tema  en problema en político, estas instituciones deciden no acompañarles en el caso. De esta forma mujeres que habían trabajado desde el congreso, desde las ONG, mujeres de partidos políticos, Ofelia Alvarez, el Centro de estudios de la Mujer y Adicea Castillo introducen un recurso de revisión  de esa decisión de la Sala Electoral, ante la Sala Constitucional. Como abogadas estaban Haydee Deusch y Aura Loreto.

“Me he dedicado a hacer seguimiento. Yo creo que no importa el espacio donde uno se encuentre, si uno se ha comprometido con defender en la vida los derechos y los intereses de las mujeres, lo tienes que hacer donde quiera que estés. Efectivamente esa medida llevó a bajar la participación de las mujeres en los cuerpos electorales. Pasó año y medio sin que ni siquiera fuera admitido el recurso. Nos reunimos con el secretario. Introdujimos aclaratorias y solicitudes. Lo que más nos dolía era que el expediente estaba en manos de una persona que era defensor de los derechos humanos como era Delgado Ocando. Hicimos lobby con todo el mundo, incluso con Iván Rincón. Yo recuerdo haberle planteado la situación  y nos dijo que él no sabía que estaba pasando con eso y que él no tenía nada en contra de las mujeres. En febrero de 2002 contestaron algo insólito, decidieron sobre la forma y decía no a lugar, por no haber presentado una copia certificada de la decisión del tribunal que tomó la medida.  Ahí dejé de creer en el Tribunal Supremo de Justicia porque cuando les convenía decidían sobre el fondo del problema, pero cuando no les convenía decían que no era importante la participación de la mujer.  Por otra parte  no se implicaban las que nos habían acompañado toda la vida en nuestras luchas, ni decidían quienes tenían que decidir para defender los derechos humanos. Eso nos causó un gran impacto, una desesperanza , porque estábamos involucionando en cuanto a los derechos conquistados. Yo toda la vida pensé que los artículos pudiera ser que no se aplicaran, pero no pensé jamás que algún órgano del poder judicial pudiera desaplicar un derecho que es válido en todas partes del mundo.

Eso hizo que hubiera una fractura en el movimiento de mujeres, entre las del gobierno y las que se decía que estábamos en la oposición aun cuando esa era una bandera a la que jamás habíamos aludido. Yo trabajé por los derechos de la mujer con todos los gobiernos.  Me parecía insólito que se cuidara más la conveniencia del poder político que la defensa de los derechos de la mujer, los cuales tenemos más de 25 años defendiendo. Para mi eso es una gran contradicción de vida.  Ellas aprobaron un Plan de Prevención y Atención a la Violencia Contra la Mujer 2000-2005, e incluso hay una serie de previsiones presupuestarias que no sabemos si se cumplieron o no. No conocemos la gestión, salvo los discursos que han dado que son muy escuetos, incluso para el Banco Mundial, donde hemos participado en algunas video conferencias”.

Una serie de avances que se habían logrado gracias al trabajo constante, documentado y persistente de las mujeres venezolanas, hoy, parecen estar en cuestionamiento. Desde el punto de vista práctico se creó la defensoría de los derechos de la mujer pero sin mayores recursos, por lo cual no se cuenta con planes de capacitación suficientes para los jueces y funcionarios.

“En ese aspecto ya habíamos logrado un proyecto piloto de prevención y atención a la violencia en la parroquia La Pastora con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo. Para su implementación se logró una alianza estratégica con el hospital de Lídice, con las mujeres de los Círculos Femeninos Populares, con las mujeres de las diferentes ONG, las escuelas y la jefatura civil de la Pastora.  En esto participaron activamente María Guzman,  Lisbeth Guevara y Magaly Huggins. Se esperaba que quedara en manos de la sociedad civil sobre todo por el programa de capacitación con el Centro de Estudios de la Mujer  y Fundamujer. El problema está en que si a estos proyectos no se les hace seguimiento y no se les da apoyo se caen, porque son proyectos no convencionales. Lo que quedó finalmente fue la Cátedra de Violencia contra la Mujer en el post grado de psiquiatría de la Universidad Central de Venezuela en el Hospital de Lídice.

Por otra parte el Instituto de la Mujer creó el 0800 mujer que atiende denuncias 12 horas. Estas son canalizadas hacia las ONG debido a que la Defensoría de los derechos de La Mujer no tiene capacidad para atenderlas. Tampoco ha habido grandes avances en políticas públicas en ésta materia, ni acuerdos con alcaldías y gobernaciones. Se está empezando a hacer un esfuerzo ahora en la Alcaldía Mayor. Por otro lado hemos tenido un gran enemigo en el ministerio público, el propio fiscal general de la República, quien introdujo un recurso ante la Sala Constitucional, de mero derecho, para la desaplicación del artículo 39. En él están contempladas las medidas cautelares que son las que efectivamente pueden proteger la vida de la mujer y de los hijos. Contemplaba la salida preventiva del hogar del agresor o que pudiera ir preso hasta por 72 horas. El dice que es inconstitucional porque no es congruente con la constitución que contempla 48 horas y el código orgánico procesal que contemplaba 24 horas. Eso lo hizo sin ni siquiera participárselo al Instituto Nacional de la Mujer ni a la Defensoría de los Derechos de la Mujer. Las mujeres introdujimos de nuevo una solicitud de ser escuchadas ante la Sala Constitucional y  dimos los argumentos para que en todo caso,  se requiera de una adaptación de la Ley a la Constitución, modificando el lapso. A él no le bastó eso y mando una circular a las fiscalías de todo el país dando instrucciones para su desaplicación. Eso provocó una confrontación del Instituto Nacional de La Mujer y la Defensoría. Ellos metieron otro recurso y aunque nadie lo ha visto en gaceta se dice que  retiraba la solicitud de la fiscalía. Después de tres años de desaplicación, no creo que va a haber una cultura organizacional por parte de los fiscales para empezarlas a aplicar de nuevo”.

El empeño actual está enfocado a no permitir que los logros alcanzados se pierdan en medio de la indiferencia política y social. Esta mujer incansable señala la ausencia de informes sobre el trabajo realizado en los últimos años. En consecuencia se han incumplido los acuerdos que existen con las Naciones Unidas de presentarlos anualmente. Virginia Olivo de Celli, coordinadora del Foro por la Equidad de Genero convocó a las mujeres de todo el país a realizar el seguimiento adecuado, solicitando dicho informe al Gobierno y al Instituto Nacional de La Mujer.  Ante la falta de respuesta desarrollaron en conjunto con 18 organizaciones de toda Venezuela, un informe sombra que se dará a conocer en las Naciones Unidas. Trabajo en el que Isolda ha estado incorporada activamente.

 “La propuesta fue entregada por María Cristina Parra, Lilia Arvelo y una delegada de CIFEN Trujillo. Sus características responden a los artículos 4, 5 y 6 que obligan a la presentación de dichos informes.  En cuanto al contexto general se responde a demografía, economía, pobreza, índice de desarrollo humano, características del sistema político y tendencia electoral.  En el también esta contenida una visión alternativa de la aplicación de la convención, que planteaba la revisión del marco jurídico de los derechos humanos, las iniciativas de leyes pendientes de aprobación, las medidas de las cuotas de participación política, roles y estereotipos de la mujer, tráfico y prostitución de mujeres y niñas, vida pública y política de las mujeres, educación, salud  y recomendación de la situación de la aplicación del derecho a la no violencia”. 

Isolda, haciendo una revisión de lo que ha sido su lucha política y su lucha en defensa de los derechos de la mujer, insiste que el trabajo por el bien colectivo no debería estar al servicio de las posiciones políticas, sino  al frente de una propuesta que tenga que ver  con la justicia, la equidad, la igualdad y la no discriminación. Así se concreta el principio de una historia que comenzó allá en Barinas. Una historia que no se quedó en un simple rumor. Fueron los bordados los que se quedaron en los baúles, abandonados por esa generación aguerrida de mujeres ambiciosas que soñaban un espacio más amplio donde trazar su vida, la de los suyos y la de todo un país.  Isolda es el ejemplo de quien hija, esposa, madre y abuela de una familia numerosa, transita reafirmando que donde ha existido un pasado de búsquedas, tiene que existir un futuro de logros.
















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