2010/02/28

CARIDAD CANELON

EN LA PIEL DE OTRA

      Luces, aplausos. La voz clara hecha música ha inundado el espacio. Todos sonríen y se acercan. El corazón encogido de los que han visto ese debut en televisión, a capella, es decir sin instrumentos musicales que pudieran disfrazar el asunto, visualizan una nueva estrella. Allí enfundada en un traje azul cielo, cortado y cosido por el amor de una tía está una niña de apenas tres años, con alma y nombre de gente grande: Caridad Canelón.

“El programa era en vivo porque cuando eso no había video. Era con Pedro Miguel Suárez y Aníbal Abreu.  Estos dos señores me escucharon cantar y a ellos les pareció bellísimo, les pareció graciosito presentar a una niña tan chiquita que cantara además una ranchera. Recuerdo cosas muy puntuales como las luces, una tarima y mi vestidito. A partir de eso parece ser que ya nunca quise salir de allí, me gustaba la televisión, siempre quería ir allá, a ese estudio con todas esas luces. Además mi tía me hacia vestidos nuevos cada vez que yo iba a cantar”.

No vivía muy lejos de allí, de aquella primera Televisora Nacional que tuvimos los venezolanos, ubicada en Colinas de Las Acacias y desde donde salían cada día las imágenes en blanco y negro que comenzarían a cargar de sueños los televisores, pero más que eso, la vida de unos cuantos. No todos claro, porque los grandes descubrimientos sólo pueden ser disfrutados por unos tantos hasta que se vuelven más populares y con ello más accesibles.

“Vivía en La Charneca, el barrio que está allí detrás. Mi papá trabajaba en el Canal 5 en el área de mantenimiento. Aunque en mi casa no había televisor yo sabía que él trabajaba en esa empresa y parece ser que yo misma le dije que quería cantar en la televisión”.

¿Y cómo se podría negar aquel padre? Si Caridad cantaba todo el día en el autobús, en la casa, en la calle.

“Tengo entendido que desde que aprendí a hablar, yo cantaba, lo hacia clarito y afinado.  Cantaba todo lo que escuchaba en la radio, lo que le escuchaba a mi mamá que cantaba en la casa porque era amante de la música. También cantaba lo que le escuchaba a mi tía porque ella formó parte de un conjunto de aguinaldos y me llevaba con ellos como que si yo era una mascota”

Dice un refrán popular que lo que se hereda no se hurta. Sin embargo a pesar del talento, aquellos eran tiempos difíciles. Transcurría el año 1958. El país entero luchaba por salir de la dictadura lo que hacía que hubiera enfrentamientos permanentes, hasta que se logró la caída de Pérez Jiménez.

“Recuerdo escuchar disparos y haber llorado junto con mi mamá. La familia entera, mis tías, mi papá, todos llorábamos constantemente. Yo no sabía lo que era. Más adelante supe que eran las bombas lacrimógenas”.

Hubo un tiempo de inestabilidades. Había que lograr el orden en el país, hasta alcanzar ese amanecer de libertades que todos esperaban. La vida no era fácil para nadie, mucho menos para una familia de pocos recursos como la familia de Caridad, Una familia donde se almorzaba caraotas con arroz y cenaba pan con mantequilla, queso blanco rayado y guarapo. Además de aquel entorno la mamá de Caridad enfermó, tambaleando con ello toda la estructura del humilde hogar. La esperanza estaba puesta en aquella niña de cuatro años que no había parado de cantar pese a todos los inconvenientes.

Recuerdo que con 4 años ya yo estaba en primer grado. En esa época los niños empezábamos a estudiar muy temprano. Vivía con otra persona, una señora que se encargó de mi, que habló con mis padres y les dijo que ella me podía ayudar, que ella tenía muchas relaciones en el mundo de la televisión. Tenía un colegio y le ofreció a mis padres incluso becarme para que terminara la primaria. En esa época, yo había cantado en muchos programas infantiles como Bambilandia, con Henri el Mago que tenía Fiesta en el Aire o la Piñata de los Sábados. Había un grupo de hermanos que tocaban arpa, cuatro y maracas, yo iba a su casa y ensayábamos, después ellos me acompañaban en las presentaciones”.

El tiempo pasó entre presentación en presentación. Se vivía una época donde las transiciones fuertes que se lograban en el mundo parecían llamar con carácter de urgencia al sostenimiento de los sueños. Bordado el talento sobre unas características preñadas de ingenuidades se dio paso a un jovencísimo grupo de interpretes que tendrían sus momentos de gloria. Ellos, aquí y allá, parecían tener la responsabilidad de construir un eslabón entre el pasado y el futuro. Así podía escucharse a Joselito, a Marisol, a Pily y Mily y en nuestro país a una Raquelita Castaño, quien pecas en la cara y grandes lazos en el pelo, despertaba las emociones de las niñas y las abuelas de la época. Nunca tan bien representado el eslabón que hacía falta. Caridad venía detrás pero con pasos firmes, dispuesta a heredar la responsabilidad cuando le correspondiera.

“Tendría unos 8 años. Canté en el Show de Renny de la mano de Magdalena Sánchez. Ella fue como mi madrina artística, porque cuando me escuchó, le gustó muchísimo y me montó unas canciones con su conjunto. Renny me contrató por una semana y mi primer sueldo fue de 60 bolívares semanales. ¡Eso era un dineral! A esa edad descubro lo que quería ser en mi vida, descubro que quería ser actriz porque un actor llamado Enrique Alzugaray, un cubano extraordinario y el director Gracio D´Angelo estaban buscando a un niño o a una niña que pudiera hacer doble papel, de gemelos. Para ese entonces no había muchos niños actores, sin embargo probaron algunos. Ellos me vieron cantando una canción que se llama Violín Gitano y que la cantaba en esa época Joselito, una estrella española. Esa canción le gustaba mucho a mi mamá. Para ese entonces ella estaba muy enferma, estaba hospitalizada y a mi me conectaba muchísimo la canción con ese dolor de la ausencia. Me sensibilizaba mucho y yo terminaba llorando mientras cantaba la canción. A ellos les llamó mucho la atención que una niña tan pequeña pudiera interpretar de esa manera. Pensaron que podría ser actriz, me probaron e inmediatamente me dieron el papel. Ese fue mi primer trabajo como actriz en una serie que se llamaba Sor Alegría con América Alonso. Yo hacía de hembra y de varón. Me cortaron el pelo cortiquito. La niña usaba pollina con el pelo hacia los cachetes y el varón usaba una gorra, con el pelo para atrás y me maquillaban las cejas más gruesas”.

Allí había un nuevo germen, por eso hay quien dice que el artista “nace” y Caridad lo sostiene.  ¿Cómo puede una niña a quien nadie ha enseñado asumir un personaje, desdoblarse, creyéndose y haciendo creer a los que le rodean que eso de actuar es así como “coser y cantar” cuando no hay algo más alejado de la realidad.

“Lo de la actuación fue bellísimo, aprendí mucho, sobre todo de mí.  Yo no sabía que tenía la facilidad para desdoblarme y jugar; que es en realidad lo que es la actuación. Por supuesto que en la calle la reacción del público fue inmediata. Era una cosa bellísima, las muestras de cariño. Tuve muchos reconocimientos, todos los premios de la época y empecé a ganar mi primer sueldo como actriz. El trabajo era a destajo, no recuerdo bien cuanto pagaban, pero pagaban por capítulo. Yo cobraba los 15 y los 30. Iba el Servicio Panamericano a pagar y era muy chévere agarrar ese sobrecito y llevarlo para la casa, porque era el producto de mi trabajo.

Descubrir a tan temprana edad lo que tu quieres ser en la vida, te da una ventaja sobre mucha gente que llega incluso a la edad que tengo ahora y no sabe lo que quiere.  Me preocupé mucho por observar siempre a los que sabían más que yo. Para entonces yo no comprendía muy bien porque me gustaba tanto la actuación. Hoy en día sé que la actuación me permitía ser muchas personas, indagar en ellas, en los personajes y su psicología. Jugar a ser esas personas, incluso las que no me gustan”

¿Podía haber en el nuevo oficio un deseo expreso de escapar de cuánto le rodeaba? Es posible.  Descubrirse sumergida en la piel de otras, comenzaba a volverse un reto constante. Es por ello que sobre la actuación hay muchas teorías.
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“Desde muy temprana edad sentí la envidia. Lo que hacía me afectaba en que era una niña muy sola que tenía muy pocos amigos, porque era distinta. Esa soledad me afectaba emocionalmente y lo callaba. Me refugiaba en lo que me gustaba hacer, para ese momento no tenía una conciencia real de lo que estaba pasando pero sentía que ya no era lo mismo. Pensaban que de alguna manera yo tenía privilegios pero en realidad no los tenía, tuve que fajarme mucho para sacar mi primaria. Me gustaba estudiar, pienso que eso me ayudaba mucho. Yo estudiaba a la par y tenía el tiempo para eso. Eso es algo que he tratado de enseñarle a mis hijos, que si uno se organiza puede hacer varias cosas y va a tener siempre tiempo para todo”.

Corría la década de los sesenta. Aquellos eran unos años imborrables para muchos. Significaron muchas rupturas y rebeldías. El mundo del espectáculo no era nada fácil, bueno, como nunca lo ha sido. Era también una época, donde además de buscar adeptos para esa caja que traía el entretenimiento a nuestras casas, las disqueras trataban de imponer a sus talentos. Surgían los cantantes apoyados en versiones venezolanizadas de lo que eran los grandes éxitos afuera y el negocio resultaba.

“Yo era profesional porque cobraba un dinero por cantar. Trabajaba con Magdalena cuando me tocaba cantar en el Show de Renny, muchas veces yo cantaba con su conjunto. Cuando grabé mis primeros 45 la empresa disquera Palacios decidió lo que tenia que cantar, lo primero fue Soldadito Español que es una canción que no me gustaba. Sí me gustó grabar Violín Gitano porque era la canción como que de mi mamá.  Después grabé otras cosas como Danza Marabina que era bonita. Grabé aguinaldos para Discomoda. También grabé con Velvet, pero siempre escogieron los temas. Había algo que a mi me molestaba muchísimo y era que yo no podía disfrutar como los demás niños de una fiesta. Me invitaban y entonces yo era la atracción. Eso fastidia mucho. Yo me negaba, no voy a ir a la fiesta, entonces yo misma me aislaba. Empecé a tomarle aversión al canto, hasta que llegó el momento que dije no lo quiero más. Después hubo un espacio en el que no grabé más hasta que fui adulta, pero yo seguía cantando en programas musicales. Para entonces no existían esos contratos de exclusividad y un cantante podía ir a cantar en el Canal 8 que tenía La Revista del Jueves. En la misma semana podías cantar en De Fiesta con Venevisión o cantar en el Show de Renny al mediodía. Era maravilloso, pero en ningún canal me pagaban.  El único que pagaba era Renny. Entré en una escuela de música no para perfeccionarme en el canto, sino para aprender música, para leerla. Tuve clases de piano, clases de armonía con el maestro Vicente Emilio Sojo, pero la parte de cantante yo la fui desplazando con la profesión de actriz. Yo quería estudiar en la Escuela Juana Sujo pero no aceptaban niños, sino a partir de los 14 años. Cuando llegué a esa edad ya no me daba tiempo entre el bachillerato, las grabaciones, entre una que otra presentación como cantante y el cine que ha sido mi pasión siempre.

Paralelamente seguía estudiando. Empecé el bachillerato. En segundo año me rasparon dos materias. En tercer año me rasparon Las Marías, las llevé a reparación. En cuarto año me rasparon otra vez matemáticas. En 5 año no me rasparon ninguna y así hasta que saqué mi bachillerato. Igual seguía con muy pocos amigos y en ese momento era en realidad porque no tenía tiempo”.

Entre tanto la televisión venezolana seguía su avance. Caridad comparte su tiempo entre la televisión y la actuación.  Era una época de muy buenos programas que se convierten además en el semillero de grandes actrices. La magia inexplicable hacía su efecto y más de uno soñaba con dedicarse a “aquello” que no era muy bien visto por las familias tradicionales. A pesar de los pruritos, no era de extrañar que silenciosamente todos suspiraran por tener en su casa a una Lupita Ferrer o a cualquiera se esas grandes actrices que demostraron verdaderamente, lo que era actuar como: Eva Moreno, Eva Blanco, Doris Wells, Amalia Pérez Díaz o a una Carmen Julia Álvarez, que fue en su momento otro  caso de esas niñas prodigio de la televisión.

            Preñados de sueños y por supuesto de nuevos negocios, los gerentes de la televisión venezolana, vislumbraron en la telenovela un camino de desarrollo. Con ello llegaría un cambio rotundo en el que se hacía necesario un avance sin precedentes. La televisión requería con urgencia de vestuaristas, diseñadores, carpinteros, escritores y por sobre todo más y nuevos actores que dieran vida a los diferentes personajes. Llegó así la década de los 70 y con ella una sucesión de telenovelas en los cuales comienza a estar presente Caridad. Esas novelas fueron: Esmeralda (1970), Mamá (1975), Rafaela (1977), La Zulianita (1977), Elizabeth (1980), Maite (1981), Marielena (1981), La Goajirita (1982), La Señorita Perdomo (1982), Chao, Cristina (1983), La Salvaje (1984)

En 1985 grabé mi primer Long Play.  En Sonográfica ellos decidían.  Tal vez eso fue lo que hizo que yo me apartara de la música, de mi carrera como cantante. Yo sentía que no tenía voz ni voto, en lo que quería hacer. Eso que la empresa disquera escoja lo que tu vas a cantar, no era. De pronto te sentabas en una mesa con muchos gerentes y mientras estaba con el director musical, ellos discutían lo iban a hacer con Caridad Canelón. Yo escuchaba ‘bueno, puede ser una mezcla de Claudia de Colombia con María Conchita o con fulanita’. De todo eso junto sale una cosa muy extraña.  Yo recuerdo que en una de esas reuniones dije ‘pero ustedes por qué no lanzan un producto que se llame Caridad Canelón ¿Ustedes creen realmente que Caridad Canelón les va a funcionar como cantante? ¿Creen en mí como cantante?  De allí es de donde hay que partir, porque si no creen, no seguimos hablando y chao’. También había como una flojera de trabajar, de promocionarme. Se apoyaban en la novela que yo tenía de turno para poner el tema cantado por mí y si yo no tenía la novela en el momento, el disco dejaba de promocionarse. Eso me empezó a molestar muchísimo y decidí dejarlo hasta así”.

Esta no es historia nueva. En Venezuela más de uno ha tenido que dejar una carrera a medias, llenos de talento y de nuevas propuesta. Aun en el máximo esplendor de la década donde se produce el más grande movimiento musical contemporáneo del país, muchos tuvieron su debut y despedida. No es fácil la industria musical, como no es fácil, nada de lo que tenga que ver con el espectáculo.

Caridad se gana un merecido puesto como actriz y comienza a ser considerada una señora de la actuación. Trabaja sin descanso de sol a sol.  En el negocio de la televisión prácticamente no hay días libres.  Atrévete (1986), Señora (1988), Alondra (1989), Gardenia (1990), Ilusiones (1995), Llovizna (1996-97), Cambio de Piel (1997), El País de las Mujeres (1999) han sido año tras año su escenario. Novelas que se han prestado para hacer de su pasión la fábrica de unos personajes, que se mueven valiéndose de su cuerpo y de su aire, para tomar forma y vida.

EN LA PIEL DE OTRA.

“La separación entre la realidad y la fantasía la aprendí muy pequeña, no porque alguien me lo enseñara, lo aprendí por la práctica, por la vida. Si yo tenía que representar a una niñita en una escena y tenía que salir corriendo a vestirme de niñito en la otra escena y en el descanso que tuviera me ponía a hacer la tarea, tenía que desconectarme. No me quedo enchufada en ningún personaje. A mi me asombra mucho cuando hay actrices que te dicen, ‘es que me quedé, esto me afecta mucho’. Yo me digo, cómo será que se quedan ahí, si hay otra cosa que hacer en la vida.  El chamo que te está esperando, que lo tienes que ayudar a hacer la tarea, o que lo quieres ver antes de que se acueste a dormir o simplemente quieres ir al cine con tu pareja. Tienes que desconectarte. Dígame si es un personaje de estos que sufren. A mi me parece quedarme en un personaje un poco como que pose”

                                                                            Esa es la discusión que se da en las escuelas de actuación de nuestro país, allí se ventilan dos teorías, la de Bertold Brecht que habla de distanciamiento, lo que es casi lo mismo a que el actor o actriz  no debe involucrarse con lo que cuenta la historia, o la de Stanivlasky que habla del “método”. Esta teoría dice claramente que se deberá recurrir a las emociones personales, para que el personaje se exprese adecuadamente y consiga transmitir hacia los espectadores verdaderos sentimientos.  Lo que si no tiene discusión es la necesidad de que el intérprete se nutra de lo que lo rodea.

“Observando y escuchando. Eso es lo que me enseñó Enrique Alzugaray. El me dijo que era importante estudiar, conocer la teoría y leer mucho, pero lo más importante para un actor es la observación.  Este es un proceso muy amplio, porque no sólo es observar a la persona físicamente, también es observarla por dentro. Conversar con esa persona, conocerla. Si hay alguien que te llama mucho la atención, a quien no conoces y se te hace muy difícil tener la oportunidad de conocerla, investigas. Si tienes un personaje que se parece físicamente a alguien, buscas literatura acerca de eso. Si vas a ser un médico, hablas con un médico. Si vas a ser un abogado, hablas con un abogado. Ves como se desenvuelve, el lenguaje que maneja, como se viste, como se peina, como camina. La actriz se nutre a través de la lectura, de la curiosidad.  Si uno no sabe, pregunta  y que la respuesta que te den tu la comprendas.  Si no quedas satisfecha vuelves a preguntar. Aun hoy, yo pregunto”.

Otra discusión que se da a menudo en torno a la actuación tiene que ver con el hecho de que si el actor es distinto a los demás.  Hay una posición que dice que todos tenemos la capacidad para actuar, que lo que hay que hacer es prepararse. Pocos como Constantin Stanislavsky se han dedicado a estudiar la naturaleza creadora en ésta área y aun cuando genera un método al cual se han aferrado unos cuantos interpretes, en especial los dedicados al hecho teatral no hay que olvidar que su primera proposición en torno a este tema expresa que “No hay fórmulas…de cómo convertirse en un gran actor, o cómo interpretar éste o aquel papel. La actuación está hecha de pasos hacia el verdadero estado creativo de un actor sobre el escenario”.

Caridad, está clara como pocas, en sus procedimientos, en la forma no sólo en que se acerca a sus personajes, sino en como se aleja de ellos.

“No tengo un método para actuar, no tengo un método para cantar. Yo quisiera aprender de pronto a vocalizar.  Me llaman mucho la atención esos cantantes y actores que antes de salir a escena vocalizan. Hacen figuras con la voz. Quisiera aprenderlo porque eso forma parte de la preparación del artista, pero yo he hecho toda mi carrera sin ir a una escuela a aprender. Será porque soy formada en la televisión y ella es inmediata. A veces nos entregan escenas que tenemos que aprendernos y construir en el momento. Tienes que construir el personaje sobre la marcha. No estoy subestimando la escuela, porque hace falta, hay que pulirse”.

            Lo cierto es que la actuación también se ve en la necesidad de responder a las apremiantes del mundo contemporáneo. La exigencia de una productividad adecuada a los tiempos que corren se hace cada vez más fuerte y el actor o actriz tiene que estar preparado para eso. No puede esperar que la inspiración le “caiga del cielo”, con lo cual, contrariamente a lo que se piensa, cada día se necesita de más gente preparada y con talento.  Analizadas las teorías, la propuesta real pareciera estar en la conjunción de la distancia, con la experiencia y en la puesta en práctica de ese trabajo minucioso de investigación del cual habla Caridad.

“Un actor no se hace, nace. Un actor por más que haga si no tiene talento no va a hacer nada. Hay gente del “medio” que se la pasa metidos en una escuela y lo que aprenden es la teoría, pero nadie te puede llevar a creer en el personaje, a amarlo y hacerle creer a los demás. Eso solamente lo haces con talento.  Yo soy una amante de las telenovelas brasileñas tu ves allí a los actores y actrices, a los mayores, que llevan el peso de la trama porque han vivido. ¿Cómo haces para ponerle un drama a una niña de 20 años? Estás estudiando, vas a discotecas, vives con tus padres. ¿Cómo es que vas a entender lo que significan los problemas maritales, las infidelidades, llevar una casa con todo el peso de lo que significa? A menos que la ubiques por ejemplo en un barrio. En un barrio puedes vivir otros problemas, pero generalmente no es así”.

A su vez, no es Caridad , una de esas personas  que nos sugiera entrar en un laberinto de emociones escondidas por el contrario se muestra tan transparente, que es difícil imaginar donde y cómo realiza su búsqueda.  Obviamente tiene con ella una maleta cargada de emociones y recuerdos que también le sirven, así como un mundo de expectativas.

 “Esto me ha parecido fascinante toda la vida. Tal vez por eso ya en la universidad me inscribí en psicología, porque me interesa hurgar. Lamentablemente no pude seguir. Hice el primer semestre, pero para ese momento ya tenía un bebé y ya no tenía tiempo.  Me gusta jugar a ser otro de alguna manera, uno hace catarsis, representando a otra gente. He tenido suerte porque la mayoría de los personajes que me han asignado me han gustado muchísimo. La mayoría de los personajes no han sido fáciles. Eso me ha gustado, porque quiere decir que cuando me asignan un personaje que no es fácil, que no está servido, están pensando en mi calidad de actriz, en mi seriedad, responsabilidad y talento”.

Tal como ella describe su proceso, podríamos sintetizar que un personaje se construye minuciosamente, se nutre de nuestros conocimientos, de nuestras percepciones y emociones. Sin duda seremos capaces de visualizarle un entorno familiar, un entorno social. Descubrir en él, el uso que hace del vocabulario. Crearle una apariencia física. Darle una profundidad y una carga emocional que permita no sólo a quien lo interpreta, sino a quien lo ve, sentir que está allí, que tiene vida propia y que tiene la capacidad para contárnosla.

“El último papel importante que hice podría decir que fue en una novela que se llamó En el país de las mujeres de Leonardo Padrón. Un personaje escrito desde el principio hasta el final, que se llamó  Arcadia. Es una novela que duró un año, que tuvo mucho éxito. Después hubo otros pero fueron personajes mucho más difíciles de hacer porque eran personajes de esos llamados huesos.  Uno empieza a buscarles como por los lados y finalmente lo logra. Si el escritor se da cuenta que lo haces bien, que le has encontrado algo, entonces empieza como que a escribirte y el personaje da un vuelco y se convierte en personaje importante.  De pronto empiezo a ver como que los siguientes personajes ya no tenían ese peso dentro de la trama. Hice una novela donde era ama de llaves, al final no se sabía lo que era, si era curandera, médium, si era cómica, si era cocinera. Era cualquier cosa, porque era un personaje que estaba como inventado. No tenía una estructura, no tenía una columna vertebral, una historia propia. Cuando un personaje no tiene historia propia para el actor es muy difícil hacerlo y sobre todo hacerlo protagónico, porque no necesariamente tu eres protagonista cuando encabezas un elenco. Tu eres protagonista de tu historia, pero cuando el personaje no tiene familia, decorado propio, es horrible”.

Obviamente, no sólo por lo que dice, sino por lo que hace, Caridad observa. Caridad indaga con su mirada lo que la rodea. Cada vez está más segura de que es la constancia, el estudio, la disciplina y la responsabilidad lo que conforma la base de todo buen actor o de toda buena actriz.

“Los personajes fáciles no me gustan. Son esos personajes en los que no hay nada que buscar pero a los que uno les pone todo el cariño del mundo, porque es a fin de cuentas lo que a uno le gusta hacer.  Siempre hay algo que le encuentras.  Siempre hay algo que te gusta, por lo menos a mi me pasa”.

Un personaje creado con el apoyo necesario, termina por existir por sí solo, valiéndose del cuerpo y del actor que lo interpreta. De allí el enlace que se produce con el espectador. Un enlace en el que pareciera producirse un efecto espejo en el que muchos se verán retratados. Por eso generan sentimientos, se vuelven familiares y propician sensaciones de afecto, de aceptación o de rechazo.

 “El público también es mi termómetro para aceptar o rechazar personajes. En una oportunidad rechacé un personaje porque no estaba acorde con lo que yo pensé que podía ser una protagonista de la época. El personaje se enamoraba del novio de su mejor amiga, le coqueteaba al esposo de la profesora guía y terminaba casándose con el hijo del portugués por dinero. La gente que me siguió en Elizabeth, Maite, la señorita Perdomo, La Guajirita, no me iban a ver en una novela donde yo hiciera eso.  La novela lamentablemente no funcionó.

Tampoco me gusta representar personajes que no tengan justificación para la maldad. Aunque yo siento que para la maldad no puede haber justificación posible, pero sí que tengan una historia desde el punto de vista psicológico.  Un problema que las lleva a cometer esos actos de maldad”.

Jean Doat en su libro Teatro y público, lo explica diciendo “por medio del actor y junto con él, el espectador se identifica con el personaje ficticio; se encuentra frente a un doble deformado o agrandado como por un juego de espejos. Hay que considerar a este primer carácter del fenómeno dramático como un intercambio. Frente a una pintura, a una escultura, a una arquitectura, el hombre se siente aumentado o alcanzado. La obra de arte se le impone como algo diferente de él mismo, que lo enriquece o lo hiere. Estas artes no se presentan, pues, como un juego, sino – con cierto dogmatismo – como un valor absoluto que uno acepta o que uno rechaza”.

 Caridad, apunta “hoy en día hay personajes que son despreciables. Claro, una vez que están escritos es muy difícil darles la vuelta, por eso es que la relación entre el escritor y el director es muy importante, tiene que haber una comunicación, porque además una vez que el actor se adueña del personaje y comienza a darle vida, ya deja de ser del escritor. Entonces ya está en él escribirle un camino a ese personaje para no crear estereotipos”.

“El misterio de la creación artística – señala el gran autor italiano Luigi Pirandello- es el misterio mismo del nacimiento de la vida. Una mujer amando puede ansiar ser madre; pero ese deseo, por intenso que sea, por sí solo, no bastará. De pronto un día, sin ninguna advertencia, se sentirá madre, sin saber cuando comenzó a serlo. Así es como, viviendo, un artista, acoge en sí tantos gérmenes de vida, no pudiendo decir jamás como y por qué, en momento dado, uno de esos gérmenes vitales, se inserta en una fantasía, para transformarse en una criatura viva, en un plano de vida superior, más allá de la existencia cotidiana”

Con Caridad se pasan las horas sin uno apenas darse cuenta, cuando se trata de hablar no sólo de su vida, sino del procedimiento para acercarse a la actuación. En la búsqueda de describir lo mejor posible el proceso que significa para ella actuar, piensa, expresa una emoción, hace una pausa, ve a su alrededor y con esa suavidad que la caracteriza describe lo que piensa.

Escucharla podría ser para muchos la guía, la enseñanza perfecta, la respuesta a muchas carencias que tiene el medio televisivo, cuando a la interpretación se refiere. Quien no haya  compartido unas horas con ella, tal vez no podría imaginar que esa mujer apacible, de sonrisa iluminada y frecuente, de gesto suave y delicado, sea capaz de dar vida a un personaje débil, a jóvenes que expresan altibajos emocionales como en ocasiones le ha tocado o a mujeres que expresan firmeza de carácter y en ocasiones hasta cierta amargura. Es decir, cómo puede esa figura desdoblarse en miles, tan diferentes.

DE VUELTA A LA REALIDAD

                                                                                       Eso de que actuar sea como coser y cantar está tan distante de la realidad como la idea de tomar una estrella y colgarla de la ventana. A pesar de las exigencias que trae consigo, es sin duda, el sueño que alimentan unos cuantos, quizás porque no saben a ciencia cierta de lo que se trata y sólo ven de ella los oropeles. Son muchos los que sueñan con verse en la pantalla del televisor,  pero sin duda son más los que se imaginan firmando un autógrafo. Son muchos los que se imaginan trabajando al lado de un reconocidísimo protagonista, pero sólo por el deseo de conocerlo.
                                                                                      
                                                                                       Así van por la vida los que diariamente marchan con su bolsito a la espalda rumbo a su escuela de actuación cada mañana, pensando que un día ganarán mucho dinero, interpretarán grandes papeles, serán reconocidos por todo el mundo, serán respetados y pasarán a la historia de la televisión con mucho más importancia que técnicos, científicos, educadores, o cualquier otro tipo de profesional que haya contribuido fehacientemente a la historia y desarrollo del país. Y no es que ellos no lo hagan también, es que cuando lo logran trascienden más que cualquier otro personaje.

“Desde muy pequeña sentí el amor del publico, la aceptación, el reconocimiento por el trabajo realizado, a través de que te piden autógrafos, te tratan como que si fueras de la familia, te dicen que te quieren mucho, te desean cosas bellísimas. He tenido una relación con el público muy bonita,  muy cariñosa, muy estrecha.  Hay momentos específicos que me han afectado muchísimo como cuando he estado enferma. Yo tengo una hernia discal a raíz de un problema que tuve trabajando. Una vez estaba tan mal que me llevan en silla de rueda para la clínica, yo estaba desencajada, había llorado mucho. Estaba esperando para la resonancia magnética y  una señora que venía con una enfermera, lo cual me llamó aun más la atención, me dijo que esa era su oportunidad de tener un autógrafo porque siempre me había querido conocer. Yo la veía como diciéndole ‘señora, me estoy muriendo’ pero ella insistía y yo le firme su autógrafo. El público a veces es egoísta, piensa que su tiempo es más importante que el de uno, pero eso forma parte también de esto. Gracias a ese público yo estoy allí. De alguna manera yo me pongo en su lugar como fans, yo también tengo artistas a los que admiro. Yo he corrido a pedir autógrafos. En un concierto he pegado gritos, por ejemplo, con Franco De Vita. El no lo podía creer, pero fui al camerino a pedirle su autógrafo. También se los pediría a Densel Washington, a Meryl Streep y me pongo cual fan, porque después cuándo lo vuelves a ver. Por eso les dedico su tiempo, si quieren una foto nos tomamos la foto. De repente puede ser que les explique, mira voy apurada porque me están esperando, yo he visto compañeros que maltratan a la gente y eso me parece horrible, porque gracias a esa gente estas ahí”

                                                                                       Por si acaso cada uno de esos que se acerca transita con su sueño bien guardado, sin atreverse a confesar, dicho sea de paso, lo que podría ser considerado en algunos círculos como una debilidad. Ah eso sí porque la teoría siempre es la teoría, el día que a cualquiera de los soñadores se le ocurre confesar que será actor o actriz, más de uno en la familia pegará el grito al cielo. ¡Que vergüenza!

                                                                                       La duda quedará instalada en la familia sólo hasta que el nuevo actor o actriz salga en la pantalla. A partir de allí todo cambiará. El desliz le será perdonado y comenzará una nueva vida, aunque sólo sea en respuesta a los que quieren el saludo, la sonrisa, el apretón de mano o la fotografía.

                                                                                       Nadie sabe explicar, ni siquiera los protagonistas de esas tantas historias que inundan las pantallas del cine y de la televisión, que hecho mágico e inexplicable generan estos medios en los seres humanos, especialmente la televisión. Decía Wagner “El artista hace aparecer además, en cada uno, lo que en cada uno es inconsciente. Extrae de nosotros las riquezas ignoradas y nos las vuelve conscientes. Nos brinda el mapa en colores de nuestras regiones desconocidas. Es el artista, en fin, quien revela una verdad independiente de la lógica y la inteligencia. Dice lo indecible. Va desde nuestro sentido común hasta el límite de la locura.  Es otra dimensión. “El arte es la expresión de la verdad del sueño”. Cada quien tiene su teoría, hay quienes se han dedicado a estudiar los efectos de la televisión en la conducta de los seres humanos y hay quienes consideran que no es para tanto, al final tanto el cine, como la televisión y el teatro son hechos por seres humanos, llenos de virtudes y defectos y a veces victimizados, catalogados o menospreciados por otros que dicen tener el poder en sus manos.

“Una vez le pregunté a un ejecutivo que por qué siempre me dan papeles de malandra y de marginal o de muchachas de servicio y él me contestó ‘es que tu haces muy bien esos papeles. Tu sirves para eso’. Fue terrible para mí, porque yo soy actriz, puedo hacer cualquier personaje. Me dijo ‘usted no podría ser una inglesa nunca’ ¿Por qué no? ‘Porque los ingleses son blancos’. No todos. Además era un ejecutivo de los que deciden. Me fui decepcionada porque empecé a sentir la discriminación, el racismo que hay en Venezuela y que todos nos empeñamos en decir que no existe. Para algunas personas que deciden en televisión yo soy negra y en el teatro también. Hace poco le pregunte a una persona que está ligada a la obra El violinista sobre el tejado, obra en la que podía hacer mis dos facetas, la de cantante, la de actriz y hasta de bailarina, por que yo soy una bailarina frustrada, por qué no me habían llamado y me contestó ‘cómo vas a estar en El violinista sobre el tejado, si tu eres negrita’ y yo lo que contesté fue que no podía creer que él me dijera eso a mi”.
                                                                                      
                                                                                       Cocina, deportes, misterios, tantas corrientes distintas que se dan minuto tras minuto hasta ofrecer a los millones de espectadores de la llamada pequeña pantalla, 24 horas de programación, pero nada ha podido superar el efecto producido por las telenovelas en los seres humanos. El espectador de telenovela está allí, fiel a la historia, buscando siempre a través de los protagonistas, llegar ávidamente hasta el final de cada historia. Identificándose, llorando y riendo con ellos. Quizá por eso tuvieron una gran época, el momento estelar en que Venezuela abrió los mercados de éste nuevo producto a nivel mundial.

                                                                                       Entre tanto, hoy los concursos de belleza se han convertido en una cantera de actrices de donde salen las interesadas en la actuación. Directo de la pasarela a la construcción de esos personajes. Así se van alejando del protagonismo los verdaderos protagonistas, mientras muchos se quedan sin entender de que se trata todo eso.

“Hasta hace unos años tuve camerino con baño, lo que es un privilegio de los protagonistas. Yo iba a comenzar una novela y le digo a la señora encargada de entregar las llaves ‘me gustaría tal camerino’  y ella me contesta, ‘no, ese es para fulana de tal y además usted no es protagonista’. Yo le contesto, `claro que sí, mi  personaje también es  protagonista porque yo lo hago así’.  Ella me contesta ‘No, no, no, los protagonistas son fulano y fulana. A ti te asignaron este camerino’.  Es una pistolada, pero te dice cual es el criterio para que una persona que entrega la llave te clasifique y te conteste de esa manera” 

Lo cierto es que además ese verdugo implacable que nos ataca a todos independientemente de lo que hagamos como lo es el tiempo, se afinca mucho más en aquellos cuya imagen forma parte de la fabrica de sueños. ¿Qué nos importa ver envejecer a nuestro médico, las canas del profesor, la flacidez muscular del que nos atiende en el supermercado?

“Le tengo miedo y respeto a lo de la cirugía. Yo siento que la cara no se debe tocar, a menos que sea por algo específico, como que uno tenga problemas para respirar, en los cornetes, entonces me operaría la nariz, pero no me estiraría porque me da miedo. Pienso que voy a cambiar demasiado, que voy a parecer una mascara, entonces prefiero estar con mis arrugas. Están tratando de convencerme de que me quite las bolsitas de los ojos, que son de grasa. Hay varias compañeras que me han dicho que si me hacen la toma de tal lado se me ve como cansada. Una amiga me escribió aterrada que me acababa de ver en la novela, y que estaba todo muy bien, perfecto como siempre, pero que se aterró por como se me ven los ojos. Pienso que si he llegado hasta este momento de mi carrera sin tener que tocarme ni el cuerpo, ni la cara, ¿por qué lo voy a hacer a estas alturas? Si es para que no me maltraten y no me den papeles de vieja nada voy a conseguir porque ya me lo han hecho. Aunque me disfrace me van a seguir dando los papeles de vieja, porque soy vieja”.

 Queda claro que a los actores y en especial a las actrices se les trata de negar la oportunidad de envejecer dignamente haciendo su trabajo, quizá en la búsqueda de hacer del espectáculo una negación completa de la realidad. Negación que además no tiene ni pies ni cabeza porque alrededor del televisor todos vamos envejeciendo, viviendo con todas sus consecuencias y con los beneficios que también implica envejecer.

“Lo preocupante es que niñas de 20 años están metidas en el quirófano, no solamente haciéndose las “lolas”, quitándose las costillas falsas para la cintura. Haciéndose la liposucción. Se ponen botox, una cosa espantosa que te dura 15 días, un mes, no lo sé y que después se lo vuelven a poner. Pienso que de tanto echarte eso, a la larga te tiene que traer alguna consecuencia. Si están desde los 20 años con esa angustia, cuando tengan la edad mía ¿cómo van a hacer? En la medida que puedo las aconsejo, estudien, prepárense y preocúpense por hacer bien su trabajo, pero no se cambien. Sean ustedes, sumen los años, no hay nada más lindo”.

Otros seguramente se preguntarán ¿Y por que no puede ser así? ¿Por qué tendría estos, que tener privilegios, si hay disciplinas deportivas con un límite de edad, si las personas se jubilan? Lo que pasa es que esa fabrica de sueños que en la mayoría de los casos nos atrapa por ofrecernos el espejo de nuestras historias y nuestras realidades, debería permitirnos el vernos allí, tal cual como somos, sin embargo en la actuación los 40 años se presentan como el fin de la vida misma.

“A los viejos de 40 años es muy difícil que le den papeles que tengan una historia de amor, que se enamoren. Pareciera que ya no tienes vida, no te enamoras, sólo sirves para ser tía o para ser mamá de…Eres un personaje que depende, que vive la vida de otros, no su vida. Ese es el común denominador de nuestras telenovelas. Es horrible, me duele muchísimo. Cuando me veo en el espejo digo ¡Pero Dios mío!  Si yo no estoy tan vieja, e independientemente, si estuviera vieja ¿Por qué razón no puedo seguir y hacer una carrera como lo han hecho en otros países, otros actores? Seguir en mi carrera, feliz, con personajes de acuerdo a mi edad. Es terrible porque te limitan, te ponen etiquetas. Eres negra, eres chiquita, no hay papeles para ti. La primera vez que me dijeron eso estuve en crisis, entré en pánico, me deprimí muchísimo y eso coincidió con el primer despido que tuve en una empresa de televisión. Me pasaron un sobre y me dijeron que prescindían de mis servicios, que no me iban a renovar el contrato. Yo pregunté qué había pasado, si cumplí con mi trabajo y la respuesta fue que no tenían papeles para mí. Estás en una edad que ya no eres la dama joven, pero tampoco eres la abuela. Esa edad en que nos dicen que no saben como ubicarte, también dicen que hay muchas actrices en esa edad, y que si solo hay un papel y se lo tienen que dar a otro, las demás quedan fuera”.

Así se acaba el sueño. El trabajo de la actuación es igual a cualquier otro y no hay diferencia.

“Lo primero que hice esa vez que me despidieron fue que me puse a llorar delante de la persona que me estaba dando el sobre. No podía entender que por el hecho de tener más de 40 años, ya no podía trabajar en lo que me gustaba. Entras en un pánico terrible por la falta de trabajo, dejas de producir y se te viene todo encima. Entré en crisis, empecé a tener problemas en mi relación de pareja, en mi matrimonio, fue horrible de verdad. Esa primera vez pasé casi un año sin trabajar. Yo siento que cuando despides a un trabajador tienes que tener motivos realmente fuertes, una persona que te falla en el trabajo, que no te rinde, que te llega tarde, que es conflictiva, que no produce. A mi me alegaron en una segunda experiencia la reducción de personal por situación económica, que se yo, pero me dieron mi liquidación.  Después empiezas a comerte la liquidación y a buscar trabajo a como de lugar. Si es lo único que sabes hacer en la vida es mucho más difícil puesto que solamente tenemos dos canales de televisión que hacen telenovelas. Además, entre ellos siempre hay como un pacto de que si sales del canal tienes que esperar como seis meses para aparecer por la pantalla del otro. Ellos lo llaman pacto de no agresión y uno en el medio agredido y sufriendo. Es duro, sin embargo este amor por la profesión hace que uno como que pase por encima de eso y le encuentre el lado positivo a la situación.  Te dedicas a estudiar, a prepararte”.

La vida de un actor o de una actriz es como una caja de Pandora, quizá sea eso lo que llama la atención de muchos que quisieran entrar en ese mundo aunque sea un instante, en la búsqueda de experimentar lo que se siente. Las grandes industrias cinematográficas supieron muy bien, en el momento adecuado, porque era el de su nacimiento, crear unos conceptos pre concebidos en las oficinas de los gerentes, en el que los interpretes de la gran pantalla eran presentados como seres perfectos, bellos, sin problemas que pudieran hacerlos parecer humanos. Por el contrario, los distanciaban de la gente y sus carros, casas, vestuarios y matrimonios eran discutidos, programados y puestos en marcha, incluso, sin consentimiento previo del interesado. Esos conceptos permearon hacia todo lo relacionado con el espectáculo, haciendo que la realidad sea mucho más dura cuando tienen que enfrentarla.

“Últimamente yo siento que no hay un respeto por mi trayectoria, cuando tienes que pelear un crédito por ejemplo. Eso es un irrespeto. Cuando tengo que pelear porque como actriz quiero tener la posibilidad de decir cosas, que el personaje tenga vida, es que no hay respeto. Siento que hay bastantes deudas, pero es lo que yo escogí, lo que quise hacer, lo que me gusta. A través de mi experiencia trato de enseñarle a los muchachas que están comenzando, que aprovechen, que tomen sus previsiones, sobre todo a los protagonistas, que inviertan, que cuando les llegue el momento de no ser protagonistas decidan si se quieren quedar por amor al arte o puedes decir no lo hago y punto. En Venezuela subimos al artista, lo ponemos arriba y nosotros mismo lo tiramos, no solamente al artista. Es muy duro reconocer eso. Cuando uno está fuera y siente que es tratado como uno quisiera que te trataran en tu país, es muy triste saber que no lo vas a lograr nunca porque tiene que ver con nuestros valores”.

Y es que en la carrera de la actuación son muchos los factores que vienen desde afuera, para hacer posible el éxito o el fracaso, no basta con ser un buen interprete. Para muchos el mundo del espectáculo es una maquinaria, en la cual influyen unos directivos cuya evaluación del trabajo tiende a ser más subjetiva que otra cosa. Finalmente esa evaluación va dando paso a nuevos criterios y va eliminando privilegios que ponen de manifiesto que una especie de descenso puede haber comenzado.

“En este momento trabajo por contrato. Recibo mi sueldo por honorarios profesionales a través de una compañía que me hicieron crear para no generar compromisos laborales. Claro, ahora una negocia pensando en lo que ganarías si estuvieras en nomina. Aunque no todas las veces uno lo consigue, porque hay regateos. A la hora de que me ofrecen un personaje, pido una cantidad de dinero, que les parece muy alta, pero hay dos, tres o cuatro que no llenan los requisitos, no tienen la trayectoria, incluso que no son actrices, gente que de pronto llega allí y están dispuestos a hacerlo por menos de la mitad de lo que yo estoy cobrando. El sueldo es algo en lo que no claudico porque tiene que haber de alguna forma una equivalencia”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Caridad tu sigues y seguiras siendo una Diva de la pantalla todos aquellos que te admiramos te recordamos con cariño , lo que deberias hacer es irte del ese pais y en miami o mexico inclusive en colombia te sobraria el trabajo basta con llamarte Caridad Canelon . TE AMAMOS no nos niegues verte