Y LA MASCARA
Un mundo por descubrir
La niña comenzó a crecer enfrentada a los cuentos del “patito feo” los mismos que tiene que encarar la mayoría cuando se está en plena adolescencia. Superada esta etapa un rostro de facciones casi perfectas asomaba. Todo empezaba a anunciar que habría una vida posiblemente signada por los destellos de aquella mirada. “Cuando tenía unos trece años la loza del baño era oscura, mi imagen se reflejaba en la cerámica, y yo siempre agarraba cualquier producto y hacía cuñas buenísimas. Como me gustaba estar sola había un gran mundo interior”.
Claro, aquella belleza comenzó a no pasar desapercibida y aquel encuentro en lo privado, comienza a transformarse en exposición pública. Las pasarelas de los más prestigiosos clubes de la ciudad fueron testigos de los pinitos de una modelo que apenas tenía quince años y que, por si fuera poco, comenzaba a cobrar muy bien. “En mi relación con el espejo yo me sentía muy linda. Siempre estuve muy conciente de mi físico. Cuando es así, lo aprovechas, lo disfrutas. Donde yo me ubicaba, había una banderita que me distinguía. Sin embargo, quiero decir que en ese mundo social donde yo me movía tenía muchas amigas que eran tan o más bellas que yo”.
Y por si fuera poco, la escena que funge como trampolín en el camino hacia la televisión se desarrolla tal cual como la escena de una película. “Yo estaba caminando por el Centro Comercial Chacaíto y un señor me preguntó si yo quería hacer una publicidad para televisión. Yo me quedé un poquito sorprendida porque mi imaginación de chama había jugado un poquito con ese mundo y aquel señor me estaba haciendo una propuesta efectiva que era la cuña de Camay. En el momento yo no sabía qué decirle, pero obviamente asistí a su llamado, me escogen y así arranca mi carrera de modelo”.
La fama estaba allí, como quien dice a la vuelta de la esquina. Con la salida de los primeros comerciales se riega la voz y Osmel Souza, ese hombre conocido por ser el creador de todo un mundo dedicado a catapultar a las mujeres bellas, manifiesta que Corina Castro es la mujer más bella de Caracas. “Lo cual agradezco a ese ser amable y encantador, porque sus comentarios hacían que me salieran más cuñas y a su vez que tuviera una vida social más intensa. En esa edad te sientes bañada en agua de rosas cuando te digan algo como eso”.
En medio de aquel ajetreo, también el amor toca a su puerta, con lo cual se casa siendo muy jovencita, como además se esperaba en esa época que sucediera, y tiene un hijo, con quien desarrolla una relación que la lleva a decir hoy en día que son íntimos amigos. Por allí iba y venía aquella figura moviendo su cabellera de tal forma que hacía creer a cuanta mujer la viera en televisión o le pasara por el lado que con usar los productos de Revlon y de Loreal, podría conseguir tales maravillas. Ella era famosa, con las ventajas e inconvenientes de una ciudad como Caracas, donde cierto espíritu de pueblo nos permite saber de la vida de la mayoría de los habitantes que pululan por nuestras calles.
Su amistad con Rina Ottolina la lleva a tener contacto con el hombre más famoso de la televisión venezolana, Renny Ottolina, quien veía al grupo de amigos de sus hijas como unos hijos más, con quienes conversaba y a quienes, como era su costumbre, daba respuestas contundentes en el momento preciso. “Estábamos almorzando en su casa, había una cantidad de amigos de Rina y yo le digo que me voy a meter en la radio para hacer un programa. Él, que tenía unos arranques muy especiales, me dice: “Chica tú sí que eres bruta”. Yo me quedé impresionadísima y le digo que cómo es que me dice que soy bruta porque quiero hacer radio. Me contesta: “¿Es que tú no te has visto en un espejo?”. Yo no entendía el asunto. “¿Cómo es posible que a ti se te ocurra una idea tan estúpida de meterte en la radio con la cara que tienes. Si tienes la cara y tienes la voz, qué es lo lógico?, ¿qué tienes que hacer?”. Entonces, yo con los ojos como una parapara le contesto: Me estás diciendo que haga televisión… Y él finaliza: ‘Pues mira, yo creo que con esa cara, ese es el camino’.
Corina huyó, prácticamente, con la necesidad de considerar cada una de aquellas palabras y llegar a una conclusión sobre lo que le había sucedido. Finalmente había entendido el mensaje y decide compartir con aquel hombre, que se las sabía todas, cada una de sus reflexiones. ‘¿Vienes a decirme que has entendido el mensaje? Bien. Dime sobre qué vas a hacer el programa de televisión’. Yo no había pensado para nada en eso, ni iba a otra cosa como no fuera a que él me aplaudiera la idea. Yo estaba de veintisiete colores y él seguía insistiendo. ‘Dime los temas que manejas’. Yo estaba cada vez peor. ¿Cuál tema, dime, historia, geografía? Cuando vio que me estaba muriendo porque no dominaba ningún tema, me dijo: ‘Me parece una excelente idea que quieras hacer televisión, cuando tengas y domines un tema, lo cual no sé cuántos años te puede tomar, cuando eso ocurra me vienes a decir de qué vas hacer el programa de televisión, mientras tanto no hablemos más de esto’.
Yo salí derrotada. Él me enseñó que era sumamente irresponsable pretender estar en un medio de comunicación sin preparación. Por si fuera poco, sólo pasaron unos días y nos invita a un concierto en el Teatro Municipal. De pronto aparece la animadora del concierto, ella tiene su parte preparada para presentar el coro y un violinista muy famoso. El violinista no sale a tiempo y le toca improvisar, de repente la animadora dice: ‘Las niñitas que ustedes vieron del coro son tan lindas que podrían ser Miss Venezuela’. Ante esa improvisación Renny, a voz en cuello, porque yo estaba como a seis puestos de él, dice, ‘¿Te das cuenta Corina? Eso es lo que no tienes que hacer’. Aquella situación fue sumamente embarazosa”.
Borrón y cuenta nueva
Corina siguió su vida de sociedad, pasarelas y comerciales con toda la intensidad que su mundo le exigía. Y tal como le sucedía en la vida, quizá un día cualquiera, mirando su rostro casi perfecto en el espejo se dio cuenta de que lo que veían los demás no era exactamente lo que ella era.
“Aparentemente yo era muy sociable, estaba como muñequita de torta en todas las fiestas, tenía muchos amigos, era muy querida y llevaba una vida que para mucha gente era envidiable. Era modelo famosa, centro de atención, pero había algo interno con lo que yo no estaba contenta. De pronto me di cuenta que añoraba una vida reservada. Mientras pasa eso, me divorcio y con 27 años entro en aquella especie de crisis existencial muy fuerte, donde empiezo a cuestionar absolutamente todo lo que me rodea. Hubo un cambio determinante, al punto de que a partir de ese momento ya mi vida no fue la misma.
Mi pelo, que siempre ha sido elemento que ha jugado un papel muy importante sobre todo en ese momento cuando hacía todas las cuñas que tenían que ver con el cuidado del cabello, decido cortármelo al rape. Yo salía a la calle y nadie sabía quién era yo. Cambié mi forma de vestir, dejé ese mundo sofisticado que disfruté muchísimo pero no necesitaba hacer borrón y cuenta nueva”.
No ella, pero quienes la conocían pensaban que tenía otros atributos para seguir desarrollando una carrera, que a todas vistas, repetía una y otra vez el esquema que cualquier simple mortal se imagina que tiene que ver con la vida de las celebridades. La voz grave podía complementar la propuesta y es Iván Losher, precisamente, una de las voces más cotizadas en el mundo de la publicidad, quien le abre los ojos a la modelo y la incentiva a sacar su título de locutora. ¿Cómo es que con esa voz te están doblando en la cuña? Corina atesoró de inmediato tal recomendación, presentó su examen, el cual aprobó y saltó de inmediato de la pasarela, al mundo de la radio.
Aquella decisión tomada un día a la ligera, quizá había sido una especie de premonición. Corina había decidido quitarse la máscara y dar paso a su verdadero rostro de persona irreverente, pero a su vez conservadora, de persona agradable pero a su vez solitaria. Finalmente elige como espacio para retirarse el estar encerrada entre las cuatro paredes de un estudio. ¿Para qué necesitaba que la vieran?
De la mano de Iván Losher comienza haciendo entrevistas. Un programa en el que ambos compartían y el cual todos los jóvenes escuchaban. “El programa de radio con Iván fue muy revelador, entrevistamos gente muy brillante, allí aprendí mucho. Estaba atravesando un recogimiento muy fuerte a nivel personal. Me quedó muy claro que me gustaba una vida muy privada, no soy de fiestas, ni de cócteles. Agradezco cuando me invitan, lo disfruto, pero soy más bien de grupos pequeños”.
La imagen
“Un día me llama Héctor Beltrán que estaba manejando una agencia de publicidad y me dice: ‘Tenemos un reto, levantar el canal 5. Hemos pensado en una figura femenina que aparezca haciendo las promociones y hemos asociado la cara de las cuñas con la voz de la radio y creemos que ese es el personaje’. Yo había visto personajes parecidos en la televisión francesa. Una figura femenina muy bonita, muy agradable, muy bien vestida que invitaba a la gente a ver los programas”.
La tecnología para hacer televisión era algo rudimentaria y, si a ver vamos, todo dependía de la creatividad de los llamados productores, que no son otra cosa como no sea los que más trabajan, los que tienen que hacer, los que finalmente entregan el material que va a salir al aire, ingeniándoselas, saltando obstáculos y venciendo cualquier problema. Lo cierto es que la cara de Corina salía a un extremo de la pantalla y el resto lo ocupaba la imagen del programa que ella estuviera promocionando. Aquello era una novedad y todos estaban felices. “Un día un amigo mío, Jonás Millán, me dice: ‘¿Qué barbaridad es esa que tú estás haciendo, pareces una chiripa? ¿Por qué no haces algo como tú lo harías, con tu personalidad, con tu estilo?’. Efectivamente, él tenía razón, lo que salía en pantalla no era yo”.
Corina asumió que ella se había limitado a seguir las instrucciones que le habían dado, pero Jonás acababa de despertar lo que aquella mujer tenía por dentro, en torno a sus posibilidades creativas y de participación en lo que hacía. Fue así como habló con el también jovencísimo Manual Fraíz Grijalba, quien era el director del canal 5, y simplemente se atrevió a solicitar lo que muchos quisieran y no se atreven, hacer las promociones marcadas por su propio estilo. “En el canal 5 había una cosa maravillosa, en ese momento todo el mundo era altamente creativo y altamente arriesgado, se trataba en todo caso de probar cosas. Así que lo primero es que me enfundé de negro. Me puse aquel suéter que generó tantas crónicas de farándula, mi pantalón y mis botas negras. La idea era un poco que la gente no se fijara tanto en lo que yo tenía puesto, porque como modelo y figura social conocida pensé que todo el mundo iba a estar pendiente de la ropa que iba a sacar todos los días y no de mi trabajo como locutora.
Le pido a Manuel una poltrona negra de cuero y me siento como lo hago siempre, de una manera muy relajada. Me recosté de la silla y levanté una pierna cruzada. Evidentemente, eso no se usaba en televisión. ¿Cómo era posible que alguien se sentara así? Yo hice varias promociones en diferentes posiciones que no eran a propósito, son con las que me siento siempre y, finalmente la imagen era a pantalla completa, había más despliegue visual mío. Cuando Manuel lo ve dice: ‘Esto es espectacular, está buenísimo, vamos a pasarlas así’”.
La prensa comenzó a hablar: así como salió aquella imagen contundente porque no era usual en la pantalla, comenzaron a pulular los comentarios, con aquella mezcla entre lo fashion y el cotilleo vulgar que en la mayoría de los casos está presente, porque quien lo escribe no es lo suficientemente arriesgado para asumir como parte de su vida lo que critica. Allí había una imagen, como la califica la propia Corina , sofisticada y fuera de lo común. Una imagen impactante quizá por su propia sencillez y naturalidad que había invadido, sin contemplación alguna, la televisión en blanco y negro que se veía en el país. “Allí había una persona sentada, con una forma de hablar muy particular, fue así como me empezaron a tildar de sifrina. Hoy en día hay mucho más despliegue de muchachas bellas, hablando más asifrinado, con imágenes fenomenales, pero en aquel momento no había eso”.
Los comentarios crecían en la medida en que todos los que habían participado de una forma u otra de la idea se sentían sorprendidos, porque ninguno se podía imaginar que iba a pasar lo que estaba ocurriendo. “Escribían que cómo era posible que me sentara mal, que tuviera un suéter negro todos los días. Total que un día muy simpáticamente Pedro Berroeta, que era presidente del canal, me dice: ‘Mi amor, te voy a pedir dos cosas, una que ese suéter negro no te lo puedes quitar bajo ningún concepto y lo otro es que no me bajes las piernas de la silla porque nunca hemos salido tanto en prensa’”.
Corina, comenzó a jugar con aquella imagen que la había conducido al éxito. Allí había un nuevo elemento de mercadeo que representaba un tesoro para el canal y una nueva forma de promocionar televisión. Gustó por ser una propuesta nueva, diferente. “El conocimiento que tenía como modelo dio su aporte. El conocimiento de la estética me permitió crear la imagen, que además, por supuesto, forma parte de mí de cómo me siento, como hablo, como me visto”.
El balance del momento es altamente positivo para el trabajo de una mujer que recién salía de dos años de aislamiento. “Cuando aparece mi imagen en el canal 5, vengo saliendo de la parte dura de la ruptura, ¿por qué me voy a negar mi belleza, la posibilidad de la televisión? Yo tengo una madre profundamente sociable que se carga normalmente de la energía de los demás, así que por contraste encontré un gran valor en mi mundo reservado. A pesar de estar en la pantalla, mi vida privada era sumamente reducida. Iba al canal, hacía mi trabajo y me iba para mi casa, a estar con mi hijo, con mis pocos amigos. Si tenía una pareja me iba para estar con ella. Soy muy de mi pareja, no soy de ir en grupo. Fue una etapa muy feliz porque vivía sola, con dinero, muy bien pagada, famosa, con un hijo espectacular, absolutamente responsable de toda mi vida, preservando mi espacio. En plena fama, de pronto desconectaba el timbre del teléfono, el de la puerta y me trancaba durante tres días a disfrutar de la música. Mi hijo se iba de repente con su papá y me quedaba sola, encantada, recreando mi mundo infantil, preparándome comida sola, sin hablar con nadie. Lo hacía muy a menudo. Eso fue alimentando mi mundo interior de una gran paz y una gran tranquilidad. A la par, era una persona tremendamente activa en el mundo de afuera y cada vez más del mundo de adentro, así me he quedado”.
Corina vivía a plenitud los dos mundos que formaban su vida. Ella estaba dispuesta a asumir el personaje en que se había convertido, lo que sucedía a su alrededor cuando llegaba a cualquier sitio, lo que no estaba dispuesta era a que su vida se convirtiera en la escena. “Eso es algo que yo no permitía nunca. Aquella era una época de muchísimos enamorados, de descubrimiento de mí misma. La televisión te pone en una situación distinta a la del resto de las personas, eres juzgada de manera masiva. De alguna forma ya no perteneces tanto a tu vida privada como a la pública. Hay un gran interés, un gran bullicio a tu alrededor y de alguna manera la gente exige saber, conocer más sobre el personaje. En cualquier restaurante que entras la gente se queda con el tenedor en el aire porque entraste tú”.
Una nueva irreverencia
La estructura del espectáculo hacía su efecto. El canal 5 llamaba cada día más la atención de los espectadores. Aquella presentadora había dejado en claro que allí se hacía una televisión distinta a la que estaba acostumbrado el resto de los mortales. Sin dinero pero con gran creatividad se dio paso a programas como Síntesis o La música que sacudió el mundo. Aquello era distinto, único, una televisión que no se repitió jamás. “No sé cómo fue que confluimos en ese espacio tanta gente cuya excitación fundamental era inventar, hasta donde pudiéramos llegar. Al mismo tiempo se daba esa cosa maravillosa de Manuel Fraíz Grijalba, que nos permitía hacer todo aquello. Él disfrutaba muchísimo. ¿Cuándo se puede volver a crear un canal con criterios tan altos de calidad y de irreverencia? Un canal en que la gente esté dispuesta a hacer el trabajo sin plata. Yo me acuerdo que llamaba a todas las compañías que se me ocurría para pedirles desde papel para empapelar un estudio, como sucedió con papel de aluminio Reynols, o para movilizar el zoológico de El Pinar con todos los animales, para el canal. Había una gran pasión por lo que se hacía”.
De aquella modelo que cada vez que viajaba descubría que había una cámara delante de ella que la entrevistaba, ya fuera en Francia o en Nueva York, surgía cada vez con más confianza una productora. A su vez estaba consciente de que llamaba mucho la atención, porque todos los que la rodeaban se encargaban de recordárselo. Corina se movía como pez en el agua, con el gran disfrute que le producía burlarse de lo que la gente esperaba que ella fuera. Rebelde ante cualquier exigencia, le daba la espalda a cualquier cosa que sintiera como un parámetro con el cual tuviera que cumplir. Había mucho de esa carga rebelde, contestataria. Un carácter que no estaba dispuesto a atarse a las reglas. Poco a poco había logrado convivir con la gente que la reconocía en el supermercado aun cuando anduviera de bluejean y con la cara lavada. Fue así, con ese carácter, como paralelamente a su carrera en la televisión atendía los llamados que le propiciaba su fama, ante los cuales respondía con el mismo ímpetu que la caracterizaba. Fue precisamente ella la escogida para inaugurar la televisión en colores. Aquella primera transmisión consistió en un programa que se hizo para explicarle a la gente cómo se lograba aquel milagro de la imagen, cómo podía graduar su televisión. En fin, la llegada de la nueva tecnología.
“Me escogen para presentar a Nina Hagen en el Teatro Teresa Carreño. Era la primera vez que se iba a presentar allí un concierto de rock, pero como era el Teresa Carreño se creó para mí una presentación sumamente sofisticada, convencional, clásica en toda su extensión. Llega el momento de salir y salgo con un vestido blanco bellísimo, el polo opuesto de lo que yo hacía en la vida normal y empieza una pita espectacular, como si estuviese en El Poliedro. Yo tengo un texto en la mano que había escrito Vicenzina Marotta que era una belleza, el cual empiezo a decir, ya nerviosa e impresionada, de una manera muy ineficiente. Entonces con el papel en la mano me dirigí a las tres mil personas que estaban ahí y les formé un zaperoco. Dije, bueno, si ustedes van a pitar, piten todo lo que les dé la gana. Yo vine acá a hacer mi papel y lo voy a leer. Cuando voy tras el escenario mi marido que está ahí me dice: ¡Qué horror! ¿Qué ha pasado? Tú no vas a volver a salir mañana’. Allí dije: Yo salgo mañana, pero voy a salir vestida completamente distinta. Por experiencia sé que si un caballo te tumba y no te montas inmediatamente, no te vuelves a montar. Por supuesto, lo de la pita salió en la prensa al día siguiente. Yo venía de recibir un Meridiano de Oro, así que me monté en mi coroto y otra vez hubo una pita igualita como que si estuviéramos en El Poliedro, entonces yo dije: ¡Qué bueno que todo el mundo está pitando, esto es lo que ella necesita. Vamos a pitar mas duro!, así que pitaron y gritaron y todo lo demás y al tercer día pitaron y gritaron pero no tenía mayor consecuencia”.
No la hubo porque había compromiso, claridad con lo que se hacía. Cada suceso de la vida es un aprendizaje que tiene las derivaciones lógicas en la vida. Está claro que si no se hubiera montado nuevamente en el escenario del Teresa Carreño de la forma como lo hizo, no hubiera vuelto nunca más a realizar una presentación en vivo. Lo importante para Corina es no ponerse limitaciones lo repite una y otra vez, no por convencerse a sí misma sino a quienes la rodean. Tiene muy bien digerido eso de que las limitaciones mientras más tiempo pasa son más difíciles de solucionar. “Los fracasos que todos tenemos son interpretados de manera distinta a lo largo de la vida. En la adolescencia son gravísimos, una tragedia, te duelen, te metes un puñal. Los fracasos en tu mundo profesional son pérdida de prestigio, perdida de posibilidades, juicios negativos que pueden afectar tu mundo o tu desarrollo profesional. Yo como todo el mundo he tenido mis fracasos, emocionales, amorosos, qué sé yo, sin embargo, no sé si los vivo de otra forma por mi carácter y por tomarme las cosas como parte de este viaje. Este es un viaje en el que seguramente en alguna parte voy a comer muy mal y en otra me van a atender mal. Voy a tener toda clase de avatares, entonces eso fracasos o momentos no afortunados, que me han marcado unos más que otros, forman parte del aprendizaje”.
Corina actuaba bajo sus propios patrones en los cuales creía a pies juntilla, independientemente de que fueran buenos o malos. No tenía, como lo repite incesante “ningún conflicto con eso”. Esa misma claridad le impedía, en medio de su fama, llegar a acuerdos con ningún otro canal que la llamara y prácticamente la llamaron todos, pero ella no se consideraba lo suficientemente formal como para meterse en los patrones de otros. “Cuando muere Renny Ottolina, la marca Pioneer se queda sin imagen. Era muy difícil sustituirlo, sobre todo con otro hombre. Se les ocurre buscar a una mujer con una imagen sofisticada como la de Renny y más joven. Ahí es donde se agarran de mi imagen del canal 5 y comienzo a ser la imagen de Pioneer”.
Hay quien dice que el mejor estado es aquel en que se está dispuesto a hacer de todo lo que nos rodea una propuesta creativa. En aquellos salones donde se acumulaban escritorios, libros, discos, videos y jóvenes ansiosos, toda palabra, toda idea, toda experiencia vivida o narrada por cualquier compañero, era capaz de detonar una propuesta que de inmediato se convertiría en guión o en imagen. Como el tiempo no pasa en vano y a través de su paso se van midiendo los resultados, el camino profesional de Corina crecía indeteniblemente y con él surge un programa que se conoció como La Video Jockey , creación que comparte con Tamara Getter. Inicialmente tenía media hora de duración, después pasa a una hora y comienza a ser transmitido por el canal 8. “El concepto alocado de la video jockey surgió una vez en que el entrevistado de turno no llegó. Era un horror porque teníamos que llenar dos programas, no había vuelta atrás. Cuando voy a maquillaje pensando en qué hacer, encuentro allí al maquillador de caracterizaciones del canal y le digo: “¿Tú eres capaz de maquillarme?”. Como tenía estilo de leona, de animal, me maquilla como una gata y me quedo con mi cara totalmente maquillada. Cuando llego a la oficina los gritos de todo el mundo fueron enormes. Yo dije, así vamos a hacer el programa”.
A la par surgiría en el canal 4 La disck jocketa, un personaje que hacía Nora Suárez, enfatizando dos características con las cuales la gente identificaba a Corina, el cabello largo y amarillo y aquella forma de hablar que llegó a tener tantos seguidores como detractores. Imitarla no era suficiente, había que alcanzar algo más pintoresco y es así como Nora Suárez se viste de burriquita para darle vida al personaje. Finalmente tenía que darse lo que muchos esperaban, la presencia de la Castro en el programa de Joselo. Vestidas las dos iguales se entregaron a su juego. “Hubo críticas terribles porque yo estaba como destruyendo aquella imagen bella, sofisticada, para dar paso a una imagen de loca suelta que se disfrazaba de cuanta cosa se le ocurría y que parecía que no estaba en sus cabales. A mucha gente le resultaba insoportable, nadie se había portado de esa manera. A otra gente le encantaba porque el reto creativo era lo fundamental. Ese es el momento para mí, cuando hay una total libertad de expresión. Es una sensación de tal magnitud que lo que estoy es gozando. Es una burla total, ¿qué te va a pasar? No te van a poner en la horca, ni te vas a morir por eso. No le estás haciendo daño a nadie”.
La televisión de la Televisora Nacional se hacía sin un centavo. La principal preocupación era lo estético, lo nuevo. Mientras más arriesgado era, mucho mejor y se escuchaba un coro de voces que respaldaba la idea. Aquella televisión era sin duda una televisión de riesgos con la cual estaban creciendo todos los profesionales que la hacían. Aquello era a punta de creatividad. Con una cámara se trabajaba como si fuera para cine. Corina era capaz de acompañar a Elizabeth Sokolova a hacer los efectos especiales a punta de ruidos en el micrófono. “El canal 5 fue además una gran escuela pero, como todo, llegó a su final. Las cosas de manera natural dan lo que dan. Yo recuerdo que una vez me cerraron el programa porque puse un video de Prince y no lo edité. No tenía nada según mi criterio que algún ser humano del planeta Tierra no pudiera ver, sin embargo a otras personas del canal le pareció que tenían que censurarlo. Si era así, yo no podía trabajar, porque además yo era incapaz de editar un video, me parecía una violación meterme con el trabajo de un señor que le costó tanto editar aquello que era fenomenal”.
Caminando las alternativas de la comunicación
“Después de mi salida del canal 5, comienzan las negociaciones con otros canales, que no se dan. Me obstiné de estar peleando por proyectos que me gustaban pero que en los canales tenían muchos problemas, no terminaban de cuadrar. Ahí es donde me meto en la producción de comerciales. Déjame montar un negocio que va dentro de lo que me gusta y donde voy a trabajar todo lo que ya he trabajado y en el otro lado de la pantalla. No quiere decir que no me fascine el mundo de la televisión y que no esté dispuesta a hacerlo de nuevo. Yo creo que la televisión es como decimos, todo un veneno que no se cura”.
Como buena geminiana Corina siempre ha estado a la expectativa de las cosas nuevas. Dice sentirse retratada frente a su signo porque una vez que ha explorado y vivido las cosas, una vez que ha descubierto lo necesario, abandona. Lo pasado ya no es de su interés. “Me planteo montar una productora de comerciales. Se produce mi encuentro con Alfredo Lugo. Yo tenía muchísimas relaciones en los medios, podía ser una vendedora excelente, una productora que por otro lado tenía el conocimiento de dirección de arte y Alfredo era un reconocido director de comerciales y de cine. Montamos Alucine, que fue una experiencia extraordinaria, un tremendo negocio. Hacíamos muchas cuñas y nos fuimos rápidamente para arriba, pero era un trabajo muy absorbente, no había hora, ni segundo, ni noche, ni nada. Un día José Gabriel, mi hijo, me dice: ‘Mami, hace tres días que no te veo’. Ahí me doy cuenta de que eso no puede ser así”.
La experiencia de Alucine le trae de nuevo el éxito. Ganan el Premio Anda, el cual es de mucha importancia en el campo de la publicidad porque es entregado por los anunciantes. Pero en ese momento el llamado de atención de su hijo puede más que cualquier reconocimiento. Sin embargo no podía quedarse tranquila, ni al margen de todas esas cosas que siempre le han llamado la atención. Hace ruptura con la producción. Ahora una nueva área con la que jamás había sentido punto alguno de identificación, le hace los guiños suficientes como para llamar su atención. “Jimmy Till, presidente de Corpa, decide montar una empresa que se llamaba Proyección Personal. Se dictaban unos cursos para mejorar la imagen y la comunicación de los ejecutivos de las empresas, imágenes públicas, políticas, etc. Yo en mi vida había dado un taller, pero sabía que podía ser una buena profesora. Comencé a entender que la base para hacer algo muy bien tiene que ver con la conexión emocional con el objeto, el concepto, las ideas y con el proyecto. Empecé a trabajar y a diseñar técnicas y dinámicas donde la gente pudiera experimentar lo que es realmente una conexión emocional con lo que dices, con cómo lo dices y con lo que piensas. A todas estas, a través de los años fue apareciendo el concepto de la inteligencia emocional como una propuesta. Fueron apareciendo conceptos nuevos sobre la importancia de la comunicación no verbal con relación a la verbal”.
El tránsito de los medios de comunicación a la realización de los talleres ha significado para Corina una especie de juego, en el que por momentos llegó a sentirse como en un parque de diversiones. Una vez que se está allí había que probar cada posibilidad de entretenimiento hasta quedarse con el correcto o con el que más gusta. La conquista de esa nueva vía de expresión tuvo a su vez una conexión determinante con las experiencias vividas con anterioridad. El camino de la frivolidad daba sus frutos. “Me daba cuenta de que gran parte de lo que se escribía sobre mí no tenía nada que ver con la realidad; además había cosas tan fantásticas como que jamás habían sucedido. Aprendí que si eso ocurría conmigo, que si gran parte de la percepción que se tenía de mí era falsa, entonces, probablemente, gran parte de la percepción que yo tuviera de los demás pudiese ser falsa. Así empiezo a tener un gran respeto por lo que cada quien hacía”.
Las reflexiones se van acumulando en aquel tránsito en el que se mueve inquieta entre esa posibilidad de intercambio que se abría con los seres humanos y su pasión por la producción. Mientras iba y venía cargada con las sorpresas que le daban los nuevos descubrimientos, asume la organización de eventos. “Sigo siempre alrededor de la comunicación a pesar de haber hecho muchísimas cosas diferentes. La comunicación ha sido una constante. Con Marisol Azopardo manejamos gerencia de proyectos, había medios de comunicación, prensa. Un buen día le dije a Marisol: “Yo no quiero producir más esto. No me siento feliz. No me provoca producir eventos”. Una persona solitaria y reservada como yo, no podía trabajar produciendo eventos porque además tenía que estar presente. Me daban ataques cuando me lo pedían. Yo podía hacer muy bien buenas relaciones públicas, conseguirte veinte clientes y todo lo demás, pero era algo que no me apasionaba”.
Entre el rostro y la máscara
Se producía nuevamente el desencuentro entre lo privado y lo público. Aquella máscara, por lo que lejana de su personalidad podía tener, comienza a difuminarse de las pantallas. La imagen a la que los espectadores se habían ido acostumbrando, se vuelve un recuerdo grato para unos cuantos. La decisión había sido tomada. Estaba segura de que un nuevo camino esperaba por ella. Inquieta, cargada de tantas experiencias, decide explorar otras áreas relacionadas, igualmente, con el mundo de la comunicación. Las interrogantes acumuladas la van acercando a un camino en el que lo que quiere es darle las respuestas adecuadas a los misterios que implica para cada ser humano la posibilidad de comunicarse. Ahora analizaba desde otra perspectiva un camino en el que se había sentido fuertemente enjuiciada. Reconoce haber tenido un cambio violentísimo en su comunicación que la ha marcado hasta la actualidad. “Me di cuenta de que soy una persona que me muevo dentro de un ambiente donde lo que se vaya a hacer tiene que tener una conexión profunda conmigo. No puedo trabajar en cosas simplemente porque son muy inteligentes, buenas o creativas. Se pueden hacer cosas muy buenas sin pasión, llevar una tienda, pero se te acaba la gasolina y quieres mandar la tienda a la porra y si no lo haces a lo mejor es porque tienes que seguir manteniendo la tienda porque con eso alimentas a la familia. De alguna manera uno tiene que buscar algo en la vida con lo cual conectarse emocionalmente, algo con lo que se sienta vivo. Es ahí cuando entras como dicen los deportistas, en la zona donde ya no te importa ni hora de trabajo, ni de nada y te mantienes despierto. En realidad el trabajo ya no es trabajo, es una gozadera aunque estés agotada, es un disfrute. Este es uno de los grandes problemas de algunas personas. En general no son apasionadas por su trabajo porque la mayoría de ellas no hacen algo que las entusiasme”.
La experiencia la lleva a descubrir un área a la que quiere dedicarse, además, le interesa ver el mundo y como éste es visto por los demás. Comienza a quedar atrás aquella persona criticada muchas veces por soberbia, por terca y a asumir que no siempre se tiene la razón. Aquella misma mujer que despertó tantos sentimientos encontrados cuando cruzaba las piernas sobre el sofá, la que mostraba su cuerpo relajado y sin poses estudiadas, trabaja ahora sobre el impacto de la comunicación no verbal, pero además pregunta a los que la rodean cómo ven las cosas. Desea descubrir lo que puede estarse perdiendo si no se mira a través de la mirada del otro. “Estaba haciendo talleres de comunicación personal para que la gente pudiera vivenciar que era capaz de comunicarse de una forma absolutamente extraordinaria. Me meto en uno donde nos piden que llevemos una rosa. Debemos describir lo que tenemos en la mano y yo por supuesto muy racional, visual, inteligente, muy aguda, escribo ‘rosa’. Para mí era incuestionable que eso era una rosa y punto. Empiezan a pasar revista de lo que cada quien escribió y comienzan conmigo, contesto: ‘Obviamente es una rosa ’. La persona de al lado dijo: ‘Flor’. Yo entro en discusión pensando en qué poco concreta era esa persona, en que está generalizando. La tercera persona dice, con voz profunda: ‘Belleza’. Me levanté y pregunté: ‘¿Qué está pensando usted, qué tiene qué ver una cosa con otra?’. La persona defendió su idea. El siguiente, un gordo destartalado por el cual, a primera impresión, no hubiera dado tres bolívares, muestra su palabra: ‘Naturaleza’. Aquello no era posible, discutimos y me di cuenta de que yo era tremendamente básica, muy obvia. Aquellas personas habían llegado a conceptos muchísimo más amplios que el mío. Otra persona dijo ‘rosa’ igual que yo y la última persona escribió: ‘Josefina’ y explicó: ‘Mi mamá adoraba las rosas, las cultivaba y todo el mundo se las regalaba. En su cumpleaños todo el mundo le regalaba una rosa diferente y yo cada vez que ella cumple años de muerta, le llevo rosas a la tumba. Por lo tanto, cada vez que yo veo una rosa, veo a mi madre que se llamaba Josefina’. Me quedé muda y sentí que algo extraño estaba pasando en mi cerebro. Me estaba expandiendo hacia algo a lo cual no me había abierto nunca, a la contundencia total de entender que mis percepciones no solamente eran erradas, sino que podían ser limitadas con relación a lo que piensa la gente sobre cualquier objeto que tenga enfrente.
Lo único que uno posee de verdad es un punto de vista sobre el todo y si uno quiere una mejor percepción del mundo tienes que abrirte a los otros puntos de vista. Esa es la clave de una buena negociación.”
La vida había dado un vuelco en el que aquella primera experiencia de los talleres se apodera de sus horas. En cada descubrimiento se apasiona y en consecuencia se entrega. Es así como dieciocho años de experiencia le han permitido ir afinando sus teorías, jóvenes, menos jóvenes, tímidos, agresivos, exitosos, arrogantes, extrovertidos. Todo tipo de personas ha desfilado ante sus ojos. Ella está allí como el lente de una cámara, fijando en su memoria cada gesto, cada detalle, cada palabra. En cada taller que dicta se produce un intercambio, una vibración que conecta a los presentes y que tiene que ver con una disposición a encontrarse a sí mismo. Cada quien con sus propios sentimientos. “Tengo mucha sensibilidad para percibir cosas del que está enfrente, para percibir rasgos de su personalidad que no se ven a simple vista, estados emocionales que no muestra. De hecho, antes hacía los talleres casi como en estado de transe, no era lo que los ojos veían, era como una sensación física. Eso me lleva a seguir estudiando el área de la comunicación, el área del desarrollo humano. Hoy en día no me fío de las primeras impresiones, las tomo en cuenta. La vida me ha enseñado que cada persona es capaz de darme una tronco de lección. No me niego ni siquiera a procesos infelices, dramáticos o no muy agradables de recordar. Yo decido abrir las puertas y por eso es que lo que hago se llama comunicación expansiva”.
Corina se transforma en guía, son numerosas las empresas que hoy requieren sus servicios. La preparación de sus talleres no sólo significa un estudiar constante, un acercarse a todas las teorías posibles, significa descubrir las formulas correctas para acercarse a aquellos que esperan escépticos algunos, expectantes otros, las ideas que los llevarán a pasar un día distinto, con sus compañeros y con sus emociones. “Utilizo el juego de una manera contundente en mis talleres de comunicación. A través de un juego la gente saca un potencial extraordinario de adentro. El juego es un sinónimo de libertad porque saltas la talanquera de la zona de confort, haces algo distinto. Haces algo arriesgado. Las reglas poco importan cuando estás jugando. O juegas o no juegas. Ese es un estado donde estás abierto, donde estás dispuesto a que las señales te lleguen y que tú puedes ser permeable, sin caparazones, sin prejuicio: Cuando estás en tu zona de confort, en lo que obviamente le debe pasar todo el mundo, se está tranquilito, no se molesta a nadie, pero tampoco pasa nada. Cuando se toman riesgos y sales de la zona de confort es cuando empiezan a suceder cosas. Uno también tiene que tener un sentido de la realidad muy claro, yo sé también hasta dónde llego, tengo un gran sentido de supervivencia, no acepto lo que pueda atacar o agredir o hacer peligrar mi supervivencia, ahí pongo un parado rápido. Estoy haciendo mis talleres y me gusta mucho el hecho de que puedo ayudar realmente a otros. Lo veo, lo palpo. Cuando la gente va al taller sale engrandecida, sale valorada como persona, sale con un potencial que no tenía antes, con seguridad, con autoconfianza. Puede ser que más adelante dé talleres masivos, en este momento los talleres son sumamente personalizados. Me siento todavía con ese sentido de la intimidad, de lo privado, de lo reservado que yo aprecio muchísimo en mi relación con la gente. En algún momento lo voy a tener que asumir, preparar conferencias masivas dentro de la misma comunicación expansiva”.
Cada vez está más clara en que ha venido viviendo grandes cambios. Insiste en que estos se producen no de forma racional, sino vivencial, porque los cambios son consecuencia de algo que se internaliza. “Yo no dudo en darle un peso al proceso de maduración; yo vengo de ese mundo en que uno ha pasado años oscuros que te llevan al conocimiento personal, a enfrentarme a mis miedos, a mis fracasos, a sacar provecho de todo, de una serie de reflexiones acerca de la vida. Quizás ya yo estaba preparada para internalizar esta experiencia a como la hubiera recibido unos años antes. No hay duda de que la experiencia y la edad son algo fundamental. Antes estaba muy imbuida de mi misma, en mí inteligencia, en mi capacidad de percepción, mi capacidad de respuesta, de mi físico, de mi esto o de mi lo otro”.
Como un vicio, la televisión está allí. Obviamente se le metió tan dentro que aunque vaya y venga, aunque entre y salga del espejo, aunque indague en la mirada de los demás hasta sentirse profundamente atraída por los misterios del ser humano, no se puede desprender del embrujo. Es tal el magnetismo que le produce que de pronto se encuentra colocando en un solo camino las dos pasiones, la de siempre y la de ahora.
El gusanillo de la televisión corre por su cuerpo indetenible, alimentándose de su oxígeno y tentándola de vez en cuando con la misma insistencia de sus comienzos. En ese proceso de internalización se ha ido fraguando una propuesta para un nuevo programa, ahora ligado al descubrimiento de la gente desde sus perspectivas más humanas. Corina corre a su computadora intentando retener las ideas. Ella está allí, siempre tomada como por sorpresa. El resumen obtenido tiene que ver claramente con la idea de conectar a las personas entre ellas. “Había como una necesidad de mi parte por crear algo con muchísima comunicación que me permitiera unir a la gente. Escribo un primer guión e inmediatamente me llega otro. Empieza un proceso loquísimo en el que vuelvo a tener los ojos como unas cámaras. En todas partes veía escenas modernas, cosas novedosas, voladísimas, con muchísima conexión de gente. Cada cosa de esas la escribía, sin embargo no me atrevía a dar el salto de presentar el programa. Así pasa por las manos de varias personas que me dicen que es excelente, que no lo guarde. Lo presenté en un canal comercial, me felicitan, me dicen que qué bueno es esto, comunícate con fulano para el presupuesto. Entonces dije que yo no quería hacer el programa, que lo hiciera otro. Todavía pegada a ese exilio. Me parecía excitante la parte de la creación, sin embargo yo no quería salir en pantalla. La gente me decía: “Pero, ¿cómo puede ser posible, este programa es tuyo?”. Total que el programa no se dio.
Sin embargo, no se conforma. De cada nueva experiencia surge una propuesta. Deja pasar el tiempo en esa confrontación entre el cuerpo y la mente, entre el sueño y lo concreto. Así, mientras observa el resultado de cada taller se pregunta si será posible recrear ese mismo ambiente en un programa de entrevistas. “La posibilidad de un programa de entrevistas surge también de ese indagar en la gente de los talleres. Hay en él algo muy importante por descubrir. Tiene que ver con todo el mundo emocional de las personas. Tiene un propósito emocional que me apasiona. Los otros programas que he creado eran ejercicios intelectuales, de gran creatividad, fascinantes, pero no tenían un propósito de conexión emocional conmigo”.
Seguirá allí en ese devenir que de un momento a otro puede concretarse en una realidad. Sus ojos, como ella bien lo dice, pueden comportarse como una cámara, captándolo todo, lo cual además es fundamental en lo que hace. “Lo importante es que en este momento estoy haciendo lo que quiero hacer, lo que me provoca, lo que me nace, lo que me sale hacer. Debe ser la madurez y no me provoca hacer otra cosa. Hay gente que desde muy temprana edad sabe exactamente lo que quiere hacer, otros no somos así. Yo siempre supe que mi mundo era la comunicación pero no tenía claro específicamente en que área. A mí no me gusta ser animadora de televisión, nunca me gustó. Eso no es para mí. Yo sencillamente lo que he intentado es tocar todas las áreas de la comunicación. Es una curiosidad constante a nivel de exploración. Esto que hago te llena adentro. Por el otro lado, quiero ver si puedo concretar la posibilidad de meter este programa de televisión y entrevistas en algún canal. En definitiva, esas son dos cosas sobre las cuales voy a trabajar de aquí en adelante”.
4 comentarios:
Recuerdo el programa de Corina y apara mi era casi un pecado imperdonable perderme una emisión. simplemente era un programa para aprender de música porque se colocaba lo mejor de lo mejor... Le envío un saludo a una mujer que además de ser espectacularmente hermosa, también hizo televisión de altísima calidad. Dios la bendiga y sobre todo ojalá algún día la televisora de todos los venezolanos vuelva a ser tan buena como lo llegó a ser el canal 5.
Bravo Corina!...muchas mujeres como tu, como yo, famosas o no, publicas o no, pasamos por estos procesos de cambios internos que se disfrutan y llenan mas que cualquier cosa en la vida. Los que sentimos que tenemos una mision de conectarnos con el alma de las cosas y de las personas que nos rodean, no paramos nunca de aprender, de crear, de reinventar, pero sobretodo, de disfrutar!!!.....sigue disfrutando de ese maravilloso proceso de la transformacion interna y ojala puedas compartirlos con tu publico porque aqui nos sentimos identificados muchos aunque no seamos necesariamente de la misma edad. Eres reflejo de mucha gente que nuca puede dar a conocer su experiencia mas rica de lo que es la vida desde este punto de vista. Lo comparto y lo aplaudo.
Que el exito te acompane por siempre!
Gabriella Godoy Garmendia, una mujer que a sus 40 anios ha experimentado lo que aqui narras, una mujer que a sus 40, se siente mas viva que nunca y te recuerda, te admira y ahora te respeta aun mas por lo leido en este maravilloso espacio que deberia ampliarse para que llegue a otro publico.
Bravo Corina!...muchas mujeres como tu, como yo, famosas o no, publicas o no, pasamos por estos procesos de cambios internos que se disfrutan y llenan mas que cualquier cosa en la vida. Los que sentimos que tenemos una mision de conectarnos con el alma de las cosas y de las personas que nos rodean, no paramos nunca de aprender, de crear, de reinventar, pero sobretodo, de disfrutar!!!.....sigue disfrutando de ese maravilloso proceso de la transformacion interna y ojala puedas compartirlos con tu publico porque aqui nos sentimos identificados muchos aunque no seamos necesariamente de la misma edad. Eres reflejo de mucha gente que nuca puede dar a conocer su experiencia mas rica de lo que es la vida desde este punto de vista. Lo comparto y lo aplaudo.
Que el exito te acompane por siempre!
Gabriella Godoy Garmendia, una mujer que a sus 40 anios ha experimentado lo que aqui narras, una mujer que a sus 40, se siente mas viva que nunca y te recuerda, te admira y ahora te respeta aun mas por lo leido en este maravilloso espacio que deberia ampliarse para que llegue a otro publico.
La bella Corina Castro, la recuerdo diciendo Pioneer,,con su voz ronquita y acento sifrino, mucho antes de aparecer Laura, la sin par de Caurimare.
Sin duda alguna, ella fue una de mis inspiradoras para querer ser locutora.
Te admiro muchísimo Corina.
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